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Si navegas por los canales del Rin, en La Petite France de Estrasburgo, te cuentan una historia o leyenda urbana relacionada con las tallas grandes. Seg¨²n la grabaci¨®n multiling¨¹e, result¨® que la hospeder¨ªa, junto a la antigua Aduana, fue presa de un pavoroso incendio. Algunos hu¨¦spedes saltaron por la ventana, ¨²nica v¨ªa de escape, pero con tan mala fortuna que, al poco, "un monje gordo se qued¨® atorado en ella, pereciendo todos los dem¨¢s".
Una estampa t¨ªpica, ¨¦sta, del orondo fraile criminalizado, cuando las monjas eran secas y enjutas. Pero fuera de las desigualdades de g¨¦nero en la vida conventual, contemplamos con preocupaci¨®n la futilidad de las modas, y los bandazos que puede llegar a sufrir un per¨ªmetro abdominal hasta ser considerado socialmente aceptable.
Casi seguro que vamos camino de guatepeor, ya que del prestigioso ni?o rollizo en la posguerra saltamos a Twiggy y despu¨¦s al horror frente la anorexia. Ahora toca la rebelde reivindicaci¨®n de un cierto nivel de michelines, presentados como ant¨ªdoto contra la consideraci¨®n de las mujeres como objetos de exhibici¨®n, esclavas de su cuerpo. Recordar¨¢n aquella sentencia por la que se reconoc¨ªa a un tremendo estadounidense el derecho a ocupar dos asientos en el avi¨®n pagando s¨®lo un pasaje. No digo que no sea justo lo de un hombre, un billete. Pero cabe el peligro de reforzar el orgullo obeso, agudizando esta epidemia mundial con tantas patolog¨ªas asociadas y tantas muertes prevenibles. "Ropa para gorditos", Lady Large. Buena parte de la industria de la confecci¨®n ya trabaja hasta la talla 60, incluso con "ropa de estilo desenfadado", tambi¨¦n presente en los cat¨¢logos de grandes almacenes. Proliferan las tiendas especializadas, atendidas por jovencitas king size, y la prensa femenina igual te ofrece dietas m¨¢gicas para adelgazar que minusvalora el sobrepeso aconsejando vivir sin complejos, porque a lo mejor lo tuyo no es por gula, sino por metabolismo o gen¨¦tica. Las mujeres de verdad tenemos curvas. Tambi¨¦n rectas, quebradas, y ¨¢ngulos. Pero nuestra geometr¨ªa mental necesita una f¨®rmula para esquivar las numerosas y diversas trampas camino de la b¨¢scula.
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