?Tiene l¨ªmites la mente?
Adivinamos qu¨¦ amigo est¨¢ pensando en nosotros y le llamamos por tel¨¦fono. Intuimos que alguien nos mira, giramos la cabeza y ah¨ª est¨¢. No es casual. Tampoco nada paranormal. El pol¨¦mico bioqu¨ªmico brit¨¢nico Rupert Sheldrake vuelve a sembrar el debate y el desconcierto con su teor¨ªa de la "mente extendida".
A?o 2103, los tel¨¦fonos m¨®viles est¨¢n en v¨ªas de extinci¨®n y el correo electr¨®nico se ha convertido en una reliquia que s¨®lo usan los nost¨¢lgicos. El mundo del siglo XXII est¨¢ construido sobre el poder de la mente. Los humanos han aprendido a compartir informaciones con la sola fuerza del pensamiento. Con el cambio de milenio, algunos cient¨ªficos comenzaron a trabajar intensamente en f¨¢rmacos y chips para mejorar el funcionamiento neuronal; al tiempo, otro grupo de investigadores se sal¨ªa de la norma lanz¨¢ndose a la exploraci¨®n de la cara menos conocida del universo de la mente, convencidos de que podr¨ªan descubrir y despertar capacidades innatas extraordinariamente potentes. De este modo, fen¨®menos como la telepat¨ªa o las percepciones extrasensoriales que la vieja ciencia calificaba como supercher¨ªas o parapsicolog¨ªa pasaron a ser realidades biol¨®gicas y f¨ªsicas. Los humanos del siglo XXII han aprendido a desarrollar y a emplear su mente para traspasar las barreras del espacio, comunicarse con sus semejantes a distancia y, lo que es m¨¢s impresionante, participar conscientemente en la materializaci¨®n del futuro.
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Muchos pensar¨¢n que se trata del gui¨®n de la segunda parte de Minority report u otra ficci¨®n de Hollywood; sin embargo, algunos elementos quiz¨¢ no disten mucho de la realidad. ?Hasta d¨®nde puede llegar la mente humana? Los cient¨ªficos todav¨ªa no han podido determinar sus l¨ªmites, si los tiene. Ni siquiera el cerebro, el ¨®rgano sobre el que se asienta toda la actividad intelectual, creativa y emocional, ha querido revelar completamente sus secretos. Francis Crick, uno de los padres del ADN y gran estudioso de las redes neuronales, reconoc¨ªa que "nuestro conocimiento de las distintas partes del cerebro sigue en un estado muy primitivo".
Como en la ficci¨®n propuesta, en la actualidad otros exploradores de los laberintos de la mente han optado por caminos diferentes. Rupert Sheldrake, pol¨¦mico bioqu¨ªmico brit¨¢nico con una gran formaci¨®n en filosof¨ªa, lleva dos d¨¦cadas haciendo experimentos para demostrar que nuestra mente tiene un poder muy superior a lo que imaginamos y que fen¨®menos como la telepat¨ªa o la premonici¨®n tienen una explicaci¨®n biol¨®gica y son "partes normales del comportamiento animal que han evolucionado durante millones de a?os porque desempe?an un papel importante en la supervivencia". "Hemos heredado estas habilidades de nuestros ancestros e investig¨¢ndolas entenderemos m¨¢s la naturaleza animal, la humana y, especialmente, la naturaleza de nuestras mentes", afirma.
La mayor¨ªa de las personas habr¨¢ experimentado alguna vez que antes de descolgar el tel¨¦fono ya sabe qui¨¦n llama, o que poco despu¨¦s de haber pensado en un conocido, ese alguien aparece de un modo u otro. Incluso que ha sentido que le estaban mirando y al volverse ha comprobado que ten¨ªa unos ojos clavados en ¨¦l. Pues bien, seg¨²n Sheldrake, no se trata ni de casualidades, ni de extra?as percepciones. Es m¨¢s, como muestra de que hasta los m¨¢s reputados cient¨ªficos, bastante reacios a aceptar este tipo de fen¨®menos, los experimentan en persona, el investigador brit¨¢nico ofrece en su libro The sense of being stared at (La sensaci¨®n de que te est¨¢n mirando) una curiosa an¨¦cdota. El escenario es la Academia de Ciencias suiza tras una conferencia en la que Sheldrake hab¨ªa expuesto sus teor¨ªas y sus trabajos sobre las capacidades de la mente. Entre los asistentes se encontraba un Nobel de Qu¨ªmica, Richard Ernst, y su mujer. Durante la cena, la se?ora Ernst confes¨® al conferenciante: "Mi marido no cree en lo que usted ha contado, pero ¨¦l mismo puede hacerlo". Y le dio un ejemplo: ella regresaba de un viaje y no le hab¨ªa dicho qu¨¦ tren hab¨ªa tomado; sin embargo, ¨¦l estaba esper¨¢ndola en la estaci¨®n a la hora justa: "No fue capaz de explicar c¨®mo lo sab¨ªa".
?Qu¨¦ es lo que lleva a este revolucionario de la biolog¨ªa a hacer afirmaciones semejantes? Sheldrake sostiene que la mente no es sin¨®nimo de cerebro, y que no permanece encerrada dentro de ¨¦l, sino que "se extiende al mundo que nos rodea, conect¨¢ndonos con todo lo que vemos". Adem¨¢s, y como ha demostrado la f¨ªsica moderna, no la considera una relaci¨®n pasiva, sino que "nuestra percepci¨®n del mundo externo implica una interacci¨®n con ¨¦l". Dicho de otro modo, nuestras mentes est¨¢n sometidas a la influencia del universo circundante, pero tambi¨¦n ellas dejan su huella en lo que las rodea.
La teor¨ªa, que ha denominado "mente extendida", forma parte de otra m¨¢s amplia que cubre diversos aspectos de los seres vivos. En la base de ambas se encuentra la idea de que, al igual que existen campos electromagn¨¦ticos, hay campos mentales -o morfogen¨¦ticos, de modo gen¨¦rico- por los que discurren comportamientos, intenciones e ideas tanto conscientes como inconscientes. Seg¨²n esta teor¨ªa, por estas autopistas de informaci¨®n viajan los pensamientos e incluso la memoria de la especie, ya que "cada vez que aparece una nueva forma de comportamiento -por ejemplo, una t¨¦cnica deportiva o un juego de ordenador- se construye una experiencia que involucra a un gran n¨²mero de personas". Esta participaci¨®n masiva de mentes hace que la nueva habilidad entre en circulaci¨®n, creando un campo mental nuevo y espec¨ªfico para ella. "Creo que esto hace que el posterior aprendizaje de otros individuos sea m¨¢s f¨¢cil". Posiblemente haya otras interpretaciones puramente sociol¨®gicas, pero, a juzgar por la destreza con la que los ni?os de hoy manejan los ordenadores, el planteamiento del brit¨¢nico deber¨ªa al menos considerarse.
Tras la aparici¨®n de su primer libro en los a?os ochenta, Una nueva ciencia de la vida, que, aunque tuvo buena acogida entre los f¨ªsicos, supuso una aut¨¦ntica bomba en el mundo de la biolog¨ªa, Sheldrake realiz¨® dos experimentos para demostrar que la transmisi¨®n mental o telep¨¢tica del conocimiento se da en humanos. Se trataba de acertijos cuyas soluciones emiti¨® la BBC un solo d¨ªa en hora de m¨¢xima audiencia. Los mismos enigmas se plantearon antes y despu¨¦s de la emisi¨®n a numerosos individuos en diferentes partes del mundo -sin acceso a la BBC-. El porcentaje de respuestas correctas despu¨¦s de que el programa apareciera en el Reino Unido aument¨® hasta un 76% respecto al resultado obtenido antes. Las posibilidades de que esto se debiera al azar eran de una entre cien.
Evidentemente, no todos los pensamientos o comportamientos son iguales, de modo que no todos crean un campo mental propio, sino que est¨¢n sometidos a selecci¨®n natural como lo est¨¢n las mutaciones gen¨¦ticas. "Si alguien tiene una buena idea que es del agrado de otras personas y que se copia, se extender¨¢ y se volver¨¢ com¨²n". ?Qu¨¦ pasa despu¨¦s? "Cuanto m¨¢s habitual es, m¨¢s inconsciente se vuelve. De modo que al final los patrones generales de la cultura simplemente se dan por sentados". Una posible conclusi¨®n de este mecanismo es que el instinto es, en realidad, el recuerdo de un comportamiento ancestral. A este respecto, Sheldrake opina: "El instinto depende de la memoria colectiva de las especies, construida durante generaciones. Por ejemplo, los perros pastores que nunca han visto una oveja, en general tratan de reunirlas antes de que hayan sido entrenados". "Hay muchos h¨¢bitos inconscientes que nos afectan a todos a trav¨¦s de la memoria colectiva".
Si regresamos a la biolog¨ªa pura, los resultados de la secuenciaci¨®n del genoma de diferentes especies parecen indicar que las claves de la diferencia entre unos seres vivos y otros no est¨¢n escritas en la doble h¨¦lice. Con ese punto de vista, con lo descubierto hasta el momento, un humano no es muy diferente de una rata o de un gusano. "Los genes codifican la estructura de las prote¨ªnas, pero la forma de organizaci¨®n de las c¨¦lulas y de los sistemas nerviosos es muy diferente [entre unas especies y otras]", asegura Sheldrake. "Hay mucho m¨¢s en un organismo que su ADN y prote¨ªnas".
Utilizando la comparaci¨®n con los campos electromagn¨¦ticos, Sheldrake propone una reflexi¨®n sobre la visi¨®n. La publicaci¨®n que ahora mismo tiene en sus manos ha sido captada y descifrada por su cerebro, pero no se puede decir que la imagen se haya quedado encerrada en el cr¨¢neo, sino que la est¨¢ viendo delante de usted. "Su mente la est¨¢ proyectando hacia el exterior, donde efectivamente parece encontrarse". De la misma manera que lo que se ve en el receptor de televisi¨®n es la proyecci¨®n de una escena que ocurre en otra regi¨®n del espacio. Obviamente, este proceso pasa por una actividad el¨¦ctrica determinada dentro del aparato igual que "partes espec¨ªficas del cerebro se encienden cuando se est¨¢ produciendo una actividad mental determinada".
Quiz¨¢ muchos se sientan inquietos pensando que sus pensamientos o sus ideas est¨¢n flotando por el aire y que podr¨ªan ser captados por cualquiera. No deben preocuparse porque, seg¨²n los miles de experiencias recogidas por Sheldrake, como en cualquier tipo de habilidad, "unas personas son m¨¢s sensibles que otras", y adem¨¢s "la telepat¨ªa se da entre personas que se conocen muy bien, y depende de v¨ªnculos emocionales o sociales".
Algo muy importante en la transmisi¨®n mental es la intenci¨®n. Cuando una persona decide hacer algo -llamar por tel¨¦fono o regresar a casa- proyecta la intenci¨®n hacia su objetivo -la persona con la que va a hablar o su hogar-, y, seg¨²n el cient¨ªfico brit¨¢nico, esto es lo que algunas personas y animales son capaces de captar. De hecho, estudios realizados con im¨¢genes cerebrales han demostrado recientemente que la intenci¨®n de una acci¨®n pone en funcionamiento las redes neuronales antes de que ¨¦sta se realice. El a?o pasado, un ensayo estadounidense encontraba de forma fortuita evidencias de la existencia del sexto sentido o telepat¨ªa. Los investigadores descubrieron, para su sorpresa, que una tercera parte de los participantes en un experimento sobre la percepci¨®n visual eran capaces de sentir los cambios en una secuencia de fotograf¨ªas unos segundos antes de que ¨¦stos aparecieran ante sus ojos. En su ¨²ltimo libro, Sheldrake describe tambi¨¦n los experimentos, desclasificados, financiados por agencias gubernamentales estadounidenses como la CIA entre 1970 y 1993 para investigar la posibilidad del espionaje ps¨ªquico. El porcentaje de aciertos en la transmisi¨®n de im¨¢genes con la mente result¨® muy superior a lo que ser¨ªa predecible por azar.
Pero quiz¨¢ una de las partes m¨¢s impactantes de la teor¨ªa de Sheldrake para los esp¨ªritus cartesianos es la que concierne a la influencia de la mente en el tiempo. "Mis intenciones afectan al futuro [?]. Las intenciones de otras personas tambi¨¦n afectan a las m¨ªas", asegura. Algunos estudios pueden dar una idea de esta l¨ªnea de pensamiento. El ¨²ltimo, publicado este a?o por la Sociedad Psicol¨®gica Americana, indica que si los padres creen que sus hijos consumen mucho alcohol, los j¨®venes efectivamente lo hacen, como siguiendo la programaci¨®n mental de sus progenitores. Tambi¨¦n se ha observado que si los profesores piensan que sus alumnos van a obtener buenos resultados, ¨¦stos lo conseguir¨¢n. Seguro que estos fen¨®menos est¨¢n influidos por otros factores, pero "la comunicaci¨®n normal puede implicar tanto la transferencia de informaci¨®n por los canales normales como por la telepat¨ªa [campos mentales]. No se excluyen mutuamente".
Estos planteamientos pueden resultar desconcertantes. Si alguien hubiera descrito en el siglo XVIII un futuro de m¨®viles y sat¨¦lites que env¨ªan informaci¨®n a todo el planeta, habr¨ªa sido calificado de loco. Cuando, en los ochenta, Sheldrake present¨® sus teor¨ªas, algunos cient¨ªficos calificaron su libro como candidato a la hoguera. En opini¨®n del investigador, "la raz¨®n por la que la telepat¨ªa causa miedo y rechazo entre muchos cient¨ªficos es, en parte, porque no encaja con la teor¨ªa materialista. En la historia de la ciencia, las revoluciones ocurren cuando hay un cambio en los paradigmas, de modo que un modelo amplio de la realidad sustituye a otro m¨¢s limitado". Por el contrario, los especialistas en f¨ªsica cu¨¢ntica, acostumbrados a considerar la realidad en m¨²ltiples dimensiones -11 seg¨²n la teor¨ªa que se supone explicar¨¢ el universo, las supercuerdas-, a aceptar la existencia de universos paralelos e incluso a asumir el viaje en el tiempo, creen cient¨ªficamente posibles los campos mentales.
De forma muy condensada se podr¨ªa decir que la f¨ªsica cu¨¢ntica muestra que la realidad no existe de forma absoluta, sino como una probabilidad, y es la presencia de un espectador la que hace que se convierta en algo concreto. Es el observador el que construye la realidad. ?Desconcertante? Quiz¨¢ no tanto si se piensa en la botella medio llena o medio vac¨ªa. Por otro lado, la cu¨¢ntica incorpora el concepto de no localizaci¨®n o no separaci¨®n, seg¨²n el cual una vez que dos part¨ªculas han estado en contacto permanecer¨¢n siempre conectadas aunque se separen miles de kil¨®metros. Uno de los padres de la f¨ªsica cu¨¢ntica, Werner K. Heisenberg (1901-1976), afirmaba: "El mundo parece un complicado tejido de acontecimientos en el que toda suerte de conexiones se alternan, se superponen o se combinan, y as¨ª determinan la textura del conjunto".
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