Cajas, bancos... y el de Espa?a
La fuerte expansi¨®n de las cajas en los ¨²ltimos cinco a?os ha agudizado una vieja cuesti¨®n. En 1999 los bancos dominaban el negocio con el 55% de los cr¨¦ditos, frente al 42% que estaba en poder de las cajas, mientras que hoy en d¨ªa las cajas tienen el 50,6% de los pr¨¦stamos. Una de las razones de esta expansi¨®n se halla, sin duda, en el hecho de que las cajas han llenado el hueco dejado por los bancos. El proceso de fusiones de la banca durante el ¨²ltimo lustro ha provocado duplicidades y cierres aprovechados por las cajas para expandirse. De hecho, La Caixa tiene m¨¢s oficinas que el grupo Santander y el BBVA. Los dos grandes bancos han perdido cuota de mercado, en primer lugar, por sus fusiones, y en segundo t¨¦rmino, por volcarse en Latinoam¨¦rica, a diferencia de las cajas, que siempre han considerado que su Latinoam¨¦rica estaba y est¨¢ en la Pen¨ªnsula.
Sinti¨¦ndose perjudicados, los bancos espa?oles han denunciado ante Bruselas que las cajas compiten con ventaja en el mercado. En un informe que la Federaci¨®n Bancaria Europea ha enviado a la Comisi¨®n Europea, se denuncia que en Espa?a "algunas instituciones de cr¨¦dito est¨¢n protegidas, en contra de los intereses de sus competidores", ya que "los bancos pueden ser adquiridos por las cajas, mientras que ¨¦stas no pueden ser objeto de compra por parte de los bancos comerciales, debido al marco legal que el Gobierno aplica a este espec¨ªfico tipo de compa?¨ªas".
Este ¨²ltimo inciso -"el marco legal que el Gobierno aplica a este espec¨ªfico tipo de compa?¨ªas"- nos pone en la pista del error b¨¢sico en el que incurre el citado informe de la Federaci¨®n Bancaria Europea: las cajas no son compa?¨ªas, sino fundaciones, por lo que no puede pretenderse en modo alguno que su r¨¦gimen jur¨ªdico sea id¨¦ntico. Otra cosa es discutir la aceptaci¨®n de la fundaci¨®n como forma de empresa y, en concreto, como empresa financiera. Todo es opinable y el ¨²nico criterio determinante ha de ser la utilidad social de su aceptaci¨®n. Es decir, ?conviene al inter¨¦s general la admisi¨®n de la fundaci¨®n como forma de empresa financiera? Y atendido que una fundaci¨®n no es otra cosa que un patrimonio organizado para la consecuci¨®n, de forma mediata o inmediata, de un fin de inter¨¦s colectivo, resulta claro que las cajas s¨®lo se justifican en la medida en que su obra social dote de raz¨®n de ser a su misma existencia. Ahora bien, si se admite que su obra social dota de sentido a las cajas, habr¨¢ que admitir tambi¨¦n que su r¨¦gimen jur¨ªdico sea el de una persona jur¨ªdica de tipo fundacional y no, en modo alguno, el de una compa?¨ªa mercantil. En consecuencia, no cabe lamentar que los bancos no puedan comprar -es decir, no puedan absorber- a las cajas: son formas diversas de empresa. Y ¨¦stas son las reglas de juego para todos.
De ah¨ª la importancia axial que para las cajas tiene su obra social: en ella radica la justificaci¨®n ¨²ltima de su existencia y, por consiguiente, de su r¨¦gimen jur¨ªdico espec¨ªfico, que no privilegiado. Lo que significa que la obra social ha de ser, por su envergadura y por su utilidad social evidente e inmediata, el objetivo prioritario de cada caja. No debe ser ni un adorno suntuario, ni una rareza original cuando no superflua, ni un aditamento postizo concebido ad pompam vel ostentationem de sus directivos. La obra social que realizar en su respectiva ¨¢rea territorial ha de ser, para cada caja, una respuesta a las necesidades m¨¢s acuciantes existentes en aqu¨¦lla. Por ello, sus destinatarios preferentes han de ser personas. Personas y no cosas. Por ejemplo, las m¨¢s desamparadas desde siempre por el Estado asistencial, como son los dependientes -ancianos o discapacitados-, y las m¨¢s necesitadas de una ayuda a tiempo que decida su futuro, como son los estudiantes con talento y pocos recursos.
A su obra social las cajas destinaron el a?o pasado 1.163 millones, lo que supone el 28,7% de su resultado. Por su parte, los bancos han repartido entre sus accionistas un total de 4.300 millones de euros en dividendos. Esta diferencia ha permitido a las cajas, adem¨¢s de nutrir su obra social, reforzar sus recursos propios para financiar as¨ª su expansi¨®n a?o tras a?o. Ah¨ª radica la causa real del malestar bancario.
Y ?qu¨¦ dice a todo esto el Banco de Espa?a? Formalmente, muestra una fr¨ªa asepsia y censura a las cajas por dos motivos: 1. La compra de bancos por algunas cajas, que los han mantenido para realizar ciertas actividades. 2. La fuerte entrada de las cajas en empresas donde poseen participaciones valoradas en 23.000 millones, el doble que hace cinco a?os. Pero cabe adivinar, bajo esta impostada frialdad, un cierto disfavor. En primer lugar, porque los bancos comprados por las cajas han sido, las m¨¢s de las veces, los saldos resultantes despu¨¦s de un proceso de mala gesti¨®n bancaria. Y por lo que hace a la entrada en empresas, negar tal posibilidad supone tener un concepto un tanto rupestre de lo que es una fundaci¨®n a comienzos del siglo XXI. El patrimonio fundacional est¨¢ lejos de ser hoy un conjunto cristalizado e intocable de bienes, afectado directa e inescindiblemente a la satisfacci¨®n de un fin. El patrimonio fundacional es una masa de bienes que se administra con criterios empresariales, para obtener el m¨¢ximo beneficio posible.
En el fondo, lo que hay detr¨¢s de la cr¨ªtica m¨¢s o menos solapada a las cajas es la resistencia a admitir que existan operadores en el mercado cuyo norte no sea el beneficio contante y sonante de sus due?os.
Juan Jos¨¦ L¨®pez Burniol es notario.
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