Verano
Agosto me llama y voy a ¨¦l segura de no dejar escapar ni uno solo de sus minutos, pero como la realidad no se parece a la esperanza en casi nada, s¨¦ que perder¨¦ muchos y ser¨¢ un agosto m¨¢s, que no es poco. Habr¨¢ que trabajarse luego el deseo de volver, cuando llegue septiembre con sus exigencias de afrontar lo que ahora parece acabar y, sin embargo, s¨®lo queda a la espera de la atenci¨®n que ha de recibir. Llegar¨¢ septiembre aunque en este julio agonizante s¨®lo est¨¦ dispuesta a creer en agosto. Vendr¨¢ septiembre y pasar¨¢n los d¨ªas tan r¨¢pidamente, que no nos habr¨¢ dado tiempo a asumir que ha vuelto a volar el tiempo, y otra vez estaremos quej¨¢ndonos, como siempre, de las mismas cosas, y haciendo mundos de peque?os espacios, y mir¨¢ndonos en nuestra circunstancia, como si ella llenara el universo y nadie tuviera tanto derecho como nosotros, a sentirse gratificado u ofendido por todo lo que condiciona nuestro vivir de cada d¨ªa. Pero hoy, antes de irme, leo que cuatro de cada diez espa?oles, seg¨²n el CIS, no sale de vacaciones y siento una leve verg¨¹enza y un leve placer al mismo tiempo, y al ser leves las dos cosas, me parece que no me merezco esos d¨ªas de agosto, porque si la verg¨¹enza es leve no soy lo suficientemente solidaria, y si el placer por ser yo uno de los seis de cada diez que s¨ª sale de vacaciones tambi¨¦n es leve, no soy lo suficientemente agradecida a la vida y a la suerte. Llegar¨¢ septiembre y tendr¨¢n m¨¢s valor las vacaciones pasadas, tanto que a partir de ese momento ser¨¢n mejores, y habr¨¢n sido m¨¢s divertidas y hasta mucho m¨¢s largas, casi como las de aquella infancia de veranos eternos, a la que me lleva esta tarde de agosto; una infancia de pueblo, ciega como la fe y alegre como la inconsciencia, con una higuera y un Rub¨¦n Dar¨ªo por el que me so?aba Margarita robando estrellas y un Platero, como el de Juan Ram¨®n, peque?o, peludo, suave...y alguien, que si hubiera sabido, hubiera contado la quietud lenta y dulce una tarde en la que "cuando llegamos a la sombra del nogal grande, rajo dos sand¨ªas, que abren su escarcha grana y rosa en un largo crujido fresco. Yo me como la m¨ªa lentamente, oyendo, a lo lejos, las v¨ªsperas del pueblo. Platero se bebe la carne de az¨²car de la suya como si fuese agua". Sue?o o realidad, el verano.
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