Los chinos de anta?o

Hoy en Madrid hay muchos chinos que regentan restaurantes y comercios de todo a un euro. Hace dos siglos y medio hab¨ªa muchos menos y, tal vez por eso, llamaban m¨¢s la atenci¨®n, eran la faceta ex¨®tica de un mundo que ya no se controlaba desde aqu¨ª, la figuraci¨®n de un cosmopolitismo un poco de mentira, pero que val¨ªa como s¨ªmbolo. Hasta Metastasio, el libretista oficial de la ¨®pera seria, se fij¨® en ellos para meterlos en una curiosa pieza esc¨¦nica titulada Le cinesi (Los chinos), que luego servir¨ªa como libreto para la serenata Festa cinese (Fiesta china), con m¨²sica de Nicola Conforto, estrenada en el palacio de Aranjuez el 30 de mayo de 1751 coincidiendo con la onom¨¢stica del rey Fernando VI.

Sus protagonistas son tres doncellas chinas -Lisinga, Sivene y Tangia- y un joven -Silango-, hermano de Lisinga y amante de Sivene, que acaba de regresar a su patria de un viaje a Europa. Los cuatro se pasan la pieza tratando de decidir qu¨¦ es m¨¢s noble, si la tragedia, la pastoral o la comedia y, al no ponerse de acuerdo, deciden cantar una alabanza en honor de Fernando VI, all¨ª presente, como protector de las artes. Tanto da que sean chinos, y lo mismo pod¨ªan haber sido otra cosa, pero imaginando el boato de la primera representaci¨®n, el gusto con que se adorn¨® el lugar del estreno, el a?adido de una sesi¨®n de fuegos artificiales a su t¨¦rmino, la verdad es que todo debi¨® justificar con creces ese puntito exc¨¦ntrico tan de la ¨¦poca. Por cierto, que el mismo texto de Metastasio le servir¨ªa a Gluck para su Le cinesi, estrenado en Viena tres a?os despu¨¦s de la primera representaci¨®n que tuvo lugar en la ciudad ribere?a.

Con Farinelli

Nicola Conforto ser¨ªa nombrado compositor de corte en 1756, con lo que fue uno de los italianos triunfantes en Madrid m¨¢s o menos por aquellos a?os, junto a Farinelli, Corselli, Domenico Scarlatti y Boccherini, pero su Festa cinese no sobrevir¨ªa demasiado tiempo antes de volver a los archivos. Su exhumaci¨®n despu¨¦s de doscientos cincuenta a?os es una buena noticia, pues se trata de muy grata m¨²sica que revela, adem¨¢s, las caracter¨ªsticas de un g¨¦nero como este de la disputa, de la acci¨®n en la conversaci¨®n, ese que culminar¨¢ casi dos siglos m¨¢s tarde en el Capriccio straussiano. Flanqueada por una obertura y el minueto final en honor del rey, la parte cantada -la serenata- est¨¢ precedida de un largo recitativo que da paso al fluir de las cuatro arias. Todo acaba por ser delicioso y, sin que la m¨²sica sea eso que llamamos una obra maestra, se deja escuchar gracias a un encanto no exento de energ¨ªa, o viceversa. L¨¢stima que no se repitiera lo de los fuegos artificiales de la primera vez.

Para poco m¨¢s de una hora de espect¨¢culo se cont¨® con unas voces estupendas, expertas las cuatro en estos terrenos. Marta Almajano y Silvia Tro Santaf¨¦, la parte espa?ola del reparto, estuvieron a la altura de su fama, lo que ya es bastante. Lucia Cirillo confirm¨® aqu¨ª la estupenda impresi¨®n de su Tisbe en La Cenerentola, de Glyndebourne, y Maria Grazia Schiavo, el porqu¨¦ de su ascenso en este repertorio.

Fabio Biondi concert¨® con eficacia y con cari?o y levant¨® la partitura al fin del concierto como para rendir tributo a este Conforto que recal¨® aqu¨ª con familia y todo cuando en Madrid no hab¨ªa chinos.