Alianzas
C¨®mo se las arreglar¨¢n algunos reporteros, columnistas, redactores de discursos... para analizar las devastadoras consecuencias del integrismo isl¨¢mico sin mencionar a sus principales v¨ªctimas. S¨®lo a veces se desliza alguna noticia que, de haber justicia informativa en este mundo, deber¨ªa dominar las portadas cada d¨ªa. La ¨²ltima dice que la Constituci¨®n que plantean en Bagdad los chi¨ªes triunfantes retrocede a la ley del Islam y recortar¨¢ los ya magros derechos que adquirieron las iraqu¨ªes con la norma laica de 1959, la m¨¢s avanzada de todo el Oriente Pr¨®ximo. La "liberaci¨®n" del pa¨ªs no ha impedido que ellas sean machacadas por insurgentes, tropas extranjeras y violencia familiar. Amnist¨ªa Internacional registra un aumento de secuestros y cr¨ªmenes, y el ¨²nico signo de "igualdad" es que tambi¨¦n se pudren en el infierno de Abu Ghraib. Afganist¨¢n ni siquiera intenta sacudir al taliban que lleva dentro (muy recomendable El librero de Kabul, de Asne Seierstad). Los se?ores de la guerra todav¨ªa condicionan una dif¨ªcil convivencia que genera cientos de miles de refugiadas, violadas, asesinadas, vendidas (ahora que las novias est¨¢n "de rebajas"). A¨²n se muere lapidada tambi¨¦n en Ir¨¢n, Emiratos y (casi) Nigeria. El derecho al voto reci¨¦n recuperado y la exigua participaci¨®n pol¨ªtica "concedida" por Karzai s¨®lo confirman que las apariencias enga?an. La presencia internacional no sirve de garant¨ªa a las mujeres.
En Kuwait no podr¨¢n votar hasta 2007; En Pakist¨¢n se suceden las vejaciones y asesinatos "por honor". Marruecos presenta un ligero avance, pero en Argelia cunde la decepci¨®n. Incluso en alg¨²n barrio de Israel se las obliga a caminar por la acera de enfrente. 31 pa¨ªses admiten las penas corporales, y los mul¨¢ dictan sentencias bas¨¢ndose en la sharia (ley isl¨¢mica) como principal fuente de derecho. ?Qu¨¦ democratizaciones decimos legitimar , qu¨¦ alianza de civilizaciones podemos urdir que no incluya la de g¨¦neros contra la incivilidad? Cero, si ellas van a seguir pagando su precio. Bajo una tienda de campa?a con rejilla (real o simb¨®lica) las sacrificadas nunca podr¨¢n apreciar un "estado de derecho" donde se las desprecia y se las ignora.
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