Orqu¨ªdeas bajo control
En un lugar secreto del Pirineo oscense florece durante dos semanas al a?o la 'Cypripedium calceolus' o zapatito de dama, una bell¨ªsima orqu¨ªdea salvaje amenazada de extinci¨®n. El Gobierno de Arag¨®n paga a tres personas para que velen por este tesoro ef¨ªmero.
Hace ya cinco a?os que Elisa Andr¨¦s, Fernando de Frutos y Carlos Tuda, vecinos de Sallent de G¨¢llego (Huesca), dedican el mes de junio a guardar la orqu¨ªdea Cypripedium calceolus, cuyo nombre m¨¢s popular es zapatito de dama. Aunque se turnan, los tres realizan jornadas de 14 horas de vigilancia para preservar esta especie vegetal en peligro de extinci¨®n.
El Gobierno de Arag¨®n comenz¨® a protegerla en 1997. Desde entonces, la multa por arrancar o cortar la planta asciende a 16.000 euros, y por cortar una hoja o da?ar alguna parte de la orqu¨ªdea puede caer una sanci¨®n de 3.000 euros. Pero el trabajo de Elisa, Carlos y Fernando, los vigilantes de las orqu¨ªdeas, no es poner multas. Los tres son educadores ambientales, y su misi¨®n, m¨¢s all¨¢ de disuadir con su presencia a nativos y forasteros de la tentaci¨®n de hacerse con un ejemplar de tan bella planta, consiste en proteger y divulgar la existencia de esta singular orqu¨ªdea que florece s¨®lo durante dos o tres semanas al principio del verano, y que crece, caprichosamente salvaje, entre los 1.000 y los 1.600 metros de altitud, en pleno Pirineo oscense.
La leyenda dice que quien encuentre un ejemplar florecido se casar¨¢ con una mujer excepcionalmente hermosa
En el pasado, la belleza del zapatito de dama la convirti¨® en un objeto de deseo y se arrancaron muchas plantas. Hoy ha desaparecido gran parte de la poblaci¨®n en Espa?a. S¨®lo quedan ejemplares en Arag¨®n y Catalu?a. En Arag¨®n, donde hay m¨¢s, hay tres poblaciones que suman alrededor de 3.500 ejemplares, de los que m¨¢s de 2.500 crecen en Sallent de G¨¢llego, un pueblo oscense de 1.080 habitantes a 12 kil¨®metros de Francia.
En un prado florece, ajena al peligro de su extinci¨®n, la Cypripedium calceolus, nombre cient¨ªfico de la orqu¨ªdea. La forma del labelo inferior, un p¨¦talo de la orqu¨ªdea distinto a los otros, recuerda a un zapato, de ah¨ª sus denominaciones populares: zapatito de dama, zapatito de Venus, zapatito de la Virgen o chap¨ªn de Venus.
Cuando Elisa Andr¨¦s supo que se iniciaba, el a?o 2000, un plan de vigilancia para proteger una orqu¨ªdea pidi¨® como regalo de cumplea?os ser una de sus guardianas. Tal era la ilusi¨®n que le hac¨ªa. "Y as¨ª fue como consegu¨ª cuidar un prado repleto de flores", escribi¨® una vez. Y a?ad¨ªa que se sent¨ªa como la naturalista Dian Fossey, cuya vida inspir¨® la pel¨ªcula Gorilas en la niebla, "pero yo con orqu¨ªdeas".
La gente aprecia su labor. A veces les hacen regalos a los vigilantes. Cuando se van, algunos visitantes les dan 5 o 10 euros de propina. Ellos los rechazan y les explican que ya cobran del Gobierno de Arag¨®n por cuidar de las flores. Este a?o, un d¨ªa que Elisa estaba de guardia, lleg¨® en un coche una se?ora mayor francesa. Aunque para andar necesitaba la ayuda de bastones, explic¨® a Elisa que llevaba muchas horas recorriendo la zona y que hab¨ªa realizado m¨¢s de 300 kil¨®metros para encontrar una orqu¨ªdea. La vigilante le pregunt¨® el nombre de la flor. "Cypripedium calceolus", respondi¨® la mujer. Elisa s¨®lo tuvo que apartarse y se?alar un ejemplar que estaba detr¨¢s de ella. La mujer se arrodill¨® y comenz¨® a llorar. "Me di cuenta de que le molestaba que alguien la viera llorando, pero no pod¨ªa parar porque ten¨ªa la sensibilidad a flor de piel. Me alej¨¦ un poco para dejarla a solas. Unos minutos despu¨¦s se seren¨® y me dijo que las orqu¨ªdeas eran lo que m¨¢s le gustaba del mundo. Hac¨ªa 10 a?os que quer¨ªa ver un zapatito al natural porque s¨®lo lo conoc¨ªa por los libros. Como no llevaba carrete fue a Sallent a comprar uno. Cuando regres¨® me hizo fotos hasta a m¨ª", recuerda Elisa.
Los guardianes no est¨¢n solos. "Muchos vecinos del pueblo aminoran la marcha de sus veh¨ªculos y miran desde la carretera para ver si estamos vigilando. Cuando nos ven se quedan tranquilos y contin¨²an su camino. La flor ha pasado a ser un patrimonio del pueblo, y la gente est¨¢ orgullosa de mostrarla en su h¨¢bitat natural cuando reciben las visitas de amigos y familiares", dice Fernando de Frutos. Fernando, que trabaj¨® como m¨¦dico antes de dedicarse a la educaci¨®n ambiental, recuerda que un d¨ªa par¨® un autob¨²s de l¨ªnea y el conductor explic¨® a los pasajeros las peculiaridades de la orqu¨ªdea. En otra ocasi¨®n, una pareja acudi¨® al prado vestidos de novios para retratarse con la flor.
Nadie difunde el emplazamiento exacto de ese prado florido. Las orqu¨ªdeas figuran entre las flores con m¨¢s admiradores, sobre todo si son ejemplares tan dif¨ªciles de hallar como el zapatito de dama. Pero el boca a boca fue suficiente para que, en tres semanas del pasado junio, m¨¢s de 1.000 personas localizaran la flor en los alrededores de Sallent de G¨¢llego. El 55% de los visitantes eran extranjeros, sobre todo franceses (45%) y brit¨¢nicos (10%).
El zapatito no es una orqu¨ªdea peque?a. Su tallo puede llegar al alcanzar los 60 cent¨ªmetros de altura, y la flor, hasta nueve cent¨ªmetros. La expectativa de vida de estas plantas es muy parecida a la de una persona. Puede llegar a vivir hasta 70 a?os y se mantiene en un periodo vegetativo antes de la reproducci¨®n de entre 6 y 10 a?os. Las flores, que son el resultado de la polinizaci¨®n cruzada que realizan los insectos, permanecen abiertas entre 11 y 18 d¨ªas. David Guzm¨¢n, del Servicio Provincial de Medio Ambiente de Huesca, explica que una de las peculiaridades del zapatito es que "se trata de la ¨²nica orqu¨ªdea europea con un labelo que funciona como trampa. Los insectos se ven obligados a pasar por un canal donde dejan el polen que traen de otras flores, y en la salida, para evitar la autofecundaci¨®n, se les adhiere el que han de llevar a otra".
La orqu¨ªdea Cypripedium calceolus tiene predilecci¨®n por los suelos calizos. Un dicho popular, que se recoge en un tratado de flora alpina, asegura que s¨®lo se encuentra cuando no se busca, pero la leyenda llega m¨¢s all¨¢. En el mismo tratado, publicado en Espa?a en 1963, se dice que, seg¨²n figura en un antiguo manuscrito de la ciudad suiza de Brugg, el que tenga la suerte de encontrar un ejemplar florecido "se casar¨¢ con una mujer excepcionalmente hermosa". Elisa recuerda que, en una ocasi¨®n, una mujer le pidi¨® que le permitiera derramar una gota de agua por la parte superior de la flor y recogerla en un recipiente despu¨¦s de que la gota recorriera el zapatito. La mujer pretend¨ªa obtener de esa forma la energ¨ªa de la planta. Con el mismo objetivo, unas personas quer¨ªan colocar unos cristales de cuarzo durante toda una noche para almacenar las propiedades de la orqu¨ªdea.
La estrategia que han desarrollado los tres vigilantes est¨¢ basada en la experiencia. Por la ma?ana, cuando llegan a las ocho, comprueban que no falta ninguno de los ejemplares en el prado. Luego esperan a los visitantes en la carretera, dentro de un coche. Cuando se detiene un autom¨®vil observan los movimientos de los ocupantes. Si intuyen que van a ver las orqu¨ªdeas se acercan, y comienza un di¨¢logo que, seg¨²n explica Carlos Tuda, es muy parecido al que se puede escuchar en un ascensor.
-Hola.
-Hola.
-?Qu¨¦ tal?
-Bien, hoy tenemos un buen d¨ªa.
Y as¨ª sigue hasta que el visitante les dice por qu¨¦ se ha detenido all¨ª, en el sitio donde se encuentra la que se considera la ni?a mimada de las orqu¨ªdeas aragonesas. Si el motivo de la visita es ver el zapatito, los vigilantes les acompa?an y aprovechan para explicarles que en la zona se pueden encontrar otros 23 tipos de orqu¨ªdeas e incluso alguna planta carn¨ªvora de peque?o tama?o. "Intentamos no emplear la palabra prohibido", dice Fernando, porque "por lo general, los visitantes son educados y amantes de la naturaleza". Pero no siempre es as¨ª. "Un d¨ªa par¨® un Mercedes, y del coche bajaron una mujer y un hombre muy bien vestidos. Ella llevaba un jadico [en Arag¨®n, una azada peque?a]. Les pregunt¨¦ ad¨®nde se dirig¨ªan y me dijeron que quer¨ªan coger una flor. Despu¨¦s de explicarles que estaba prohibido intent¨¦ hacerles comprender que su prop¨®sito era una atrocidad. Como no logr¨¦ convencerles, les dije que iba a llamar a la Guardia Civil y saqu¨¦ el m¨®vil. Se marcharon".
Elisa, Carlos y Fernando forman el colectivo Foratata, que da trabajo estable a 10 personas. Por un lado, regentan el albergue de Sallent de G¨¢llego, que dispone de 80 plazas. Fernando y Carlos comenzaron a trabajar juntos hace m¨¢s de diez a?os. Elisa se uni¨® a ellos posteriormente. Los tres son de Zaragoza y viven en Sallent desde hace ocho a?os. De las tareas que realizan, las actividades de educaci¨®n ambiental y tiempo libre son las que m¨¢s les satisfacen. Organizan aulas de la naturaleza y coordinan viajes de estudios, talleres y campamentos. Conocer y aprender m¨¢s sobre la flora y la fauna local les lleva una gran parte de su tiempo. "Aprendes mucho con la gente que viene a visitar la Cypri", que es como llama Carlos a la orqu¨ªdea. Reconoce que le cuesta aprenderse el nombre cient¨ªfico de las flores. "Cuando comenzamos el programa de protecci¨®n escrib¨ª 'cypripedium calceolus' con letras grandes en un cartel y lo colgu¨¦ en mi habitaci¨®n para memorizarlo".
Muchos d¨ªas, a las ocho de la ma?ana, ni siquiera les da tiempo a echar una ojeada para comprobar que todas las orqu¨ªdeas est¨¢n en su sitio. Te encuentras tres o cuatro coches con matr¨ªcula francesa y piensas en la hora a la que se habr¨¢n levantado para ver las flores", comenta Carlos. Los fot¨®grafos, sin embargo, acuden por la tarde porque la luz es suave y favorece al zapatito.
A un zapatito de dama le puede costar m¨¢s de diez a?os florecer. Un pisot¨®n puede bastar para da?ar una especie que es parte del patrimonio natural del Pirineo que Elisa, Fernando y Carlos est¨¢n empe?ados en conservar. "Es un trabajo vocacional", comenta Elisa, que dice haber encontrado la felicidad vigilando a Cypri, la orqu¨ªdea m¨¢s bella.
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