Cultura y beso
Los besos en el viejo cine no eran como los de ahora: entonces era un contacto ligero, con los ojos cerrados, el tiempo breve, y el chico y la chica se miraban despu¨¦s con sonrisa arcang¨¦lica. Sin embargo, eran prematuros para muchos espectadores que ve¨ªan semejante cosa por primera vez: se re¨ªan. A carcajadas. Luego dir¨¦ que esas risas no eran de burla sino de distanciamiento, de no colaborar en ese espect¨¢culo. Pero sigo ahora: ante esas risas, algunas voces se alzaban: "?Cultura, camaradas!", "compa?eros, cultura!". Se acallaban las carcajadas. Otros espectadores del "proletariado consciente" -frase de entonces- entend¨ªan que hab¨ªa una cultura del beso, del amor, de la pareja. Y tambi¨¦n que la cultura era un arma contra la opresi¨®n. Hoy la palabra significa un ministerio. La gran derecha, la planetaria, la arranc¨®, como tantas cosas, de su propio significado, de su nacimiento filol¨®gico, para convertirla en propia. Se la quitaron a los reg¨ªmenes totalitarios, que la hab¨ªan pervertido, para pervertirla ellos a su manera. Se puede decir que ahora est¨¢ en mejores manos que cuando la dirig¨ªan Fraga o S¨¢nchez Bella: lo que indico solamente es que es una parte de la Administraci¨®n y del Presupuesto, con una escala de dirigentes, cuando fue de origen p¨²blico (cielos, otra palabra emigrante y ofendida: p¨²blico indicaba que era "del pueblo"; ahora, que es de la Administraci¨®n).
Entretanto, aquellas escenas de amor se han multiplicado, tienen una magnitud enorme en las grandes pantallas y los amantes se atornillan con verdadero frenes¨ª. Todav¨ªa se r¨ªe alguien: se oyen carcajaditas medidas y t¨ªmidas de muchachas que se est¨¢n distanciando, que indican que ellas no son esa que abre enormemente sus labios para ser penetrada por una lengua, y para invertir luego las funciones. Tampoco grita nadie "cultura" porque se entiende que ese alejamiento pertenece a la cultura de ella (o de ¨¦l, tambi¨¦n hay chicos). La trasmigraci¨®n de la palabra cultura a lo largo del tiempo, de tan poco tiempo, no deja de ser humana porque todos erramos por los tiempos y por la luna del espejo que parece como si fuera ¨¦l quien cambiara el rostro o le pusiera esta m¨¢scara. Pero es, sobre todo, pol¨ªtica. Era cierto que hab¨ªa un principio de liberaci¨®n por la cultura. Lo hab¨ªa acu?ado la Iglesia, "la verdad os har¨¢ libres" y se hab¨ªa vuelto contra ella, al mismo tiempo que ella se distanciaba de la verdad. Sin saberlo, pobres.
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