El cambio
Los primeros alcaldes democr¨¢ticos (1979) tuvieron que enterrar miles de millones de pesetas en el subsuelo, en obras que no se ve¨ªan, que no luc¨ªan, pero que eran imprescindibles para que las ciudades que recibieron del franquismo no se acabaran de hundir. La mayor¨ªa de sus barrios, sobre todo los nacidos al socaire del desarrollismo, por no tener, no ten¨ªan ni alcantarillas; escuelas, muy pocas, y el transporte y la iluminaci¨®n p¨²blica brillaban por su ausencia.
Alcaldes y concejales, mayoritariamente de la izquierda, llegaron a los consistorios desde el otro lado de la trinchera con m¨¢s voluntad que preparaci¨®n. Tuvieron que hacer cursillos acelerados con la pr¨¢ctica diaria para afrontar problemas que no ten¨ªan espera.
Con el tiempo se convirtieron en aut¨¦nticos expertos en urbanismo y planificaci¨®n sin haber pasado, la inmensa mayor¨ªa de ellos, por los centros donde se ense?an estas materias. Fue la pr¨¢ctica, la inaplazable tarea de que sus conciudadanos tuvieran los m¨ªnimos asistenciales garantizados, lo que les hizo coger el toro por los cuernos sin detenerse a pensar en nada que no fuera buscar soluciones a aquellos problemas que la herencia franquista del desarrollismo les hab¨ªa legado.
En una segunda fase, ya entrados los a?os noventa, cuando los servicios b¨¢sicos estaban asegurados o en v¨ªas de soluci¨®n, fue cuando los municipios pudieron pensar en destinar parte de sus presupuestos a embellecerse, a lucir su pol¨ªtica, a buscar directamente el voto, en definitiva, con una una acci¨®n de gobierno vistosa.
As¨ª, con las alcantarillas desaguando, las escuelas y los centros de salud trabajando, con los barrios iluminados y la fachada reci¨¦n pintada, y las calles adecentadas, los rectores municipales se plantean en esta tercera fase de su historia reciente c¨®mo afrontar el siglo XXI y empiezan a planificar el futuro urban¨ªstico, econ¨®mico y social de sus ciudades a medio y largo plazo.
Buscan un lugar al sol. Intentan descubrir sus potenciales ocultos. Badalona, Santa Coloma de Gramenet, L'Hospitalet y Cornell¨¤ parten de situaciones similares. Excepto Santa Coloma, que nunca ha tenido industria potente, las otras tres han perdido muchas de sus instalaciones fabriles tradicionales. En cambio, las pol¨ªticas municipales de las cuatro ciudades, gobernadas todas por los socialistas, coinciden en impulsar el sector servicios. Todas tienen planes de construcci¨®n de hoteles y sobre todas pende un mismo interrogante: ?c¨®mo afrontar la nueva oleada inmigratoria y los problemas de integraci¨®n y asistencia que plantea?
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