Una especie de listos
"?No escuche lo que estoy diciendo, sino lo que quiero decir!", exclam¨® una vez el f¨ªsico Richard Feynman, falto de palabras para explicar un sutil concepto cu¨¢ntico a un interlocutor que no lo era tanto. Y, pese a lo que pueda parecer, Feynman no estaba pidiendo la luna a su colega. Los humanos nos pasamos la vida escuchando lo que la gente quiere decir, no lo que dice, juzgando lo que un comportamiento deber¨ªa revelar, no lo que revela, y extrayendo firmes conclusiones de cualquier modesta colecci¨®n de datos incompletos y expectativas ambiguas. Somos una especie de listos, y la raz¨®n es la siguiente.
?Recuerdan el punto ciego? La retina est¨¢ llena de fotorreceptores en toda su superficie menos en una regi¨®n cercana al centro, que tiene que hacer sitio para que el nervio ¨®ptico salga por all¨ª hacia el cerebro. En esa zona central del campo visual no vemos absolutamente nada, pero somos inconscientes de ello porque nuestro c¨®rtex visual rellena el agujero con lo que "supone" que deber¨ªa estar all¨ª. El mismo proceso de rellenado nos permite "ver" esos balcones de la casa de enfrente pese a los ¨¢rboles que casi los tapan, o el movimiento de un bal¨®n pese a la opacidad del ¨¢rbitro y de siete jugadores contrarios que, en realidad, nos han ocultado el 80% de su trayectoria. Las escenas visuales que llegan a nuestra consciencia parecen representaciones fotogr¨¢ficas del mundo externo, pero en realidad son interpretaciones generadas por nuestro c¨®rtex visual mediante el rellenado, una hip¨®tesis viable sobre la informaci¨®n que falta.
Tendemos a considerar inmoral lo que nuestra ignorancia convierte en raro, y moral lo que la rutina transforma en invisible
"El rellenado ocurre en todas las ¨¢reas cerebrales", afirma el neurocient¨ªfico Christof Koch. "Este principio general, que suele expresarse coloquialmente como 'saltar a las conclusiones', gu¨ªa gran parte del comportamiento humano". El c¨®rtex cerebral est¨¢ dividido en ¨¢reas -especializadas en ver, o¨ªr, predecir, razonar, simpatizar, socializar-, pero todas comparten unos principios b¨¢sicos de funcionamiento, y el rellenado es uno de ellos.
Acompa?emos a la informaci¨®n en su escalada hacia las ¨¢reas superiores del c¨®rtex, mientras paso a paso se va haciendo m¨¢s abstracta. Aqu¨ª hay zonas que entienden de sintaxis. Asistimos a una conferencia y estas ¨¢reas de nuestro c¨®rtex perciben nombres, verbos, frases y sus relaciones mutuas. Vale. Pero prueben a leer una transcripci¨®n literal de la conferencia. Donde cre¨ªamos que el orador hab¨ªa dicho "la retina est¨¢ llena de fotorreceptores en toda su superficie menos en una regi¨®n cercana al centro", la transcripci¨®n demuestra que lo que dijo en realidad fue: "La retina, vaya, retina tiene la superficie est¨¢ llena de fotorreceptores menos en una regi¨®n del centro una regi¨®n cercana al... Bien, sigamos".
Pero qu¨¦ horror. ?C¨®mo demonios entendimos ese potaje durante la conferencia? Gracias al rellenado. En el c¨®rtex visual, el rellenado propone las formas y trayectorias m¨¢s probables entre las que cuadran con los datos fragmentarios. En el c¨®rtex sint¨¢ctico, el mismo proceso de rellenado propone las estructuras de la oraci¨®n m¨¢s probables entre las que pueden acomodar las agresiones orales del conferenciante.
M¨¢s arriba a¨²n en la jerarqu¨ªa, las ¨¢reas del c¨®rtex se ocupan de resolver problemas, improvisar reacciones, interpretar el lenguaje, hacer juicios de valor, controlar los impulsos y organizar nuestro comportamiento social. Son nobles funciones mentales, en verdad, pero las ejecuta un trozo de c¨®rtex como cualquier otro, que tambi¨¦n practica el rellenado de forma permanente y compulsiva.
De ah¨ª nuestra ¨²til pero peligrosa tendencia a formarnos una opini¨®n sin suficientes elementos de juicio, a considerar inmoral lo que nuestra ignorancia convierte en raro, y moral lo que nuestra rutina transforma en invisible, a aceptar la autoridad que emana de un traje caro y a ver fantasmas donde s¨®lo hay fontaneros polacos. Una especie de listos, ya digo. Pero no entiendan lo que digo, sino lo que quiero decir.
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