Buscando la luz m¨¢s alta

Una presencia esencial en la escritura de Antonio Colinas (La Ba?eza, 1946) es la naturaleza como fuente de la que todo surge y a la que todo retorna, ejemplo expreso de una universalidad tamizada por lo m¨ªtico y simb¨®lico, por la experiencia emotiva del existir y la intensidad del ser. Debajo de la realidad visible y de la Historia existe otra realidad y otro tiempo, el de la intrahistoria, donde es posible reivindicar la actualidad de s¨ªmbolos y mitos que integran la ra¨ªz del esp¨ªritu. En el camino de la escritura entrecruzan su paso emoci¨®n y pensamiento, reflexi¨®n y sentimiento, raz¨®n y coraz¨®n. Colinas alcanza esta idea creadora por diversas v¨ªas, y entre ellas, de un lado su profundo conocimiento del pensamiento y del esp¨ªritu oriental a trav¨¦s del budismo, el tao¨ªsmo y el zen; de otro su convivencia con pensadores que vienen a definir esa busca totalizadora y trascendente del ser y de la existencia.

La simiente enterrada es muestra palmaria de esta concepci¨®n expresiva, de ese enfrentamiento con la realidad de un pa¨ªs y un pensamiento concretos: China valorada en su actua-lidad e intemporalidad. Su origen est¨¢ en un viaje preciso en el tiempo, y por eso tienen cabida en el texto la cr¨®nica y el diario, la reflexi¨®n afor¨ªstica y la contemplaci¨®n po¨¦tica o descriptiva, pero lo que define su entramado es su car¨¢cter de ensayo viajero. Su sentido nace del hecho de que es un viaje trascendente, pues junto al viaje exterior se impone el viaje interior, personal y ¨²nico como hilo arm¨®nico que otorga una sutil unidad de acci¨®n: "La idea de armon¨ªa nace en China de un triple orden: el moral, el f¨ªsico y el c¨®smico. Lo maravilloso es que este cruce de potencias se da en el mismo centro del ser humano".

China es y ha sido durante si

glos un enclave simb¨®lico, don-de la trascendencia de esos signos eternos que definen su ser, est¨¢ unida a la de sus acontecimientos hist¨®ricos, religiosos, culturales y literarios. Y a trav¨¦s de todos ellos, Colinas lleva a cabo un viaje hacia s¨ª mismo, hacia ese centro imprescindible "fijado obsesivamente en la lecci¨®n de los s¨ªmbolos". Lo que Colinas persigue no es otra cosa que alcanzar ese "justo medio" de verdad y vida que Confucio entend¨ªa como "la gran base fundamental del mundo". Y el modo no es otro que su ideal capacidad para hablarnos "de otra realidad que nada tiene que ver con lo que entendemos a diario por realidad", buscando su m¨¢s alta luz en "la pervivencia y utilidad del s¨ªmbolo".

M¨¢s all¨¢ de lo ya sabido y le¨ªdo, de la denuncia de un desa-rrollo injusto y excesivo, del relato obligado de todo viajero en China, lo importante de este libro lleno de matices, es la "sustancia" que enlaza temas y reflexiones nacidas de las ra¨ªces profundas y arm¨®nicas de la cultura y del esp¨ªritu chinos. El pasado como espejo que se ofrece al presente. De ah¨ª su acento personal y vivo, apasionado, que expresa un pensamiento sincero y seguro de su objeto: "La conciencia de vivir y de ser en armon¨ªa".