Clamor de venganza en Galilea
La comunidad ¨¢rabe de Israel se halla a las puertas de una revuelta tras el asesinato de cuatro personas por un extremista jud¨ªo
Shafaram medita su venganza. Millares de ciudadanos ¨¢rabes israel¨ªes acudieron ayer al cementerio de Shafaram para despedir a sus cuatro vecinos asesinados a sangre fr¨ªa por un militante radical jud¨ªo que hab¨ªa desertado del Ej¨¦rcito. El agresor, Eden Nathan Zeda, de 19 a?os, fue linchado despu¨¦s por una multitud.
Las autoridades israel¨ªes temen que la situaci¨®n creada por este incidente acabe generando una revuelta en el coraz¨®n de Israel y enfrente a las comunidades ¨¢rabes del pa¨ªs con el Gobierno.
"No nos vamos a quedar con las manos cruzadas", aseguraban ayer los j¨®venes de Shafaram, mientras permanec¨ªan sentados en la acera, cerca del lugar donde el d¨ªa anterior hab¨ªan estallado los incidentes. Media docena de ramos de flores, algunas velas, cuatro zapatos sin due?o y una llanta de autom¨®vil recordar¨¢n durante los pr¨®ximos d¨ªas el lugar exacto del ataque.
El murmullo de indignaci¨®n se convirti¨® ayer en un clamor en las calles de Shafaram cuando millares de musulmanes, drusos y cristianos, confundidos en una sola marcha despu¨¦s de la plegaria semanal de las mezquitas, acompa?aron hasta el cementerio los restos de dos de las v¨ªctimas: las hermanas Hazar y Dina Turki, de 23 y 21 a?os, respectivamente. Horas antes hab¨ªan sido tambi¨¦n enterrados los restos del conductor del veh¨ªculo, Michel Bahous, de 65 a?os, y del viandante Nadir Hayak, de 55 a?os, alcanzado tambi¨¦n por las balas del fusil de asalto M-16.
"El Estado no est¨¢ haciendo nada por sus ciudadanos ¨¢rabes, a pesar de que somos un 20% de su poblaci¨®n", se quejaba en voz alta Munir Baki, alcalde de Shafaram, al tiempo que caminaba en medio del cortejo f¨²nebre. El responsable municipal acababa de elaborar una mezcla explosiva, al unir al mismo tiempo el dolor de la poblaci¨®n por la muerte de los cuatro vecinos y las quejas hist¨®ricas de un sector de la poblaci¨®n israel¨ª que se siente marginada y abandonada.
El temor a una revuelta popular, de car¨¢cter pol¨ªtico y social, similar a la que estall¨® en octubre de 2000 en el seno de la comunidad ¨¢rabe de Israel, que se sald¨® con la muerte de 13 personas, ha obligado al Gobierno del primer ministro Ariel Sharon a mostrarse cauteloso. Las ¨®rdenes son estrictas: el Ej¨¦rcito y la polic¨ªa han desaparecido de las calles de la ciudad, las banderas israel¨ªes han sido arriadas y ninguno de los autores del linchamiento del colono radical jud¨ªo ha sido detenido. Una calma tensa se ha instalado en Shafaram.
"El Ej¨¦rcito es el culpable, ya que le dio un arma. Hab¨ªa pedido a sus superiores que le fueran a buscar y que le retiraran su fusil", se lamentaba desde la otra punta del pa¨ªs, en Rishon Letzi¨®n, a las puertas de Tel Aviv, Debora Deby, madre del atacante jud¨ªo. Hace dos semanas, desesperada por el silencio del Ej¨¦rcito tras la deserci¨®n de su hijo, habl¨® por la radio, en el programa de Carmella Menashe, la m¨¢s popular y conocida experta israel¨ª en cuestiones militares. Tampoco hubo respuesta.
El cuerpo de su hijo, destrozado por los golpes de una multitud encolerizada, ha empezado un largo viaje sin destino fijo. Con la cabeza cubierta con una bolsa de pl¨¢stico negra, para esconder el rostro desfigurado, el cad¨¢ver viaj¨® primero al asentamiento radical ortodoxo de Tapuah, donde hab¨ªa vivido durante los ¨²ltimos meses, para continuar luego hasta su ciudad natal de Rishon Letzi¨®n.
Pero ning¨²n cementerio est¨¢ dispuesto a abrirle sus puertas. Nadie quiere sus restos. La familia ha pedido el amparo del Tribunal Supremo.
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