Fazio, el 'Papa laico'

Antonio Fazio es llamado el Papa laico. Porque es un cat¨®lico de misa diaria y, sobre todo, porque su empleo de gobernador del Banco de Italia se parece en algunos aspectos al que desempe?a el inquilino de san Pedro: el cargo es vitalicio, el poder es absoluto y se viste una ropa especial. El uniforme de Fazio consiste en un traje gris con chaleco gris y corbata oscura, siempre, sea invierno, verano o fin de semana. Otra similitud: las finanzas italianas componen un mundo tan oscuro y complejo como el que se encierra en el Vaticano. En ese mundo oscuro, Fazio, gran lector de San Ignacio, lleva una vida desenvolvi¨¦ndose con habilidad.

Naci¨® en 1936 en Alvito, un pueblo de una zona interior, Frosinone, a medio camino entre Roma y N¨¢poles, caracterizada por el car¨¢cter rural y cerrado. Se cas¨® tarde, a los 42 a?os, con Mar¨ªa Teresa, otra ciociara de Frosinone, y tuvo cinco hijos. La pareja sigue pasando las vacaciones en Alvito.

Antonio Fazio se doctor¨® en Econom¨ªa en Roma en 1960 e hizo dos cursos de especializaci¨®n en el Massachusetts Technology Institute (MIT) con el premio Nobel Franco Modigliani. El oficio, sin embargo, lo aprendi¨® en el Banco de Italia, donde ingres¨® inmediatamente despu¨¦s de la licenciatura y de donde no se ha movido nunca. En 1993, Fazio fue situado al frente de la instituci¨®n. Al Parlamento le pareci¨® un hombre gris y d¨²ctil: lo primero era verdad; lo segundo, no.

Fazio se apoy¨® desde el principio en su amigo Cesare Geronzi, presidente de Capitalia (antiguo Banco de Roma). Muchas cejas se alzaron cuando se supo que en 2002 peregrin¨® con Geronzi, a bordo del avi¨®n privado de ¨¦ste, a Lourdes y Santiago de Compostela: en otros pa¨ªses, ese compadreo habr¨ªa forzado una dimisi¨®n. Pero nadie pod¨ªa sorprenderse porque en 1999 ya hab¨ªa impedido que Sanpaolo IMI comprara el banco de su amigo Geronzi, esgrimiendo vagas razones de competencia.

Su habilidad pol¨ªtica qued¨® demostrada en 2001. Justo antes de las elecciones afirm¨® que Silvio Berlusconi pod¨ªa generar en Italia "un nuevo milagro econ¨®mico", y Berlusconi no olvid¨® ese favor. En 2003 estallaron los casos Cirio y Parmalat, y se descubri¨® que el supervisor no s¨®lo hab¨ªa permitido que la banca prestara grandes sumas a empresas fraudulentas, sino que, adem¨¢s, hab¨ªa invertido directamente en ellas: el fondo de pensiones del banco central pose¨ªa acciones de Parmalat por valor de 34 millones de euros. El apoyo de Berlusconi fue fundamental para que el gobernador superara esa situaci¨®n delicad¨ªsima.

Desde dentro del Banco de Italia se critica su despotismo; desde fuera, su incompetencia: tras una d¨¦cada de mandato bajo la consigna de la "defensa de la italianidad" del sistema financiero, la banca italiana sigue siendo, en general, peque?a, una de las m¨¢s caras de Europa para sus clientes e incapaz de competir con el exterior.