Josefina Aldecoa
Josefina Aldecoa es alta, delgada, bella. Elegante de movimientos. Podr¨ªa haber sido una de las actrices preferidas de Hitchcock. Pero sobre todo (y esto es lo que realmente la hace sobresalir ) es elegante en el manejo de las palabras. Nada de lo que escribe es afectado y jam¨¢s, simple. Su literatura es natural como el discurrir del agua o como la salida de la luna, sin que por eso el agua y la luna sean hechos f¨¢ciles, sino el resultado de mucho trabajo y mucha combinaci¨®n c¨®smicos. Detr¨¢s de los libros de Josefina est¨¢ su vida, tampoco f¨¢cil, a veces dolorosa, pero afortunada por c¨®mo ha sabido vivirla, por c¨®mo ha extra¨ªdo de ella un jugo recio y fr¨¢gil que deja en el ¨¢nimo de sus lectores y de quienes tenemos la suerte de conocerla. Porque es como escribe. O, mejor, escribe como es. Esto es lo m¨¢ximo a lo que puede aspirar un escritor, a legar su singularidad, su forma de pensar y de sentir el mundo. Para eso, amigos y enemigos m¨ªos, sirve el estilo y no para embotar las mentes.
Tengo ante m¨ª una foto suya tomada en su apartamento del paseo de la Florida de Madrid cuando era muy joven. Parece un fotograma de una pel¨ªcula francesa en blanco y negro. Est¨¢ en un balc¨®n, leyendo entre unas flores cercanas y un paisaje de ¨¢rboles borrosos m¨¢s lejano, que la envuelven en cierto romanticismo. Pero ella a su vez, su gesto pensativo y sencillez, envuelven la escena en sobriedad. Una chica joven muy reflexiva. Nos la podemos imaginar con bastante claridad en la cubierta del barco que la llev¨® a Inglaterra impulsada por su ansia de aprender, ver y comprender. Mientras contemplaba el mar habr¨ªa en ella una mezcla de seriedad y entusiasmo que atrajo a aquel grupo de estudiantes ingleses que le preguntaron de d¨®nde ven¨ªa. De Espa?a. Decir de Espa?a entonces era decir mucho. Era el verano de 1950, y ella no era s¨®lo una estudiante como ellos. Era una ni?a de la guerra y alguien que estaba viviendo una dictadura y una posguerra pobre y tediosa.
En Londres, seg¨²n nos cuenta en su libro En la distancia, encontr¨® frescura, cosmopolitismo, personas interesantes y ?qu¨¦ maravilla!, libertad. Bueno, y quiz¨¢ descubri¨® un campo de estudio y una vocaci¨®n que ha cultivado con dedicaci¨®n y pasi¨®n a lo largo de los a?os, la de ense?ar. Le preocupaba y le preocupa y nos preocupa a todos la rigidez del sistema educativo y la consideraci¨®n del ni?o como ser ¨²nico que requiere una atenci¨®n especial y no cuartelera. Nada m¨¢s hay que fijarse en c¨®mo llam¨® su tesis doctoral, El arte del ni?o. Qu¨¦ buen t¨ªtulo, cu¨¢ntos matices y preocupaci¨®n encierra.
Si cierro los ojos, lo que veo es a una mujer luchadora y muy, muy trabajadora, con iniciativa, que no se limit¨® a quejarse y a sufrir sino que cogi¨® el toro por los cuernos y llev¨® a la pr¨¢ctica aquello que le parec¨ªa m¨¢s urgente para la prosperidad del pa¨ªs, la educaci¨®n, no ¨²nicamente fundando en 1959 el colegio Estilo, a cuyo frente contin¨²a con entrega total, sino participando en las ya legendarias "misiones pedag¨®gicas". Y no ha bajado la guardia, ah¨ª sigue d¨ªa tras d¨ªa, manteniendo su compromiso con el entorno y con ella misma. Suele decir con orgullo que naci¨® el 8 de marzo, d¨ªa de la mujer trabajadora. No ha ca¨ªdo en la tentaci¨®n de encerrarse en sus propios sue?os, de ensimismarse con su propia vida. Por eso su literatura tiene que ver con la historia de todos nosotros. Nace como un ingrediente m¨¢s de la existencia, como un regalo de la invenci¨®n humana para poder vivir mejor. No usa palabras grandilocuentes para definirla ni para definirse a s¨ª misma. Se llama maestra (Historia de una maestra). Abuela (Confesiones de una abuela). Nosotros tambi¨¦n la llamamos enigma (Enigma) porque a¨²n tiene mucho que desvelarnos. El vergel, La fuerza del destino.... Qu¨¦ misterios oculta la literatura, qu¨¦ extra?as conexiones con la realidad. Cuando le¨ª la novela con que Josefina reingres¨® en el mundo literario en 1983 La enredadera me sobresalt¨¦ al ver que las protagonistas se llamaban como mi hija, que acababa de nacer, y yo. Por no hablar de otras coincidencias. Quiz¨¢ la literatura sea lo ¨²nico que logre unir de manera invisible esto con aquello. Bastantes a?os despu¨¦s la conoc¨ª y aument¨® mi respeto y cari?o por ella. Estuvo casada durante 17 a?os con el gran escritor Ignacio Aldecoa, el amor de su vida, fallecido en 1969. Junto con ¨¦l forma parte en los anales de la literatura de la llamada Generaci¨®n de los 50, un grupo envidiable donde los haya por su vitalidad e inteligencia. Esta semana se ha celebrado un ciclo en los cursos de verano de El Escorial sobre ellos, y all¨ª estaba Josefina, una escritora.
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