El rey Fahd

Cuando muere cualquier persona, sea quien fuese, lo m¨¢s digno que hay que hacer es rezar por su eterno descanso. Pero fuera de eso no me parece admisible hacer elogio grandilocuente de ning¨²n tirano por muy fallecido que est¨¦.

?Qui¨¦n era pol¨ªticamente el rey Fahd de Arabia? Pues era el jefe de un Estado donde existe un gran contraste entre el discreto nivel de vida de la poblaci¨®n mayoritaria frente al lujo y ostentaci¨®n de una familia real que mantiene su nivel a costa de las riquezas petrol¨ªferas de la naci¨®n.

Era el jefe de Estado que manten¨ªa una doble moral pol¨ªtica, estableciendo por un lado la ley radical isl¨¢mica en su pa¨ªs mientras manten¨ªa una alianza con los Estados Unidos (naci¨®n que al parecer est¨¢ en guerra contra el terrorismo islamista). Era el jefe de Estado que financia la extensi¨®n del integrismo isl¨¢mico a trav¨¦s de las mezquitas en Europa. Y era, que no se olvide, el jefe de Estado que manten¨ªa relegada a la mujer a ciudadana de segunda clase, priv¨¢ndola de los derechos de que gozan los hombres. Y como ep¨ªlogo, recordar que era tambi¨¦n el rey de una naci¨®n en cuyo territorio est¨¢ penado con c¨¢rcel tener una Biblia, un rosario o hacer cualquier muestra de expresi¨®n religiosa cristiana. ?ste es el rey, tirano en la realidad, al cual nuestro Gobierno ha dedicado un d¨ªa de luto oficial (el mismo que se dedic¨® al papa Juan Pablo II) y al que Marbella ha honrado como ciudadano ejemplar.

Que descanse en paz y que su sucesor deje vivir en paz a sus s¨²bditos respetando sus derechos humanos.