Apa?o con plegaria
ROGER SALAS
La primera sorpresa es que en el escenario est¨¢ imponiendo su presencia la mastod¨®ntica escenograf¨ªa del musical Hoy no me puedo levantar, y que por sus vericuetos constructivos de escaleras y plataformas, cantaores y bailarines se apa?an para salir a escena o aforarse. Es enga?oso e irrespetuoso con el p¨²blico. Es un apa?o de mercadillo, unos bolos del mont¨®n, y eso no puede permit¨ªrselo una compa?¨ªa de titularidad p¨²blica, que por cierto, cambia de nombre como de camisa o director, y que viene a Madrid a un teatro privado con gran despliegue medi¨¢tico.
La obra se divide en tres partes se?alizadas b¨¢sicamente por el tono de los bailes y por el color del vestuario: blanco, negro, rojo; los trajes no ayudan, pues cuando quieren ser renovadores parecen un muestrario de tejidos diferentes (blancos) y cuando quieren ser lujosos (rojos), el brillo de las lentejuelas y los lam¨¦s los pierde y parecen de revista. Y es que al final, navegando entre t¨®picos facilones y poqu¨ªsima imaginaci¨®n cor¨¦utica, aquello deviene en n¨²meros de comedia musical, sin empaque, sin seriedad expositiva (?qu¨¦ pintan canciones de las listas de los m¨¢s vendidos como Coraz¨®n part¨ªo en un espect¨¢culo de ballet flamenco?). La parte de negro, por ejemplo, es un ramillete de cursiler¨ªas relativas a la Semana Santa o el luto riguroso ("las lorquianas mujeres de negro"), con muchos reclinatorios, cruces, persignaciones e invocaciones al m¨¢s all¨¢ (desde una tarima alta, un bailar¨ªn santigua al p¨²blico m¨¢s de una vez): no se sabe si subvenciona la iglesia o la Junta de Andaluc¨ªa.
Viaje al Sur
Ballet Flamenco de Andaluc¨ªa. Coreograf¨ªa: Cristina Hoyos; direcci¨®n esc¨¦nica: Ram¨®n Oller; m¨²sica: Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez y otros; vestuario: Merc¨¦ Paloma; luces: Vinicio Cheli; escenograf¨ªa: Giuliano Spinelli. Teatro Rialto-Movistar, Madrid.
Caricatura
Nada pueden hacer los bailarines (s¨®lo reconozco unos pocos de la antigua y entonada plantilla de la Compa?¨ªa Andaluza de Danza), que se esfuerzan y tienen calidad, pero que han sido llevados a una cuerda de baile extremada y casi caricaturesca de tablao tur¨ªstico donde el exceso de gestos, zapateado y volantazos arruina las posibles delicadezas de los estilos propios de los bailes: eso pasa desde la guajira que justo pide lo contrario. La confusi¨®n aumenta con una serie de objetos enormes (maletas, mesas y los reclinatorios de varios modelos) que se van interponiendo en el camino de los artistas.
El Junco, que era una de las bazas de esta presentaci¨®n, ha decepcionado tambi¨¦n. Es un bailar¨ªn deslavazado, con un f¨ªsico particular (demasiada altura para la proporci¨®n que pide el canon del baile espa?ol) que se empe?a en camuflar, no en exhibir. El resultado es irregular y sin voz propia. El p¨²blico veraniego al final estaba encantado y se puso en pie, pidi¨® bises (que fueron concedidos) y bati¨® palmas a comp¨¢s, ese generoso aplauso "a la sevillana" que quiere decir y reflejar contentura.
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