M¨¢quinas letales
No te empecines, parque de Eugenia de Montijo (distrito de Carabanchel, Madrid). No hay nada que hacer. Las excavadoras y las m¨¢quinas de talar ¨¢rboles que os est¨¢n amargando la vida para facilitar las tropel¨ªas de las obras de la M-30, act¨²an por propia voluntad. No obedecen ¨®rdenes de humano alguno. Ten¨ªa que suceder. El ordenador Hal de 2001, una odisea del espacio, los robots de Asimov y los replicantes de Blade runner ya nos lo advirtieron. Llegar¨¢ un d¨ªa en que los artefactos ideados por el hombre tendr¨¢n ideas propias y nadie podr¨¢ detenerles.
As¨ª ha ocurrido con el fax que envi¨® copias incompletas del informe de Roquetas (en la comisar¨ªa no te metas). Era un fax que, desde donde se hallara o hallase, supo perfectamente qu¨¦ ten¨ªa que hacer, y lo hizo. Asumi¨® su propia responsabilidad, dej¨® en blanco lo que ten¨ªa que dejar. Y otro tanto puede decirse del DVD en el que se grab¨® lo que se ten¨ªa que grabar, dentro del subg¨¦nero de acci¨®n Aqu¨ª No Hay Quien Entre.
Me pregunto a qu¨¦ categor¨ªa pertenecer¨¢ Alberto Ruiz-Gallard¨®n. ?Es un p¨¢jaro, es un fara¨®n?
Hace tiempo que lo ve¨ªa venir, pues, lo de la rebeli¨®n de las m¨¢quinas. No es s¨®lo el ritmo endiablado de Estefan¨ªa cepill¨¢ndose a lo mejorcito del sector servicios, que sin duda se produce porque la de M¨®naco es una princesa mec¨¢nica autoprogramada. Su actual camarero de c¨¢mara lo es de chiringuito de playa, y produce mucha ternura verle junto a la androide y sirviendo a la parroquia, colg¨¢ndole de la cintura el t¨ªpico bolsito para las propinas. Entre la clientela, por cierto, h¨¢llase Daniel Ducruet (de legendario pendentif, a su vez, difundido en su d¨ªa aunque s¨®lo en im¨¢genes) y su nueva novia.
Si yo la ve¨ªa venir, la emancipaci¨®n del robot, es porque vengo observando desde hace un tiempo que los sistemas de ordenador que controlan la publicidad peque?ita que aparece en los peri¨®dicos en su versi¨®n digital, debajo de la ampliaci¨®n de noticias, versa extra?amente sobre lo que la informaci¨®n misma nos cuenta. Verbigracia, debajo del relato de una cat¨¢strofe o de una muerte por infarto aparece publicidad de seguros de vida: ?Has pensado qu¨¦ har¨ªan los tuyos si te marcharas de repente? Sin ir m¨¢s cerca, al final de la noticia sobre la coca¨ªna hallada en el cuerpo del pobre caballero finado en Roquetas (en la comisar¨ªa no te metas) aparece una publicidad relativa a un centro de desintoxicaci¨®n, y su programa para cambiar la dicha sustancia por las inofensivas endorfinas que proporciona la pr¨¢ctica del deporte.
Tanta perfecci¨®n en la reacci¨®n no es humana, reconozc¨¢moslo. Es cosa de los herederos de Hal, aunque sus ma?as no est¨¢n al alcance de todos. Ni de todas. Ah¨ª tienen a Bel¨¦n Esteban, que aparece esta semana en las revistas vestida de Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes, muy delgada y esbelta, eso s¨ª, pero con una cara de haberse comido un menguante en vez de un croissant francamente lamentable, que colmar¨¢ de placer a la Campanario (el androide de Ambiciones, en versi¨®n reloj biol¨®gico). Siguiendo con las publicaciones rosas, menci¨®n aparte merece el paseo de Eugenia (no la del parque de las excavadoras, sino la de Irujo, o sea, la de los muchos parques privados) con el hijo de Pilar Mir¨®, Gonzalo, pedazo de hombre que si no ha ca¨ªdo en las redes de la de M¨®naco es porque no friega suelos. Este idilio entre la casa de Alba y el joven cineasta digo yo que debe de ser cosa de la propia Mir¨® que est¨¢ en los cielos, pues en mi opini¨®n no se mueve una hoja en este sistema solar que no siga controlando ella desde donde se encuentre. Gonzalo luce un aparato magn¨ªfico, en la foto de ?Hola!, una c¨¢mara antigua, marca Arriflex, de coleccionista.
Otro coleccionista, pero ¨¦ste de relaciones: Alejandro Agag aparece en las fotos m¨¢s fond¨®n que su suegro, en la onda de una de sus mejores piezas, el formulado Flavio Briatore, quien hace a?os le meti¨® en el negocio, seg¨²n cont¨® el libro Los PPijos. No obstante, amad¨ªsimos hermanos y hermanas, no estamos aqu¨ª para hablar de seres humanos entra?ables, sino de pinches m¨¢quinas.
Me pregunto a qu¨¦ categor¨ªa pertenecer¨¢ Alberto Ruiz-Gallard¨®n. ?Es un p¨¢jaro, es un fara¨®n? En cualquier caso, va a pasar a la prehistoria como el ser que cay¨® de Madrid al suelo. O, como dice Manuela, futura periodista e hija de mi amigo Javier Astasio, uno de los grandes de la SER: "Qu¨¦ mausoleo m¨¢s bonito se est¨¢ construyendo Gallard¨®n en la M-30". Queda prohibido que Esperanza Aguirre utilice la frase, ni siquiera citando procedencia.
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