No estamos tan mal
Hace ya muchos a?os que las carreras de velocidad han pasado a ser una competencia exclusiva de los atletas de raza negra. Las causas de esta aplastante superioridad han sido objeto de no pocas controversias entre especialistas y aficionados al atletismo. No han faltado, por supuesto, estudios cient¨ªficos para tratar de discernir sobre la validez de las distintas teor¨ªas formuladas, entre las que han proliferado las referidas al tama?o y a las caracter¨ªsticas de los m¨²sculos de estos atletas y las inevitables invocaciones a la existencia de un gen espec¨ªficamente asociado a la capacidad para correr m¨¢s deprisa, pasando por aqu¨¦llas, con un cierto aroma racista, que pon¨ªan el ¨¦nfasis en la primac¨ªa de los atletas de raza blanca en las disciplinas que exigen una t¨¦cnica m¨¢s depurada.
Recientemente, he le¨ªdo que una prestigiosa universidad norteamericana ha propuesto una explicaci¨®n tan sencilla como comprensible, seg¨²n la cual los deportistas de raza negra cuentan con una mayor longitud de piernas en relaci¨®n con el tama?o del cuerpo que los de raza blanca. Simplificando: los atletas negros ganan las carreras de velocidad porque tienen las piernas m¨¢s largas.
Sea como fuere, la estad¨ªstica no ha fallado en los Campeonatos del Mundo que ayer finalizaron en Helsinki. Con alguna notable excepci¨®n como la del vencedor de los 400 metros lisos, el estadounidense Jeremy Wariner, los podios de las pruebas m¨¢s cortas han estado copados por atletas afroamericanos.
Estos campeonatos, sin embargo, han deparado alguna singularidad. En ellos se ha producido una especializaci¨®n geogr¨¢fica muy acusada, seg¨²n la cual los m¨¢ximos galardones en las pruebas de fondo y mediofondo han ido a parar a manos de atletas africanos, los lanzamientos han sido para competidores procedentes de pa¨ªses que en su momento integraron la desaparecida Uni¨®n Sovi¨¦tica y su ¨®rbita de influencia y las medallas de las pruebas de velocidad las han monopolizado velocistas norteamericanos de nacimiento o que se entrenan all¨ª. Al resto de los pa¨ªses europeos, a los asi¨¢ticos o a los de Ocean¨ªa les ha tocado la pedrea en esta suerte de lotizaci¨®n geogr¨¢fica de los m¨¢ximos trofeos de Helsinki.
Mas all¨¢ de esta curiosidad y de la proliferaci¨®n de atletas de Kenia compitiendo con camisetas de un n¨²mero cada vez m¨¢s variado de pa¨ªses, es posible que las predicciones excesivamente optimistas hayan podido producir la sensaci¨®n de que a nuestro atletismo le han ido mal las cosas en estos campeonatos. No comparto esa percepci¨®n a pesar de que, ciertamente, algunas de nuestras figuras no han estado a la altura de lo que se esperaba de ellas. Es una discrepancia que no nace ¨²nicamente de la memoria, de una historia no muy lejana en la que las raqu¨ªticas representaciones de nuestro pa¨ªs en los Juegos Ol¨ªmpicos -los Mundiales de atletismo son un invento relativamente reciente- volv¨ªan con las manos vac¨ªas de medallas y diplomas. Ni siquiera tiene su origen en el repaso atento del medallero, en el que compartimos resultados con pa¨ªses, como Alemania, Italia o Gran Breta?a, con una tradici¨®n atl¨¦tica notablemente superior a la nuestra. No; es algo, entiendo, mucho m¨¢s razonable. Porque, cuando se hace la clasificaci¨®n por finalistas, que, tal y como reconoce la propia Federaci¨®n Internacional, es, desde el punto de vista t¨¦cnico, la forma m¨¢s depurada de conocer el estado de salud de un deporte como el atletismo, nos encontramos con que nuestro pa¨ªs ocupa un lugar entre los ocho mejores.
Perm¨ªtanme una comparaci¨®n tan interesada como ilustrativa. Quedar entre los ocho primeros en Helsinki es como si nuestra selecci¨®n de f¨²tbol hubiera llegado en el correspondiente Mundial a disputar los cuartos de final, algo que no sucede o, mejor, que solo ha sucedido cuatro veces en nuestra historia, si no me falla la memoria. Reconocer¨¢n conmigo que, vistas as¨ª las cosas, verdaderamente no estamos tan mal.
En cualquier caso, estoy seguro de que los Europeos de Gotemburgo del a?o que viene, como sucedi¨® este a?o en los celebrados en pista cubierta en Madrid, reconciliar¨¢n a nuestro atletismo con quienes esta vez se hayan podido sentir defraudados.
Alfredo P¨¦rez Rubalcaba es portavoz del Grupo Parlamentario Socialista.
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