La gesta de Gaza
La retirada total de Israel de la franja de Gaza ha comenzado ya sin m¨¢s incidentes que las previstas y muy comprensibles protestas de los muchos ciudadanos israel¨ªes y jud¨ªos de todo el mundo que, por motivos religiosos, pol¨ªticos o de mera seguridad, consideran un error, cuando no una traici¨®n, el abandono de este territorio ocupado en 1967. Sin entrar en el peso real de sus razones, lo cierto es que estos adversarios de la retirada de Gaza son una minor¨ªa en la sociedad israel¨ª, en su representaci¨®n parlamentaria en el Knesset y tambi¨¦n y muy claramente entre la di¨¢spora jud¨ªa. Esto se percibe de especial manera en Nueva York, donde la muy numerosa, potente y plural comunidad jud¨ªa, que ha nutrido durante d¨¦cadas con colonos ortodoxos y dinero a los asentamientos en Gaza y Cisjordania, apoya abiertamente la pol¨ªtica de Sharon. La oposici¨®n en la comunidad neoyorquina no ha pasado de los insultos a Sharon en las sinagogas ortodoxas.
Se puede especular sobre los motivos que han llevado a Sharon a una decisi¨®n hist¨®rica que rompe con todo el gran proyecto religioso y filos¨®fico que llamaba a los jud¨ªos a dominar, colonizar y crear prosperidad y vida piadosa jud¨ªa en unos territorios que seg¨²n la ortodoxia Dios le hab¨ªa asignado a su pueblo. Es evidente que el gesto tiene mucho m¨¢s calado que el hecho de la evacuaci¨®n de unos cuantos miles de colonos de unos asentamientos rodeados por casi mill¨®n y medio de palestinos hacinados en un min¨²sculo y m¨ªsero erial con la mayor densidad de poblaci¨®n del mundo. Y est¨¢ claro que lo que seg¨²n todos los indicios Sharon ya ha conseguido en Gaza -la retirada total sin una fractura social irreversible- no lo lograr¨ªa ning¨²n primer ministro israel¨ª en una Cisjordania con asentamientos que ya son ciudades pr¨®speras en pr¨¢ctica vecindad con Jerusal¨¦n. En este sentido, la retirada de Gaza es s¨®lo una cesi¨®n a medias porque consolida asentamientos cisjordanos -v¨¦ase Ariel- como territorios israel¨ªes innegociables. As¨ª visto, puede verse como un precedente de este hecho hist¨®rico la evacuaci¨®n de colonos jud¨ªos de la pen¨ªnsula del Sina¨ª en 1982, aunque all¨ª el territorio se cediera a un Estado, el egipcio, que acababa de firmar la paz con Israel y no a un d¨¦bil organismo palestino incapaz de imponer su ley a su propia poblaci¨®n.
Pero no deja de ser una cesi¨®n el hecho de que Israel renuncie a su presencia en un territorio en el que m¨¢s de un mill¨®n de palestinos viven y mueren para destruir el Estado jud¨ªo, en el que toda pol¨ªtica de moderaci¨®n fracasa y el terrorismo islamista tiene uno de sus caldos de cultivo m¨¢s f¨¦rtiles. El islamismo radical ya intenta presentar como victoria la retirada israel¨ª de Gaza, como ya hizo en su d¨ªa, con notable ¨¦xito, con la salida de L¨ªbano. El capital pol¨ªtico que especialmente Hezbol¨¢ logr¨® sacar de aquella muy sensata decisi¨®n de Israel explica sin duda gran parte de los sentimientos encontrados de muchos israel¨ªes partidarios de la retirada de Gaza, pero conscientes de estar optando por la decisi¨®n menos mala pero no exenta de peligros.
Pero independientemente de causas y efectos, la retirada de Gaza, su debate en el seno de la sociedad y del Parlamento de Israel demuestran, de forma nada parad¨®jica, la grandeza de los ideales de este Estado en el momento de renunciar a lo que para muchos de sus ciudadanos era uno de sus principales valores. Todos los intentos de socavar el Estado y la democracia invocando "derechos hist¨®ricos o b¨ªblicos" han fracasado ante la firmeza de los defensores del sistema parlamentario. Y todo ello en el marco de una creciente efervescencia en todo el mundo isl¨¢mico en el que el fanatismo antijud¨ªo y antioccidental intenta movilizar a las sociedades fracasadas contra las democr¨¢ticas, libres y pr¨®speras. Las sociedades europeas comienzan a ser conscientes de que tienen, como Israel, un enemigo mortal en su entorno y en su seno que no tiene otra reivindicaci¨®n que negarles el derecho a la existencia en libertad y seguridad. Quiz¨¢s ahora les sea m¨¢s f¨¢cil valorar temores y esperanzas de un Estado que vive as¨ª desde su fundaci¨®n. Y aplauda la gesta democr¨¢tica que es, no ya la retirada en s¨ª, sino el alarde de firmeza del Estado de derecho que la ha precedido.
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