Una multitud de j¨®venes aclama al Papa en su primer viaje fuera de Italia
Benedicto XVI reivindica la cristiandad de Europa en la ciudad alemana de Colonia
Benedicto XVI reivindic¨® ayer la cristiandad de Europa ante decenas de miles de j¨®venes reunidos en la ciudad alemana de Colonia. El Papa subray¨® en la jornada inicial de su primer viaje al extranjero una de las ideas que parec¨ªan definir el proyecto de su pontificado, la regeneraci¨®n del "continente m¨¢s viejo" por la v¨ªa del cristianismo. Una multitud le aclam¨® sin cesar en la orilla del Rin y a las puertas de la catedral y Ratzinger reflej¨® con sonrisas su alivio por un recibimiento m¨¢s caluroso de lo esperado.
El primer viaje comenz¨® de forma muy satisfactoria para Benedicto XVI. Pero quedaban, tras el impacto emocional de su "estreno" como peregrino entre muchedumbres, algunos escollos. Joseph Ratzinger volv¨ªa como Pont¨ªfice a su pa¨ªs natal, Alemania, porque Juan Pablo II convoc¨® en Colonia la Jornada Mundial de la Juventud de 2005, y esa casualidad no le resultaba especialmente c¨®moda. "Nunca se me habr¨ªa ocurrido elegir Alemania como destino de mi primer viaje", coment¨® d¨ªas atr¨¢s en un encuentro privado.
Las relaciones entre Ratzinger y el catolicismo alem¨¢n fueron dif¨ªciles durante a?os: la Iglesia m¨¢s rica de Europa, claramente decantada hacia el reformismo, tuvo frecuentes roces con el actual Papa cuando ¨¦ste ocupaba la prefectura de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe y velaba por una ortodoxia conservadora.
Esas diferencias se mantienen, pese al calor del encuentro de ayer. Divorcio, homosexualidad, participaci¨®n femenina e incluso celibato sacerdotal son cuestiones en las que el Vaticano est¨¢ muy lejos de la comunidad cat¨®lica alemana. Basta un dato para hacerse una idea de la importancia de Alemania dentro de la Iglesia cat¨®lica: la di¨®cesis de Colonia tiene un presupuesto de casi 800 millones de euros anuales, unas tres veces m¨¢s que el presupuesto del Vaticano.
La gigantesca presencia internacional en la ciudad, que acog¨ªa a 80.000 italianos, 45.000 franceses y m¨¢s de 30.000 espa?oles (muy audibles en los v¨ªtores a Benedicto XVI ante la catedral g¨®tica), permit¨ªa relativizar la "cuesti¨®n alemana". Pon¨ªa en primer plano, sin embargo, la gesti¨®n de la herencia de Karol Wojtyla. El catolicismo de peregrinaci¨®n masiva y c¨¢ntico de estadio, que realzaba el carisma personal del anterior Pont¨ªfice, nunca fue del gusto de Ratzinger. Para la pr¨®xima Jornada Mundial de la Juventud, a celebrar en Sydney en 2007, Benedicto XVI orden¨® recientemente un formato m¨¢s recogido e ¨ªntimo. Pero de momento casi un mill¨®n de j¨®venes hab¨ªan acudido a Colonia y el nuevo Papa ten¨ªa que adaptarse al formato del anterior. El diario de la Conferencia Episcopal Italiana, Avvenire, defini¨® el desplazamiento a Alemania como "el viaje de los dos Papas", por el indudable peso de la ausencia del Pont¨ªfice muerto el 2 de abril.
Benedicto XVI hizo alusi¨®n ayer de forma sutil, en uno de sus discursos, al asunto de las grandes concentraciones juveniles. Dijo que los j¨®venes que le vitoreaban eran "la herencia de Juan Pablo II" y a?adi¨®: "Ahora me corresponde a m¨ª recoger esta extraordinaria herencia espiritual que nos ha dejado el papa Juan Pablo II. ?l os ha querido, vosotros le hab¨¦is entendido y hab¨¦is correspondido con el entusiasmo de vuestra edad. Ahora, todos juntos tenemos el cometido de llevar a la pr¨¢ctica sus ense?anzas".
La frase "llevar a la pr¨¢ctica" suger¨ªa la voluntad de Ratzinger de fomentar un activismo cat¨®lico m¨¢s profundo e ¨ªntimo, y forzosamente m¨¢s minoritario, que el patrocinado por Wojtyla. "Os invito a servir sin reservas a Cristo, cueste lo que cueste", dijo Benedicto XVI, antes de referirse a "una Europa que debe mucho al Evangelio".
El Papa fue recibido a mediod¨ªa en el aeropuerto de Colonia por el presidente de la rep¨²blica, Horst K?hler, de religi¨®n protestante, quien record¨® a Benedicto XVI el empe?o de las iglesias alemanas en la consecuci¨®n de "una sociedad justa" y en la solidaridad con los m¨¢s d¨¦biles.
La aut¨¦ntica llegada, sin embargo, se produjo despu¨¦s de las cuatro de la tarde, cuando el Papa embarc¨® en un buque y, escoltado por cinco naves menores que representaban los cinco continentes, recorri¨® 10 kil¨®metros del Rin hasta atracar ante un muelle en el que esperaban unas 300.000 personas. Despu¨¦s se dirigi¨® a la catedral, donde honr¨® las reliquias de los Reyes Magos (una tradici¨®n carente de sustento hist¨®rico) y donde record¨® a "todos los santos que contribuyeron al crecimiento de Europa sobre las ra¨ªces cristianas".
400.000 peregrinos
En Colonia hab¨ªa ayer al menos 400.000 peregrinos j¨®venes. Los obispos alemanes preve¨ªan que el s¨¢bado y el domingo, en la explanada de Marienfeld, iban a ser 800.000 o hasta un mill¨®n. La Jornada Mundial de la Juventud, creada en 1984 por Juan Pablo II, se ha convertido en un extraordinario fen¨®meno de masas. A veces deja atr¨¢s un d¨¦ficit notable (las p¨¦rdidas en Montreal fueron de 24 millones de euros), pero el impacto social est¨¢ fuera de toda duda.
?Qu¨¦ es lo que atrae a los j¨®venes cat¨®licos a estas concentraciones? Un sondeo del diario Die Welt indicaba esta semana que m¨¢s del 40% de los participantes acud¨ªan para encontrar a gente de su edad. El aspecto de la diversi¨®n y el espect¨¢culo no puede soslayarse: el martes actuaron en el recinto ferial, epicentro de las jornadas, un grupo de percusi¨®n brasile?a, un rapero, varios grupos de rock, especialistas en danza del vientre y bailarines africanos.
Pero ver s¨®lo la fiesta ser¨ªa reductivo. La fe es el centro de gravedad del acontecimiento, basta hablar con los muchachos para comprobarlo. Y luego est¨¢ la presencia del Papa.
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