Delfines did¨¢cticos
Amitav Ghosh (Calcuta, 1956) es, utilizando un t¨¦rmino cinematogr¨¢fico, el m¨¢s vistoso "localizador" de escenarios de la moderna narrativa india. Siempre sorprende en ese sentido, y seguramente ello se deba a que estudi¨® antropolog¨ªa social en Oxford y la vida le ha llevado a trabajar en sitios tan diferentes como Pakist¨¢n, Sri Lanka, Ir¨¢n, Camboya o Egipto, am¨¦n de residir actualmente como profesor de literatura en Nueva York. En este libro sit¨²a la acci¨®n en las Sunderban, islas y manglares de Bengala donde r¨ªos, riachuelos, lodazales y mareas que suben y bajan configuran un paisaje siempre impredecible, un laberinto aleatorio repleto adem¨¢s de tigres protegidos pero devoradores.
LA MAREA HAMBRIENTA
Amitav Ghosh
Traducci¨®n de Agust¨ªn Vergara
Emec¨¦. Barcelona, 2005
433 p¨¢ginas. 22,50 euros
El lector habitual de Ghosh (El c¨ªrculo de la raz¨®n, L¨ªneas de sombra, El cromosoma Calcuta o El palacio de cristal) encontrar¨¢ en La marea hambrienta el sello del autor: prosa comprensible, entrelazamiento de personajes, respeto por los derechos cotidianamente pisoteados, lucha por el amor y la integridad. Quiz¨¢ el libro de Ghosh que m¨¢s se parece a ¨¦ste es In an antique land (1998), que cuenta al tiempo la peripecia de un indio que debe vivir en un poblado del Egipto profundo y la minuciosa cr¨®nica de unos hechos hist¨®ricos mal conocidos en Occidente y probablemente en la India: los constantes movimientos de poblaci¨®n y de aventureros entre ambas orillas del ?ndico.
La marea hambrienta tambi¨¦n es la inmersi¨®n de dos viajeros en un medio extra?o como las Sunderban: un traductor calcut¨ª y una india nacida en Seattle. Sus historias se mezclan, muy al estilo de Ghosh, con sucesos vividos por los antepasados. La novela consigue, pese al n¨²mero de personajes y a la densidad de acontecimientos personales y pol¨ªticos, ser amena; se lee con perfecta ligereza, porque la intriga est¨¢ bien medida y el lector no sabe nunca ad¨®nde se le llevar¨¢. Y desde luego la presencia del paisaje no es a lo tel¨®n de fondo, sino que arrastra todo cuanto se nos va contando. No llega a colmar la narraci¨®n como en El coraz¨®n de las tinieblas, pero produce un efecto inquietante.
Hay un cierto lastre en el li
bro. No es algo que s¨®lo le ocurra a Ghosh, sino que invade buena parte de la narrativa de hoy y ya se parece demasiado a una moda, o si se quiere a un truco. La marea hambrienta incurre en lo did¨¢ctico, y poco m¨¢s o menos ofrece al lector material para una licenciatura en cetolog¨ªa. En muchas novelas de ahora, el autor se busca un protagonista con profesi¨®n no com¨²n (en este caso es una investigadora de los delfines del Ganges, Irawady y Mekong) y se empapa al lector con dosis m¨¢s o menos homeop¨¢ticas de erudici¨®n sobre tal oficio. Si todo ello ayudase realmente a la novela, bien. El problema es que, como dijo el cl¨¢sico, toda demas¨ªa es perniciosa. Y a Ghosh tambi¨¦n le pasa. El lector, al acabar el libro, sabe mucho m¨¢s que sab¨ªa de delfines, e incluso de la mortandad humana que causan los tigres de agua. E incluso obtiene informaci¨®n de que hubo un tsunami en Calcuta en 1737. Y al ir leyendo se ha tragado numerosos poemas de Rilke que gustan al protagonista. O etimolog¨ªas bengal¨ªes-hindis, que lo mismo. Pero resulta l¨ªcito que al final el lector se pregunte: tengo muchos datos que antes no ten¨ªa, pero ?s¨¦ m¨¢s que sab¨ªa de los protagonistas, por ejemplo? Y, a lo que vamos: si el lector quiere aprender una tecnolog¨ªa, libros hay para eso, sin necesidad de llamarlos novela.
No obstante, la narraci¨®n de Ghosh es pertinente y asoma al lector a almas y paisajes. Plantea cuestiones de peso sobre la comunidad de sentimientos de las personas, pertenezcan a la cultura que sea. Y las respuestas no son autocomplacientes: queda expl¨ªcito que la manera de "ver" que tienen los delfines es "hablar", mientras que la gente puede estar muy cerca e intercambiar palabras y no saberse qu¨¦ lleva dentro el pr¨®jimo. As¨ª que, aunque La marea hambrienta carezca de la profundidad y verosimilitud de In an antique land, viene a demostrar que este escritor tiene cuerda para rato y, de paso, que la narrativa india es variada, poderosa y entretenida.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.