La novela de Kepler
El gran astr¨®nomo Johannes Kepler fue tambi¨¦n el inventor de la ciencia-ficci¨®n, aunque s¨®lo public¨® una novela, y s¨®lo despu¨¦s de muerto. Se llamaba Somnium, o El sue?o, y la mand¨® imprimir su hijo Ludwig en 1634 para intentar sacarse unas perras. Qu¨¦ tonter¨ªa. No se sabe qu¨¦ cifra de ventas alcanz¨® aquella primera edici¨®n, pero el hecho de que la segunda tardara en salir dos siglos (se public¨® en 1870) no parece un indicador muy optimista.
En 1609, cuando Kepler era el matem¨¢tico imperial, el emperador Rodolfo le pregunt¨® qu¨¦ significaban las zonas oscuras que pod¨ªan verse en la superficie de la Luna, y Kepler le respondi¨® que, seguramente, eran las sombras que proyectaban las monta?as lunares. Wackher von Wackenfels, el asesor religioso del emperador, se qued¨® perplejo. Nunca hab¨ªa imaginado que la Luna pudiera ser un mundo, con sus monta?as iluminadas al atardecer, sus tenues brisas nocturnas y sus parejas bes¨¢ndose a la luz de la Tierra. Von Wackenfels bombarde¨® a Kepler a preguntas y, tras largas conversaciones que se prolongaron durante semanas, logr¨® convencerle de que escribiera un relato ficticio sobre el nuevo mundo. Kepler le hizo caso y produjo el manuscrito de Somnium que acabar¨ªa publicando su hijo un cuarto de siglo despu¨¦s.
Nunca hab¨ªa imaginado que la Luna pudiera ser un mundo, con sus monta?as iluminadas al atardecer
El protagonista de Somnium es el joven island¨¦s Duracotus. Su madre, Fiolxhide, se gana la vida recogiendo hierbas, envolvi¨¦ndolas en piel de cabra y vendi¨¦ndolas a los marinos a precio de filtro de amor, elixir de vigor o p¨®cima de venganza. Cuando Duracotus vuelve a casa tras haber estudiado con Tycho Brahe -el gran astr¨®nomo de la juventud de Kepler-, su madre le dice que vale, que ese Tycho le habr¨¢ ense?ado mucho sobre la Luna, pero que ella conoce a unos demonios y le puede llevar all¨ª.
Madre e hijo acuerdan despegar "cuando la Luna empiece a eclipsarse por el Este". O sea, que viajan durante un eclipse de Luna, cuando el trayecto de la nave queda protegido del bombardeo solar por la sombra de la Tierra (una idea digna de Kepler). El despegue es tremebundo, como alimentado por toneladas de p¨®lvora, pero, una vez liberada del influjo terrestre, la nave viaja en una trayectoria curva sin necesidad de motor (una idea digna no ya de Kepler, sino de Newton, que a¨²n tardar¨ªa 33 a?os en nacer). Al llegar les comunican que la Luna tiene dos hemisferios: Subvolva, desde el que siempre se ve la Tierra, y Privolva, desde el que no se ve nunca (los terr¨ªcolas llamamos a Privolva la cara oculta de la Luna). Los habitantes lunares crecen muy deprisa y viven muy poco. S¨®lo asoman un rato, al atardecer, y luego vuelven a sumergirse en la noche impenetrable. Guardan el agua en cuevas para protegerla de las insoportables temperaturas diurnas. Tiene un toque muy Arthur Clarke.
Kepler perdi¨® una copia de Somnium en 1611, y algunos lectores no solicitados repararon en sus curiosos ecos autobiogr¨¢ficos. Parec¨ªa obvio que Duracotus era el propio Kepler, y por tanto Fiolxhide no pod¨ªa ser otra que Katherine Kepler, la madre del autor. Pero entonces, ?qu¨¦ pensar de todas esas hierbas, p¨®cimas y pieles de cabra, por no hablar de su amistad con los demonios? Katherine Kepler fue acusada de brujer¨ªa en 1615 y juzgada en 1620. Eludi¨® la hoguera de milagro, pero muri¨® de todos modos a los seis meses de salir de prisi¨®n. Los viajes a la Luna sal¨ªan caros en la ¨¦poca.
Durante toda su vida, Kepler dedic¨® parte de su tiempo a hacerles el hor¨®scopo a los poderosos, que eran lo bastante "imb¨¦ciles" -el adjetivo es de Kepler- como para pagarle por ello. En 1594 le encargaron adivinar lo que iba a pasar en 1595, y predijo correctamente las rebeliones campesinas en Estiria y las incursiones turcas por tierras austriacas. Tal vez Kepler, despu¨¦s de todo, hab¨ªa heredado el ¨²nico talento oculto de su madre: el de abrir los ojos a la realidad.
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