El Soplao, la nueva atracci¨®n c¨¢ntabra
Una cueva reci¨¦n abierta al p¨²blico en un entorno de agradables pueblos y playas
El agua y el tiempo son los autores del conjunto escult¨®rico de formaci¨®n natural que es la cueva de El Soplao, de 17 kil¨®metros. Bajo el suelo de Cantabria, la roca inventa formas an¨¢rquicas que desaf¨ªan las leyes de la f¨ªsica en esta antigua mina de blenda y galena. M¨¢s al norte, el mar moldea y agujerea la costa a su gusto, y la marea es un pa?uelo de mago que hace aparecer y desaparecer playas de arena fina. El Cant¨¢brico extiende sus dominios hacia el interior en el curso de los r¨ªos: el Nansa y el Deva, frontera natural de Cantabria y Asturias.
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La cueva de El Soplao
Las formaciones geol¨®gicas exc¨¦ntricas o helictitas no respetan aparentemente las leyes gravitatorias.
Hacia el oeste del pueblo de Pech¨®n, tomando una senda que asciende hasta los acantilados, se accede a la playa de Aramal, una peque?a cala escondida por la costa entre dos muros de roca
En la Cantabria profunda est¨¢ la min¨²scula localidad de R¨¢bago. De aqu¨ª parte una carretera que asciende una colina cuyas paredes parecen haber sido cortadas imitando el curioso modelo de las rebanadas de pan de molde. En lo alto est¨¢ una de las entradas a la mina La Florida, hoy acondicionada para el p¨²blico y rebautizada como El Soplao. La cueva, que se abri¨® al turismo a primeros de julio, contiene unas formaciones geol¨®gicas absolutamente asombrosas y ¨²nicas. El ¨¦xito obtenido, con unos 2.000 visitantes al d¨ªa, ha obligado a confeccionar una lista de espera (reservas en el 902 82 02 82), aunque cada hora se despachan en taquilla al menos 30 entradas. El recorrido, de 1,5 kil¨®metros a pie, es f¨¢cil, dura una hora y est¨¢ adaptado para discapacitados. Los tres kil¨®metros m¨¢s que se abrir¨¢n el 1 de octubre, opcionales y de baja dificultad, llevar¨¢n 2,5 horas. La sociedad El Soplao, en la que participa el Gobierno de Cantabria, ha invertido unos 10 millones de euros en el proyecto.
En el interior de la cavidad, donde la temperatura es de 10 grados, y la humedad, del 98%, un gu¨ªa acompa?a a los visitantes durante todo el trayecto, que se inicia en la galer¨ªa La Gorda, llamada as¨ª por su enorme tama?o. Aqu¨ª, una retumbante voz en off con musiquilla y profusos efectos sonoros de fondo explica el origen de la cueva, que empez¨® a formarse hace 240 millones de a?os.
El agua ha ido esculpiendo con el paso de los siglos el interior de la gruta, que fue descubierta en 1855, cuando se inicia la explotaci¨®n de La Florida. La extracci¨®n de blenda y galena (minerales de los que se obtienen el zinc y el plomo, respectivamente) fue la actividad primordial de la mina hasta 1979, fecha de su cierre.
Los mineros cavaron galer¨ªas que han alterado la forma original de la cueva, pero que a la vez han posibilitado que las diferentes estancias de la misma fuesen descubiertas. Un soplao es la corriente de aire que, cuando los trabajadores excavaban la roca, les indicaba que tras el muro que estaban tirando hab¨ªa una estancia hueca de la cavidad original.
Tras un efectista juego de luces de colores sobre las estalactitas de La Gorda, la visita prosigue hasta la galer¨ªa de Los Fantasmas. La altura desde la que las gotas de agua caen al suelo provoca que lo hagan de manera dispersa, form¨¢ndose as¨ª estalagmitas de hasta 35 cent¨ªmetros de anchura. La palidez espectral de la calcita dota a estas formas de cierto parecido con la representaci¨®n de los fantasmas en los cuentos infantiles cl¨¢sicos.
En este lugar, la imaginaci¨®n produce constantemente met¨¢foras sobre las formaciones rocosas que adornan suelo, paredes y b¨®vedas. As¨ª, parece a veces que se trate de los gigantescos huesos de un dinosaurio, de esqueletos de coral o de n¨¢car, o de pegotes de una plastilina blanca y brillante moldeados por un escultor surrealista.
Tras un vistazo al mirador de Lacuerre, se llega hasta los Obispos, dos estalagmitas de considerable tama?o que custodian la entrada al tesoro de la cueva: una zona en la que las formaciones geol¨®gicas son de las llamadas exc¨¦ntricas.
En oposici¨®n a las c¨¦ntricas, que son las estalactitas, estalagmitas y columnas, las exc¨¦ntricas o helictitas no respetan aparentemente las leyes gravitatorias. Se trata de hilos de roca que crecen en horizontal, hacia arriba, en todas direcciones, siguiendo un misterioso patr¨®n que los cient¨ªficos no han conseguido explicar. ?C¨®mo puede una gota de agua caer hacia arriba?
Una de las teor¨ªas relaciona el prodigio con el magnetismo, ya que al parecer la arcilla, que se encuentra en grandes cantidades en El Soplao, atraer¨ªa los iones de que est¨¢n cargadas las gotas de agua. Sin embargo, ni ¨¦sta ni ninguna otra explicaci¨®n ha sido asumida como verdadera.
Sea como sea, lo cierto es que la profusi¨®n de exc¨¦ntricas forma un conjunto ca¨®tico y deslumbrante, con miles de finas varillas de piedra blanca que recubren muros y techo como si se tratara de escarcha sobre un campo de hierba. Adoptan a veces formas curvil¨ªneas, se agrupan en torno a una estalactita imitando un arbusto, o un ovillo de alambre de espino, o un peinado punk futurista o, en fin, cualquier s¨ªmil que trate de comparar lo incomparable.
Tras una hora de excursi¨®n, la visita concluye con m¨²sica ¨¦pica e invitaci¨®n a volver a El Soplao para hacer el recorrido de espeleo-aventura, el itinerario de m¨¢s de dos horas por otras zonas de la cueva que se abrir¨¢ al p¨²blico el 1 de octubre.
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La orilla oriental del Deva
Desde R¨¢bago hacia la costa, la carretera discurre junto a las aguas del Nansa. El mar aparece de s¨²bito, majestuoso, en Tina Menor, el impresionante mutis del r¨ªo ante la triunfal entrada en escena del "oc¨¦ano de los c¨¢ntabros", como los romanos denominaban este mar.
Una peque?a y mareante carretera sube hacia el pueblo de Pech¨®n. En lo alto hay un mirador que es un palco de lujo para contemplar la funci¨®n de media tarde: las gaviotas y las nubes recortan un sol ya en decadencia que dora el agua. El tiempo transcurre despacio hasta que al fin cae la noche, tras una un¨¢nime ovaci¨®n silenciosa.
Pech¨®n es una aldea en la que en invierno viven unas 150 personas. Atrapado entre las desembocaduras del Deva (por el oeste) y el Nansa (por el este), la localidad mantiene por el norte un bis a bis con el Cant¨¢brico.
A pesar de que ¨²ltimamente el pueblo experimenta un importante incremento de turistas en verano, Pech¨®n sigue siendo un puebluco de ganaderos y praus en el que huele a humedad y a campo, sutil eufemismo que se suele usar en referencia al por contra bien prosaico olor a excrementos de vaca.
En la playa de Ami¨®, el mar regala las algas a Pech¨®n. La recogida de la ocle, que se utilizaba anta?o como abono y despu¨¦s como materia prima en la industria farmac¨¦utica, es el tradicional modo de vida del pueblo. A¨²n hoy, en septiembre, se puede ver a algunos pechoneros consagrados a esta labor.
Cuando la marea est¨¢ baja, es posible llegar andando por la playa hasta el Castril, una gran roca en la que encontramos crust¨¢ceos y piscinas naturales formadas por el mar.
Los alrededores de Pech¨®n son un invisible laberinto de prados y senderos que merece la pena explorar. Hacia el oeste, tomando una senda que asciende despu¨¦s hasta los acantilados, se accede a la playa de Aramal, una peque?a cala escondida por la costa entre dos muros de roca.
Algo m¨¢s all¨¢ se llega hasta un paraje conocido como La Boca del Castro, frente a La Sarnosa, un islote poblado por cabras saltarinas y gaviotas tras el que se divisa el litoral y, cuando cae el sol, el haz luminoso del faro de Pimiango.
En el casco urbano, los geranios, hortensias, alegr¨ªas y buganvillas multicolores adornan las casonas tradicionales durante todo el a?o. En la parte alta del pueblo est¨¢ la iglesia, tras la cual hay una singular zona boscosa. Los ¨¢rboles crean una tenebrosa explanada que evoca un c¨®nclave de druidas celtas o una reuni¨®n de brujas c¨¢ntabras, quienes, seg¨²n el folclor regional, salen de sus escondrijos, como todo el mundo, los s¨¢bados por la noche.
En este encinar hay que tener cuidado de no dar un mal paso y caer en La Cuevona, una de las entradas a una poco explorada gruta subterr¨¢nea que, seg¨²n se dice, desemboca en el mar.
A la salida del pueblo hacia Unquera aparece la segunda r¨ªa: Tina Mayor, donde muere el Deva. En este paraje colosal est¨¢ la playa de El Pedrero. Aqu¨ª los pescadores aguardan su suerte charlando o buscando mejores presas a bordo de barcas de colores a juego con el paisaje, azul y verde.
Unquera es el centro comercial de la orilla c¨¢ntabra del Deva, un cruce de caminos famoso por sus corbatas, unos lazos de hojaldre perfectos para tomar con el caf¨¦. Es uno de los mejores lugares para contratar las ahora muy de moda actividades de aventura como descenso de ca?ones, espeleolog¨ªa, quads, etc¨¦tera. La m¨¢s tradicional es el descenso del Deva en canoa, un paseo de cuatro horas que permite descubrir la exuberante naturaleza de la ribera del r¨ªo.
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La orilla occidental del Deva
Sobre las aguas del Deva, un puentecito de apenas veinte metros de largo une Unquera con el peque?o pueblo de Bustio. En medio del puente, un monolito blanco de piedra se?ala dos direcciones: a la izquierda, hacia Oviedo, y a la derecha, hacia Santander. Este sencillo indicador marca la frontera entre las comunidades aut¨®nomas de Cantabria y Asturias. Hacia Oviedo, a menos de dos kil¨®metros, est¨¢ Colombres, capital del Concejo de Ribadedeva.
La belleza de este pueblo es testimonio de la emigraci¨®n asturiana a las Am¨¦ricas a trav¨¦s del Museo del Archivo de Indianos y de las m¨²ltiples casonas de colores pastel construidas por los acaudalados emigrantes a su vuelta de la tierra prometida.
Hacia la costa, tras una serpenteante carretera, encontramos Pimiango, en el cabo de San Emeterio. A la entrada del pueblo es obligado detenerse en el mirador que hay a pocos metros del faro, construido en 1860 para dirigir los barcos pesqueros hacia la r¨ªa de Tina Mayor.
En Pimiango se desciende de nuevo a las profundidades en la cueva prehist¨®rica de El Pindal. La entrada de la gruta, en una plataforma colgada de un barranco frente a la costa, permite suponer que ya en el paleol¨ªtico eran apreciadas las viviendas con vistas al mar.
El interior de la cavidad alberga pinturas y grabados, a veces en t¨¦cnica combinada al estilo de las representaciones de Altamira. Lo m¨¢s singular de la cueva son las figuras de mamuts y de un pez, representaciones muy poco comunes en el arte rupestre peninsular.
"Quien va a Santu Med¨¦ sin pasar por Tina honra al Santu, pero no a la Santina", dec¨ªan los peregrinos asturianos que se dirig¨ªan a Santiago de Compostela acerca del monasterio de Tina, unas ruinas rom¨¢nicas tomadas por la maleza a las que se accede por un sendero desde la cueva de El Pindal, tras unos quince minutos de marcha. El camino contin¨²a despu¨¦s hasta Bustio.
La autov¨ªa que recorre la costa asturiana esta jalonada de peque?as localidades y playas interesantes. En el camino a Llanes aparece Buelna. Adem¨¢s de la playa del pueblo, situada en un impresionante paraje rocoso, en Buelna hay que preguntar por El Cobijero, una cala a la que se llega por un caminito. Desde lo alto de una de las lomas que cobijan la playa se puede ver un puente natural de roca sobre el mar. Un poco m¨¢s all¨¢ hay un agujero de considerable tama?o en el suelo. Ni aun persiguiendo a un conejo gigante la abertura invita, as¨ª de primeras, a meterse dentro.
Sin embargo, con una linterna potente como equipo indispensable y teniendo cuidado de los resbalones, podemos recorrer esta sorprendente gruta marina de unos cincuenta metros de longitud.
Al otro lado, el mar penetra la cueva. Las paredes h¨²medas y escurridizas son las entra?as de un monstruo oce¨¢nico, cuya gigantesca boca bebe y escupe insaciable el agua salada. La b¨®veda amplifica y modula el sonido de las olas, que rompen con sa?a contra la lengua de roca de la ballena. Es el gran espect¨¢culo del Cant¨¢brico, la m¨²sica de lo profundo.
CINCO ESPACIOS PARA DISFRUTAR
Parque de Cab¨¢rcenoA 17 kil¨®metros de Santander se encuentra el Parque de la Naturaleza de Cab¨¢rceno. Un centenar de especies animales vive en un espacio de 750 hect¨¢reas de extensi¨®n en r¨¦gimen de semilibertad, algo as¨ª como una pensi¨®n completa, ya que la alimentaci¨®n es la ¨²nica actividad en la que los responsables del parque intervienen. El espectacular paisaje k¨¢rstico de esta antigua mina de hierro a cielo abierto es un entorno perfecto para un recorrido en coche.- www.parquedecabarceno.com.2 Santillana del MarUn perro se mete en una cavidad y as¨ª se descubre el tesoro m¨¢s importante del arte prehist¨®rico, la cueva de Altamira, a dos kil¨®metros de Santillana del Mar. Ocurri¨® en 1875. Hoy cerrada al p¨²blico, hay que conformarse con visitar la r¨¦plica o neocueva, seg¨²n el espl¨¦ndido proyecto del arquitecto Juan Navarro Baldeweg, que permite obtener una impresi¨®n exacta de la manada de bisontes que corre por el techo del Gran Sal¨®n de la cueva. En Santillana es obligado viajar en el tiempo paseando la Y griega que forman las casonas del casco antiguo.3ComillasEs sabido que Antonio Gaud¨ª era un hombre m¨¢s espartano que hedonista. Se hace dif¨ªcil imaginar que un tipo con su austeridad tuviera caprichos, aunque las imaginativas formas de sus edificios sugieran otra cosa. As¨ª, El Capricho es como se llama el fant¨¢stico edificio que el marqu¨¦s de Comillas le mand¨® construir en este pueblo de veraneo. La Universidad Pontificia se alza sobre la costa, observada desde el cementerio de San Crist¨®bal por el ?ngel exterminador que esculpi¨® Llimona.4 Picos de EuropaDel cielo a la tierra en cuatro minutos, y viceversa. No es para tanto, pero casi es lo que ofrece el telef¨¦rico de Fuente D¨¦, que en tan m¨ªsero periodo de tiempo recorre unos 760 metros verticales sobre el imponente macizo central de los Picos de Europa. El mirador del Cable es punto de partida para cualquier excursi¨®n.5Arte en EslesLa tercera edici¨®n del Festival Artesles ofrece a los visitantes la consolidaci¨®n de una curiosa propuesta que integra arte y paisaje en la peque?a localidad de Esles, en el interior de Cantabria, a unos kil¨®metros de Sar¨®n. El reto creativo consiste en fundir en uno el entorno con las obras art¨ªsticas, transformando ermitas, prados, casas o incluso un viejo lavadero o una le?era en espacios que ya no albergan, sino que son parte de las obras. El festival permanecer¨¢ en la localidad hasta septiembre.
GU?A PR?CTICA
Dormir- Posada Mellante (942 71 94 71). Pech¨®n. La habitaci¨®n doble, 48 euros.- Posada El Sal¨ªn (942 71 80 82). Barrio de El Sal¨ªn, 5. Mu?orrodero. La doble, 67 euros.- Finca rural El Curtido (985 41 23 08). Bustio. La doble, 60 euros.- Hotel La Quinta (985 41 28 04). Villanueva de Colombres. Habitaci¨®n doble, 90 euros con desayuno incluido (80 en temporada baja).Comer- El Castril (942 71 94 83). Pech¨®n. Raciones, carnes y pescados. Cenar, por unos 10 o 12 euros por persona.- La Fol¨ªa (942 71 00 49). Avenida del General¨ªsimo, 7. San Vicente de la Barquera. Raciones, especializado en sardinas asadas. Unos 12 euros.- El Puerto, Casa Se¨ªn (985 41 25 25). Bustio. Marisco y pescado fresco al peso. Unos 25 euros por persona.- Casa Poli (985 41 12 17). Puertas de Vidiago. Sidrer¨ªa asturiana, platos tradicionales. 10 euros por persona.Informaci¨®n- Turismo de Cantabria (901 11 11 12; www.turismo.cantabria.org).- Turismo de Asturias (902 30 02 02; www.infoasturias.com).- Oficina de turismo de Unquera (942 71 72 82) y del Concejo de Ribadedeva, en Colombres (985 41 23 21).- Informaci¨®n y reservas cueva de El Soplao (902 82 02 82; www.elsoplao.es). Abierta a diario de 10.00 a 20.00 horas. Adultos: 9 euros. Ni?os: 6.
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