Benedicto XVI pide a los musulmanes ayuda para combatir el terrorismo

Benedicto XVI propuso ayer a los musulmanes que resistieran "las presiones negativas del entorno" y cooperaran en la lucha contra el terrorismo. Calific¨® de "verg¨¹enza" las guerras de religi¨®n y alert¨® sobre el riesgo de que el mundo se hunda en "las tinieblas de una nueva barbarie". Tras su encuentro con dirigentes isl¨¢micos alemanes, el Papa se dirigi¨® a la explanada de Marienfeld, cerca de Colonia, para celebrar una impresionante vigilia nocturna con medio mill¨®n de j¨®venes. A ellos les ofreci¨® "la revoluci¨®n que viene de Dios".

El Joseph Ratzinger que el jueves lleg¨® como Papa a su pa¨ªs natal, Alemania, no es el mismo que hoy regresa al Vaticano. En los cuatro d¨ªas de Colonia, Benedicto XVI dej¨® de ser un pont¨ªfice de aire transitorio, oscurecido por la sombra de su antecesor, y traz¨® el camino de un pontificado potencialmente importante. B-16, como se le apod¨® en la Jornada Mundial de la Juventud con el benepl¨¢cito de la jerarqu¨ªa vaticana, se gan¨® a los muchachos cat¨®licos con tanta facilidad como lo hizo Karol Wojtyla: la cuesti¨®n del carisma qued¨® despejada. Demostr¨® tambi¨¦n su intenci¨®n de participar, por la v¨ªa de la religi¨®n, en los asuntos del mundo. Sus mensajes de amistad a jud¨ªos y musulmanes fueron los m¨¢s audaces hasta la fecha. Como lo fueron su reconocimiento del "mal causado por la Iglesia en la historia", anoche en la vigilia, y de la "verg¨¹enza" de las cruzadas y todas las dem¨¢s "atrocidades cometidas en nombre de la religi¨®n". B-16 desbord¨®, en su primer viaje internacional, todas las expectativas.

El encuentro con los dirigentes isl¨¢micos musulmanes no figuraba inicialmente en el programa. Fue incluido tras los atentados de Londres, porque Ratzinger deseaba lanzar un mensaje a todo el mundo isl¨¢mico y, en concreto, a los musulmanes residentes en Europa. Quienes hicieron estallar las bombas en el metro londinense resid¨ªan en Reino Unido e incluso hab¨ªan nacido all¨ª. El Papa ten¨ªa ese detalle en mente cuando se dirigi¨® a sus interlocutores musulmanes: "Los que idean y programan estos atentados quieren envenenar nuestras relaciones recurriendo a todos los medios, incluida la religi¨®n, para oponerse a los esfuerzos de convivencia pac¨ªfica, leal y serena. El terrorismo, de cualquier origen que sea, es una opci¨®n perversa y cruel, que desde?a el derecho sacrosanto a la vida y corroe los fundamentos mismos de toda convivencia civil".

Ratzinger admiti¨® que los musulmanes sufr¨ªan a veces "presiones negativas del entorno" y que la tarea de acabar con la violencia ser¨ªa "ardua". El di¨¢logo entre religiones era, sin embargo, "una necesidad vital" de la cual depend¨ªa "el futuro". La alternativa a la paz y al di¨¢logo era la ca¨ªda del mundo en "las tinieblas de una nueva barbarie".

Tras su encuentro con los musulmanes, que le pidieron a su vez ayuda para el ingreso de Turqu¨ªa en la UE (hay 3,5 millones de musulmanes turcos en Alemania), B-16 acudi¨® a la explanada de Marienfeld, una antigua mina a cielo abierto a 27 kil¨®metros de Colonia, donde le esperaban unos 500.000 j¨®venes. La lluvia hab¨ªa convertido la explanada, de 270 hect¨¢reas, en un barrizal, y las nubes amenazaban con nuevas tormentas. El entusiasmo de la multitud, pese a todo, era el exhibido en d¨ªas pasados.

Ratzinger dirigi¨® a los j¨®venes un mensaje basado en los Reyes Magos, los primeros peregrinos. Pero tambi¨¦n les transmiti¨® "un mensaje radical": "S¨®lo de los santos, s¨®lo de Dios, proviene la verdadera revoluci¨®n, el cambio decisivo del mundo", proclam¨®. "En el siglo pasado vivimos revoluciones cuyo programa com¨²n fue no esperar nada de Dios, sino tomar en sus manos la causa del mundo para transformar sus condiciones. Y vimos que un punto de vista humano y parcial se tom¨® como criterio absoluto. La absolutizaci¨®n de lo que no es absoluto se llama totalitarismo. No son las ideolog¨ªas las que salvan al mundo, sino dirigir la mirada al Dios viviente. La revoluci¨®n consiste en mirar a Dios".

Por ¨²ltimo, una confesi¨®n tajante: "Se puede criticar mucho a la Iglesia, lo sabemos, y el Se?or mismo nos lo ha dicho: es una red con peces buenos y malos, un campo de trigo y ciza?a". Pidi¨® perd¨®n, como Juan Pablo II, por "el mal causado por la Iglesia en la historia". Pero subray¨® que la Iglesia, con todos sus defectos, caminaba "con la estrella que gu¨ªa la historia".