Un 'continente' a vista de p¨¢jaro
Otro avi¨®n ch¨¢rter desciende sobre los montes Tauros y gira sobre el Mediterr¨¢neo. Para muchos visitantes, el aeropuerto de Antalya es su primera visi¨®n de Turqu¨ªa. En 1984, la cifra de turistas extranjeros super¨® los dos millones por primera vez. En 2004, esa cifra hab¨ªa ascendido a 18 millones, de los cuales un tercio aterrizaba aqu¨ª. "Seis millones de personas no pueden estar equivocadas", proclama la gu¨ªa tur¨ªstica de Antalya. Una segunda terminal ha entrado en funcionamiento este verano para gestionar la llegada de m¨¢s viajeros. Durante la primera mitad de 2005, las cifras de visitantes extranjeros a Turqu¨ªa han aumentado un 27%.
El puerto de postal de la ciudad, su puerta romana y sus casas otomanas parecen diminutas hoy comparadas con los edificios de apartamentos que se ciernen sobre ellas a lo largo de muchos kil¨®metros. La ciudad, a su vez, no es m¨¢s que el eslab¨®n m¨¢s grande de una cadena de tumbonas de pl¨¢stico y sombrillas de paja que se extiende hacia el este y el oeste por las costas mediterr¨¢nea y egea, serpenteando ante castillos, acantilados y deltas, cuevas secretas e islas griegas.
El alcohol abunda. Las tiendas, los caf¨¦s y los restaurantes est¨¢n bien provistos de cervezas elaboradas en la zona
Atat¨¹rk sigue siendo una poderosa fuerza a favor del laicismo, la modernidad y el Estado-naci¨®n
Turqu¨ªa, m¨¢s o menos lo que era Asia Menor en la antig¨¹edad, es m¨¢s que un pa¨ªs: es un peque?o continente
Pueblos de piedra convertidos en ciudades de cemento y huertos de naranjas, pl¨¢tanos y olivas, en casas para veraneantes. Los hoteleros se pelean con los criaderos de peces; las tortugas gigantes se enfrentan a las lanchas fueraborda y las autoridades municipales atacan las monta?as de botellas de pl¨¢stico vac¨ªas y envoltorios de helados.
Los turistas ver¨¢n carreteras calurosas y polvorientas, pinos y, sobre todo, sus propios hoteles con todo incluido, con sus propios tramos de playa y sus propias piscinas. Algunos pasear¨¢n hasta el centro de las ciudades, se apuntar¨¢n a excursiones en barco, descubrir¨¢n los lugares donde se hace rafting y parapente, cenar¨¢n en restaurantes donde se exhibe el pescado y la carne de kebab en frigor¨ªficos acristalados, o se montar¨¢n en autocares o en coches alquilados para visitar las ruinas de decenas de ciudades cl¨¢sicas. Agradecer¨¢n los bajos precios y se maravillar¨¢n ante el buen ¨¢nimo de los sudorosos conductores y los atareados camareros, que est¨¢n de servicio las 24 horas del d¨ªa.
Ver¨¢n pocas se?ales de lo que un occidental que tenga en mente a Arabia Saud¨ª o a Ir¨¢n esperar¨ªa de un "pa¨ªs musulm¨¢n". Como mucho, las primeras ma?anas les despertar¨¢ al amanecer la llamada a la oraci¨®n. Se dice que los miembros de las comunidades musulmanas m¨¢s estrictas de Turqu¨ªa pasan sus vacaciones en campamentos escondidos con playas separadas para hombres y mujeres. Pero la mayor¨ªa de los veraneantes turcos lucen alegremente las ¨²ltimas modas para ba?o. Al mismo tiempo, las familias iran¨ªes acuden en masa a la riviera turca por el privilegio de poder ba?arse en familia. El a?o pasado visitaron Turqu¨ªa 629.000 iran¨ªes, mezcl¨¢ndose con 299.000 israel¨ªes.
El alcohol abunda. Las tiendas de comestibles, los caf¨¦s y los restaurantes est¨¢n bien provistos de cervezas elaboradas en la zona. Del raki, la bebida nacional de uva y an¨ªs, se encuentran ahora m¨¢s variedades gracias a la liberalizaci¨®n del mercado y la privatizaci¨®n del monopolio que el Estado ten¨ªa sobre las destiler¨ªas.
Aqu¨ª y all¨¢ hay fronteras nacionales que empiezan a resquebrajarse. Los alemanes han colonizado las casas de verano de Alanya, mientras que en el centro, tenderos rusos venden cuero y joyas a visitantes rusos. Muchas pensiones, bares y negocios inmobiliarios pertenecen a parejas en las que un miembro es extranjero.
Los manuales de geograf¨ªa y los pron¨®sticos del tiempo dividen Turqu¨ªa en siete regiones diferentes. Las regiones del Egeo y el Mediterr¨¢neo aportan m¨¢s de una cuarta parte a la poblaci¨®n total de 72 millones. Aparte del turismo, cultivan una notable variedad de productos agr¨ªcolas, y albergan importantes puertos navales y ciudades industriales, sobre todo en los n¨²cleos urbanos de Esmirna y Adana-Mersin-Iskenderun. Otra cuarta parte de la poblaci¨®n vive apretada en la regi¨®n del M¨¢rmara, en el noroeste industrializado, incluyendo la ciudad de Bursa y la gigantesca metr¨®polis de Estambul. M¨¢s del 15% de la poblaci¨®n reside en la vasta y seca llanura central de Anatolia, donde se encuentra la capital, Ankara, una ciudad de cuatro millones de habitantes, y las importantes ciudades fabriles de Kayseri y Konya, de mentalidad conservadora. Las otras regiones, por convenci¨®n, son las siguientes: Anatolia Oriental, Anatolia Suroriental y la regi¨®n del mar Negro. El crecimiento de la poblaci¨®n a escala nacional est¨¢ por encima de 1% anual.
Turqu¨ªa, que se corresponde m¨¢s o menos con lo que era Asia Menor en el mundo antiguo, ha sido descrita como algo m¨¢s que un pa¨ªs: es un peque?o continente. Pero con ciertas cosas uno se topa en cualquier sitio. Los mismos bancos y tiendas. Los mismos gatos callejeros. El mismo olor a bollos y pan reci¨¦n hecho por las ma?anas. El mismo aroma de caf¨¦ turco reci¨¦n molido saliendo de las tiendas de frutos secos. Los colores de los mismos equipos de f¨²tbol repetidos infinitamente.
Los mismos chillones peri¨®dicos nacionales con sus dram¨¢ticos titulares y su amplia cobertura del f¨²tbol. Sus innumerables columnistas le cuentan al pa¨ªs lo que necesita saber, lo que deber¨ªa pensar, y el canal de televisi¨®n que debe ver. El mismo r¨¢pido traqueteo de los dados de backgammon en las mismas desnudas teter¨ªas donde sirven infusiones en vasos con forma de tulipa.
Las mismas pulcras casas, donde te quitas los zapatos para ponerte las zapatillas que te ofrecen en la puerta. La misma hospitalidad, ya sea al calor de radiadores autom¨¢ticos o de hornos de carb¨®n. Los mismos desayunos de queso y aceitunas. La misma comida, degustada en torno a una mesa o colocada sobre el suelo: sopa de lentejas, arroz, platos de verduras. Algunos ciudadanos turcos tienen exceso de peso, pero pocos son obesos.
Si bien la mayor parte de la gente tiende a ser baja de estatura, de ojos oscuros y pelo negro, hay millones de excepciones que confirman la regla. Los rasgos regionales y las variaciones dialectales y de acento son ilimitados, y adivinar el lugar de origen de alguien es un juego azaroso. Los visitantes de Ir¨¢n, del sur de Europa, los Balcanes y los pa¨ªses ¨¢rabes no destacan por su aspecto. Todos los ciudadanos hacen los mismos gestos, utilizan las mismas expresiones y cuentan las mismas an¨¦cdotas del im¨¢n irreverente Nasreddin Hodja, o de sus compa?eros de pocas luces, Temel y Dursun.
Las oficinas de los gobernadores y los colegios de todo el pa¨ªs muestran la arquitectura caracter¨ªstica del principio de la era republicana. La bandera nacional ondea en todos los edificios altos, se cuelga en las ventanas de las tiendas y de las oficinas, y cubre por completo los rascacielos en los d¨ªas de celebraciones nacionales. Tambi¨¦n es ubicuo el fundador de la rep¨²blica, el l¨ªder nacional Mustaf¨¢ Kemal, Atart¨¹k (1881-1938). Su imagen puede encontrarse en todos los billetes, en los patios de los colegios, en las aulas, en los libros de texto y en casi todos los lugares de trabajo. Esculpido podemos verlo tambi¨¦n en el centro de las ciudades y en las entradas de los edificios p¨²blicos. Llevan su nombre muchas calles importantes, edificios e instituciones.
La exaltaci¨®n de Atat¨¹rk se ha convertido en una especie de religi¨®n secular. Se le cantan canciones en las escuelas y se celebran solemnes oficios por ¨¦l en los d¨ªas de fiesta nacional. Sus haza?as son narradas y sus sentencias citadas una y otra vez, aunque no siempre con la misma intenci¨®n o sentido. Su vasto mausoleo en Ankara es la primera parada de toda visita oficial de un extranjero.
Toda esta iconograf¨ªa y esta adulaci¨®n puede poner a prueba la paciencia del viajero occidental, de los liberales turcos y, especialmente, de los fundamentalistas isl¨¢micos. Pero pocos personajes han tenido un papel tan dominante en los destinos de sus pa¨ªses. Benefici¨¢ndose de su reputaci¨®n como h¨¦roe del Ej¨¦rcito Otomano, derrotado en la I Guerra Mundial, Atat¨¹rk organiz¨® la resistencia contra la ocupaci¨®n de los aliados y estableci¨® un Parlamento nacional. Hecho esto, traslad¨® la capital de Estambul a la peque?a ciudad de Ankara y declar¨® la rep¨²blica. Bajo su presidencia, Turqu¨ªa aboli¨® el califato y adopt¨® la forma de vestir occidental, los c¨®digos civiles y penales occidentales, el alfabeto latino, la educaci¨®n primaria universal, la utilizaci¨®n del apellido, el fin de semana occidental y el sistema m¨¦trico decimal. Se firm¨® la paz con todos los anteriores enemigos de Turqu¨ªa y se otorg¨® el voto a las mujeres. Atat¨¹rk sigue siendo una poderosa fuerza a favor del laicismo, la modernidad, la occidentalizaci¨®n y el Estado-naci¨®n.
Aparte de los problemas locales, en Turqu¨ªa se discute de los mismos temas por todo el pa¨ªs, y se pueden o¨ªr argumentos muy similares. Los temas de conversaci¨®n nacionales incluyen los altos precios del petr¨®leo, el valor de la lira turca, las inminentes conversaciones sobre la entrada en la UE, los ataques con bombas en Londres y Egipto, y el aparente repunte de la violencia de los nacionalistas kurdos del Partido de los Trabajadores del Kurdist¨¢n (PKK) en el sureste. El 16 de julio, cinco veraneantes -tres turcos, una brit¨¢nica y una irlandesa- murieron al estallar una bomba en un microb¨²s en el complejo tur¨ªstico de Kusadasi, en la Costa Oeste. La semana anterior, 20 personas hab¨ªan resultado heridas por una bomba depositada en una papelera de Cesme, otro destino vacacional del Egeo. Ambos atentados fueron atribuidos al PKK. Con la temporada alta ya en pleno apogeo, no se esperaba que las reservas hoteleras de 2005 descendieran. Pero estas bombas podr¨ªan no ser las ¨²ltimas.
Los cambios tambi¨¦n son visibles por todas partes. De repente, las tierras de cultivo se llenan de f¨¢bricas y de complejos residenciales, apartamentos habilitados como viviendas se convierten en oficinas y barrios enteros se dedican al ensamblaje de componentes inform¨¢ticos. Los pueblos se convierten en ciudades -o entregan su juventud a las ciudades y quedan yermos-. Las ciudades antiguas restauran sus mejores mansiones y redescubren su artesan¨ªa y su cocina tradicional con vistas al mercado tur¨ªstico. Las teter¨ªas y las pasteler¨ªas dan paso a caf¨¦s con nombres ingleses. Abren supermercados y cierran los peque?os comercios. Los quioscos de cambio de moneda se transforman primero en tiendas de telefon¨ªa m¨®vil y luego en centros de revelado de fotos de c¨¢maras digitales.
Las infraestructuras se desarrollan a trompicones. Se construyen aeropuertos nuevos y carreteras de peaje que se mantienen pr¨¢cticamente vac¨ªas, mientras que un importante tramo de la autopista Estambul-Ankara sigue sin terminarse. Tortuosas carreteras menores esperan a ser modernizadas. No hay dinero suficiente para completar el Gran Proyecto de Anatolia, acordado hace 28 a?os: un plan de desarrollo basado en la energ¨ªa suministrada por las presas de los valles del Tigris y el ?ufrates. En varias regiones se han puesto en marcha campa?as para salvar los bienes naturales cuya desaparici¨®n estar¨ªa asegurada si se llevara a cabo la construcci¨®n programada de nuevos embalses. Pero no est¨¢ claro que todos estos proyectos vayan a realizarse. Con todo, una red de gasoductos se est¨¢ extendiendo por todo el pa¨ªs, si bien lleva retraso con respecto al calendario previsto. Y la primera remesa de crudo de Azerbaiy¨¢n est¨¢ ahora mismo siendo trasladada hasta la costa del Mediterr¨¢neo turco por el oleoducto Bak¨²-Tiblisi-Ceyhan, de 1.760 kil¨®metros y reci¨¦n terminado.
El n¨²mero de veh¨ªculos aument¨® el a?o pasado en un 17%, llegando a m¨¢s de nueve millones. Esta cifra habr¨ªa que compararla con la de los 4,7 millones de hace 10 a?os. En los ¨²ltimos dos a?os, toda una generaci¨®n de Fiat 124 y Renault 12 construidos en Turqu¨ªa ha sido retirada. El tr¨¢fico ahora parece europeo.
El transporte a¨¦reo tambi¨¦n est¨¢ en expansi¨®n, dando fin al auge de las innumerables compa?¨ªas de autocares interurbanos, que llevan d¨¦cadas siendo un elemento inevitable del paisaje. En 2004, Turkish Airlines increment¨® un 16% su volumen de pasajeros en vuelos internos con respecto al a?o anterior. Mientras, aerol¨ªneas privadas como Atlas Jet, Onur Air y Fly Air, que obtuvieron permiso para operar vuelos internos en 2003, trasladaron a m¨¢s de un mill¨®n y medio de pasajeros. Los viajes a Trabzon o a Diyarbakir, que sol¨ªan durar hasta 24 horas, se han visto reducidos a vuelos de dos horas. A juzgar por sus aeropuertos, el continente turco se est¨¢ haciendo m¨¢s peque?o y m¨¢s concurrido.
Traducci¨®n de Eva Cruz.
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