Un mill¨®n de j¨®venes aclaman a Benedicto XVI
El Papa cierra su viaje a Alemania con un aviso contra "la religi¨®n como fen¨®meno de consumo"
![Enric Gonz¨¢lez](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe19959f9-1b77-4fa4-b4c9-ad9c27d18ec2.png?auth=cc48cfeca3c4fa713d7e16fc9e97f765f78a2bc782edcbaf28750ab1efa9f6c0&width=100&height=100&smart=true)
Benedicto XVI contempl¨® ayer, desde la colina del altar, un inmenso tapiz de personas y banderas que desbordaba la explanada de la antigua mina a cielo abierto de Marienfeld, cercana a Colonia. Un mill¨®n de personas, o poco menos, quisieron participar en la misa papal pese al fr¨ªo, la humedad y la amenaza de lluvia. "Este momento es inolvidable", coment¨® el pont¨ªfice. Benedicto XVI, que anoche regres¨® a Roma tras cuatro d¨ªas de visita a Alemania, cerr¨® las Jornadas Mundiales de la Juventud desarrolladas en Colonia con una advertencia contra "la religi¨®n como fen¨®meno de consumo" y contra la tentaci¨®n de elegir preceptos y creencias seg¨²n el gusto personal.
Muchos, m¨¢s de 500.000, pasaron la noche en Marienfeld (Campo de Mar¨ªa), la explanada cercana a Colonia donde se celebr¨® el acto culminante del encuentro de j¨®venes de todo el mundo. Fue una noche inc¨®moda por la meteorolog¨ªa adversa y por los fallos de la organizaci¨®n, pero nadie pareci¨® molestarse demasiado. La juventud cat¨®lica hab¨ªa decidido rodear de calor a Benedicto XVI, B-16, como rode¨® durante a?os a Juan Pablo II, y cuando el papam¨®vil accedi¨® al campo, poco antes de las diez de la ma?ana, se alz¨® un estruendoso coro de v¨ªtores. Joseph Ratzinger nunca apreci¨® tanto como Karol Wojtyla los actos multitudinarios y semanas atr¨¢s encomend¨® a los organizadores de la pr¨®xima Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrar¨¢ en Sidney (Australia) en 2008, que pensaran en un formato menos masivo. Quiz¨¢ el ¨¦xito de ayer le haga reconsiderar el asunto.
El Papa dedic¨® la homil¨ªa al misterio eucar¨ªstico. En la ¨²ltima cena con los ap¨®stoles, dijo, Jes¨²s "anticipa su muerte, la acepta interiormente y la transforma en una acci¨®n de amor". Se trata de "la fisi¨®n nuclear llevada a lo m¨¢s ¨ªntimo del ser: la victoria del amor sobre el odio y la muerte".
La catequesis cl¨¢sica dio paso a una serie de advertencias. "La libertad no significa gozar de la vida, considerarse absolutamente aut¨®nomo, sino orientarse seg¨²n la medida de la verdad y del bien, para llegar a ser nosotros mismos verdaderos y buenos", explic¨®.
Tambi¨¦n se refiri¨® a la eclosi¨®n de fen¨®menos religiosos. "En numerosas partes del mundo existe hoy un extra?o olvido de Dios y parece que todo marche igualmente sin ?l", dijo. "Pero al mismo tiempo, existe tambi¨¦n un sentimiento de frustraci¨®n, de insatisfacci¨®n ante todo y ante todos. Dan ganas de exclamar: ?No es posible que la vida sea as¨ª! Verdaderamente, no. Y de este modo, junto al olvido de Dios, existe un boom de lo religioso. No quiero desacreditar todo lo que se sit¨²a en ese contexto, puede darse tambi¨¦n la alegr¨ªa sincera del descubrimiento. Pero si se exagera, la religi¨®n se convierte casi en un producto de consumo. Se escoge aquello que place y algunos saben sacarle provecho. La religi¨®n construida a la medida de cada uno, sin embargo, no nos ayuda. Es c¨®moda, pero en el momento de crisis nos abandona a nuestra suerte".
En ese sentido, hizo una advertencia a "los movimientos y comunidades nacidos en los ¨²ltimos decenios": "La espontaneidad de las nuevas comunidades es importante, pero es igualmente importante conservar la comuni¨®n con el Papa y con los obispos, porque son ellos quienes garantizan que no se camina por senderos particulares, sino que se vive en la gran familia de Dios que el Se?or fund¨® con los 12 ap¨®stoles".
Viaje a Estambul
En el ¨¢ngelus de conclusi¨®n, volvi¨® a insistir en la necesidad de uni¨®n entre las comunidades humanas y en la conveniencia del di¨¢logo entre los cat¨®licos y los otros grupos cristianos y del resto de las religiones. El di¨¢logo ecum¨¦nico y la unidad cristiana, que Benedicto XVI se?al¨® como principales objetivos de su pontificado en la primera misa que celebr¨® tras ser elegido sucesor de Juan Pablo II, parec¨ªan destinados a centrar su actividad en los pr¨®ximos meses.
Fuentes vaticanas dieron por seguro que el pr¨®ximo viaje papal se realizar¨¢ a Estambul, en oto?o, con el fin de mostrar el acercamiento del jefe de la Iglesia Cat¨®lica al Patriarca de Constantinopla (que dirige una comunidad ortodoxa relativamente peque?a, pero goza de gran autoridad en la iglesia oriental) y de encontrarse de nuevo con l¨ªderes religiosos musulmanes. Si el viaje se concretara, se plantear¨ªa sin duda una nueva petici¨®n turca al Papa para que apoyara el ingreso de Turqu¨ªa en la Uni¨®n Europea. Mientras fue cardenal, Joseph Ratzinger se declar¨® contrario a ese ingreso.
![El Papa saluda a la multitud congregada en Marienfeld durante las jornadas de la juventud, en una imagen difundida por <i>L'Osservatore Romano,</i> el ¨®rgano oficial del Vaticano.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/3UL73WZRV6R35Y5LC7KTE2DDIY.jpg?auth=3496dbe90274b5293cbf52be7143a55472f7f522875758145f373dfcdfbb5dc9&width=414)
Jornada de incomodidades
Una de las colas ante los ba?os instalados en el campo de Marienfeld med¨ªa ayer, a las 8.05 de la ma?ana, 232 personas. Bastantes de ellas hab¨ªan tenido grandes dificultades para acceder a la zona, o hab¨ªan pasado la noche en una parcela distinta a la asignada porque al llegar encontraron la suya ya ocupada, o se hab¨ªan quedado sin desayuno. Todas ellas, con seguridad, hab¨ªan pasado fr¨ªo. La organizaci¨®n alemana de la Vig¨¦sima Jornada Mundial de la Juventud result¨® insatisfactoria, peor, sin duda, que la de Roma en 2000, y el comit¨¦ organizador se vio obligado, el s¨¢bado por la noche, a pedir excusas de forma oficial.
Algunos factores jugaron contra el comit¨¦ de Colonia. El principal, la necesidad de garantizar la seguridad de Benedicto XVI en un momento de alto riesgo de atentado. Las autoridades alemanas prefirieron ser dr¨¢sticas y, por ejemplo, cortaron con mucha antelaci¨®n el tr¨¢fico en las rutas que deb¨ªa seguir el veh¨ªculo papal. Eso provoc¨® bloqueos y dificultades a los peregrinos y a los vecinos de la amplia regi¨®n (Colonia, Bonn, D¨¹sseldorf) que acogi¨® a los participantes en las jornadas juveniles.
El tiempo tampoco ayud¨®. Sin lluvia y sin fr¨ªo, la noche de vigilia en Marienfeld habr¨ªa resultado m¨¢s agradable. No parec¨ªa normal, en cualquier caso, que cardenales y obispos tuvieran que embarrarse hasta los tobillos para alcanzar la colina donde estaba instalado el macroaltar. Varios miembros de la delegaci¨®n vaticana expresaron, en privado, su insatisfacci¨®n por la confusi¨®n que en ciertos momentos se adue?¨® de los desplazamientos.
Quiz¨¢ las cosas se programaron de forma demasiado r¨ªgida. Las comidas calientes (arroz con verduras o arroz con pollo) eran servidas a los peregrinos, de forma gratuita, a mediod¨ªa y por la noche. No se cont¨® con que la gente llegaba a la hora que pod¨ªa, y quien aparec¨ªa hacia las tres de la tarde, por ejemplo, deb¨ªa olvidarse del almuerzo.
Un grupo de muchachos pertenecientes a parroquias de Alcal¨¢ de Henares sufri¨® varios de esos inconvenientes: b¨²squeda de espacio en Marienfeld (a oscuras) porque su puesto hab¨ªa sido ocupado por j¨®venes alemanes, falta ocasional de comida y "frialdad ambiental". Pero no se quejaban. Si se quejaban de algo, era de la dificultad de ser cat¨®licos y de la incomprensi¨®n que encontraban en sus trabajos y en su vida cotidiana.
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