El tren europeo
Desde Estados Unidos se sigue con inter¨¦s la crisis que atraviesa Europa. Los europeos que aqu¨ª residimos asistimos con profunda tristeza al pat¨¦tico espect¨¢culo protagonizado por nuestros l¨ªderes en la ¨²ltima cumbre donde, al parecer, hemos tocado fondo. En lo particular, pienso que, tras una crisis de la magnitud de ¨¦sta, nada puede ir peor y, por el contrario, sea ¨¦sta la impulsora de acciones claras capaces de sacar a nuestra querida Europa de este atolladero.
Si bien es cierto que el se?or Blair tiene mucha raz¨®n en querer racionalizar el gasto de la Uni¨®n Europea, impulsando un mayor gasto en I+D, en investigaci¨®n y en convertir a Europa en un coloso tecnol¨®gico, tambi¨¦n es verdad que sus m¨¦todos no han sido los m¨¢s adecuados, dejando entrever, adem¨¢s, un cierto tufillo al t¨ªpico ego¨ªsmo ingl¨¦s.
La Europa con la que sue?o es una m¨¢s eficiente, con menos trabas burocr¨¢ticas, con m¨¢s trabajo, volcada hacia eso que llaman ahora la era del conocimiento, pero sin por ello renunciar ni a nuestra calidad de vida, ni a nuestros sistemas de educaci¨®n y salud gratuitos, ni a la solidaridad que tanto ha aportado, por ejemplo a nuestro pa¨ªs, Espa?a, en su vertiginoso desarrollo, ni mucho menos, al derecho a plantar nuestros propios alimentos.
S¨ª, efectivamente Europa debe dejar de ser un productor de agricultura extensiva para pasar a ser un productor de alimentos con un valor a?adido, buenos vinos, buenos quesos..., firmados bajo una cultivada denominaci¨®n de origen. Es decir, calidad por encima de cantidad, y para ello, pa¨ªses como Francia y Espa?a deber¨¢n poner medios para que esta transici¨®n sea lo menos
traum¨¢tica posible. Yo no quiero una Europa mercader ni mercadear Europa, y s¨ª sue?o con una Europa unida, una gran confederaci¨®n due?a de un invaluable capital cultural y coherente consigo misma y con su historia.
Retomando el principio de mi escrito, creo que quiz¨¢ sea el momento de tomar decisiones dolorosas y admitir una Europa a dos velocidades. Si Inglaterra no quiere subir a este barco, que no lo haga; creo que es mejor viajar solo que mal acompa?ado, e Inglaterra lo ¨²nico que ha hecho por esta construcci¨®n europea, desde Thatcher a Blair, ha sido poner obst¨¢culos a su desarrollo.
El Reino Unido no es parte del euro, se niegan ahora a ser solidarios y, por si fuera poco, evitan por todos los medios a su alcance la construcci¨®n de un bloque poderoso y europeo. ?Las razones para actuar as¨ª?
Es tiempo de tomar decisiones valientes y de exigir a Inglaterra que deje de sabotear la construcci¨®n europea. Dejarles saber claramente que este tren llamado Europa est¨¢ a punto de partir, y que los viajeros deben decidir de una vez si lo toman o no.
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