Como una ola de fuerza y luz
A Claudio Abbado le dio un ramalazo de nostalgia y puso como primera parte del ¨²ltimo de sus programas de este a?o en Lucerna nada menos que la suite de Prometeo, de Luigi Nono, obra emblem¨¢tica de la segunda mitad del siglo XX, compuesta durante los primeros a?os de la d¨¦cada de los ochenta y estrenada en Venecia en 1984. La interpretaci¨®n fue deslumbrante. Cont¨® Abbado con buenos cantantes como Rachel Harnisch o Juliane Banse y manipularon la mesa de mezclas Andr¨¦ Richard y Joachim Haas, una garant¨ªa. Los m¨²sicos se distribuyeron en cinco espacios diferentes a tres niveles de altura. La m¨²sica de Nono, tan vinculada a los mecanismos de la escucha, se benefici¨® de una lectura enigm¨¢tica, refinada: timbres misteriosos, melod¨ªas de nuestro tiempo. Obtuvo un ¨¦xito considerable, casi como si se tratase de una obra de repertorio. Bueno, un poco menos, pero poco. La partitura escrita llamaba adem¨¢s la atenci¨®n en la exposici¨®n de escrituras musicales contempor¨¢neas en el vest¨ªbulo, una muestra interesant¨ªsima organizada en colaboraci¨®n con la Fundaci¨®n Paul Sacher de Basilea, que permit¨ªa un recorrido a trav¨¦s de la pl¨¢stica musical desde La consagraci¨®n de la primavera, de Stravinski, o las Cinco piezas orquestales, de Sch?nberg, hasta m¨²sicas de Ligeti, Berio, Nancarrow, Cage, Nono y, por supuesto, Lachenmann, el compositor en residencia este a?o, del que se interpretan obras en media docena de conciertos y al que se dedican dos estrenos absolutos con m¨²sicos de la categor¨ªa de Maurizio Pollini y el Ensemble Modern.
Pero volvamos al concierto de Abbado. La segunda parte comenz¨® con siete lieder de Schubert orquestados por Brahms, Reger y Anton Webern. De solista, el bar¨ªtono alem¨¢n Thomas Quasthoff. Comenz¨® con canciones extra¨ªdas de los ciclos La bella molinera o El viaje de invierno. Termin¨® con Erlk?nig, y en el camino dej¨® para el recuerdo piezas tan magistrales como Du bist die Ruh. Quasthoff, artista-estrella de la presente edici¨®n del Festival de Lucerna junto al violinista tambi¨¦n alem¨¢n Christian Tetzlaff, se (nos) deleit¨® con una lectura reposada de un fraseo luminoso y una serenidad que ¨²nicamente la experiencia de la vida proporciona. El acompa?amiento de Abbado y sus m¨²sicos fue primoroso. El abrazo de director y cantante al final hizo saltar a¨²n m¨¢s las fibras de la emoci¨®n. El respetable se puso en pie y, ante las aclamaciones, el bar¨ªtono respondi¨® con otra canci¨®n schubertiana que a¨²n encendi¨® m¨¢s los ya exaltados ¨¢nimos. Pasar de Nono al Schubert de Quasthoff en un tiempo tan reducido es una experiencia fuerte. El cantante ofreci¨® ayer, con Graham Johnson al piano, un monogr¨¢fico dedicado a Mahler, y el mi¨¦rcoles cerrar¨¢ con el mismo pianista sus actuaciones del festival con Viaje de invierno, de Schubert.
Quedaba nada m¨¢s la despedida de este programa tan extra?o como atractivo. Con una formaci¨®n orquestal al m¨¢ximo se escuch¨® el Preludio y Liebestod de Trist¨¢n e Isolda, de Wagner, que para algo el compositor alem¨¢n frecuent¨® durante seis a?os de su vida esta ciudad, con buc¨®lica residencia en la orilla del Lago de los cuatro cantones, a unos pasos de la sala de conciertos. Abbado lleg¨® a estas alturas ya fatigado, pero a¨²n le qued¨® energ¨ªa para encauzar una versi¨®n embriagante, hipn¨®tica, brillante. La orquesta volvi¨® a lucirse. Muchos italianos se desplazaron a este concierto, lo que hace suponer que la primera salida de Lucerna de Abbado y su orquesta de superstars con destino a Roma el 6 de octubre puede ser de alta tensi¨®n. Van con un concierto para piano de Beethoven, con Marta Argerich de solista, y con una sinfon¨ªa de Bruckner. Pero, en fin, eso es otra historia. Por Lucerna han pasado, emulando el t¨ªtulo de una composici¨®n de Luigi Nono, como "una ola de fuerza y luz". Y Thomas Quasthoff, si cabe, ha elevado una miajita m¨¢s la componente emocional.
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