El estilo del Papa
Joseph Ratzinger, amigo personal y colaborador directo de Wojtyla, ayud¨® a configurar el largo e intenso pontificado de Juan Pablo II y su elecci¨®n como Papa, en el c¨®nclave de abril, se interpret¨® como una opci¨®n continuista. Benedicto XVI parec¨ªa destinado a ser un hombre de transici¨®n, un eco amortiguado de la voz que domin¨® el catolicismo durante m¨¢s de un cuarto de siglo. Esa impresi¨®n se desvaneci¨® el domingo en un descampado pr¨®ximo a Colonia. Benedicto XVI super¨® con holgura la prueba de su capacidad de comunicaci¨®n con los j¨®venes y, a la vez, indic¨® a la comunidad cat¨®lica un cambio de rumbo. Tras el misticismo entusiasta de un pont¨ªfice polaco, se abre la era rigurosa de un te¨®logo alem¨¢n para quien no bastan la voluntad y las emociones: raz¨®n, coherencia y disciplina son las nuevas consignas.
Wojtyla revitaliz¨® la peregrinaci¨®n, una pr¨¢ctica religiosa muy arraigada en el medievo, e instituy¨® las jornadas mundiales de la juventud para insuflar entusiasmo en un catolicismo un tanto perplejo tras el Concilio Vaticano II y hasta cierto punto impregnado por las dudas intelectuales de Pablo VI. Ratzinger no plante¨® objeci¨®n alguna a la extraordinaria peregrinaci¨®n de Colonia; es m¨¢s, mostr¨® que la apreciaba y la disfrutaba. Precis¨®, sin embargo, que la "espontaneidad" de los nuevos movimientos carism¨¢ticos, que tanto complac¨ªan a Juan Pablo II y que tanto atraen a los j¨®venes, comportaba el riesgo de la fragmentaci¨®n doctrinal; que la fe deb¨ªa traducirse en pr¨¢ctica cotidiana "en comuni¨®n con el Papa y los obispos"; y que el sentimiento y las canciones no bastaban. Tampoco bastaba aprenderse el catecismo, pero insisti¨® en que ¨¦sa era una condici¨®n indispensable para vivir como cat¨®lico.
Los discursos de Juan Pablo II abundaban en frases pegadizas y en mensajes dirigidos directamente al coraz¨®n. Los de Benedicto XVI son piezas densas, trabajadas, que apelan a la raz¨®n del oyente y reclaman su esfuerzo intelectual. Ratzinger fue guardi¨¢n de la ortodoxia como prefecto de la Congregaci¨®n de la Doctrina de la Fe y sigue si¨¦ndolo; a?ade ahora a esa funci¨®n la de pastor de la Iglesia, y se propone ejercerla con exigencia. Benedicto XVI no ofrece caminos f¨¢ciles. La fe cat¨®lica, para ¨¦l, no es un conjunto de opciones que satisfacen o consuelan, sino un modo de vida integral. Su visi¨®n empezar¨¢ a traducirse en hechos a partir del s¨ªnodo de oto?o, y parece indudable que la Iglesia de los pr¨®ximos a?os tendr¨¢ m¨¢s letra y menos m¨²sica.
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