El 'pinganillo' de Ra¨²l

Vanderlei Luxemburgo, el entrenador del Madrid, se descoyuntaba en la banda, con un trasmisor en la mano derecha que de vez en cuando se llevaba a la boca para gritar no se sabe qu¨¦ cosas. Ra¨²l, el receptor, se encontraba en el c¨¦sped aturdido por un pinganillo que llevaba metido en la oreja. Se supone que recibiendo las instrucciones del t¨¦cnico. Unas ¨®rdenes constantes, imperativas, como si el equipo se estuviese jugando alguna cosa trascendental.

Mientras tanto, unos se?ores vestidos de color oscuro correteban sin sentido por el Bernab¨¦u. El p¨²blico silbaba, a ratos, ofendido y el Madrid met¨ªa goles sin esfuerzo. Aunque pocos para los que pudo marcar. Los chicos de oscuro son una selecci¨®n de la Liga estadounidense de la que el mejor jugador es un franc¨¦s de 37 a?os que se llama Yuri Djorkaeff.

El Madrid, a pesar de que Luxemburgo se contorsionase con su walkie talkie en la mano y Ra¨²l no cesase de escuchar instrucciones por su pinganillo, se pase¨® en un choque de m¨ªnima exigencia. Marc¨® Ronaldo dos goles muy propios de ¨¦l, dos balones largos que el delantero escondi¨® a los defensas antes de soltar su latigazo. Marc¨® Ra¨²l un gol muy propio de ¨¦l, con bal¨®n picado sobre el portero para finalizar una jugada de empe?o personal que cont¨® con la colaboraci¨®n de Portillo, que le dej¨® el bal¨®n con un inteligente taconazo -no muy propio de ¨¦l-. Marc¨® Beckham, muy propio, de falta directa. Y marc¨® Guti, que fue recibido con m¨¢s silbidos que aplausos, en una bonita jugada personal, tambi¨¦n en su papel.

Debut¨® Woodgate. El ingl¨¦s, tras casi a?o y medio lesionado, disput¨® sus primeros minutos, cuatro para ser precisos, con el Madrid. Recibi¨® una gran ovaci¨®n por parte de la grada y sonr¨ªo. En el poco tiempo en el que estuvo en el c¨¦sped le dio tiempo a tocar un bal¨®n en horizontal. Tambi¨¦n se present¨® por primera vez ante el p¨²blico del Bernab¨¦u Baptista. El brasile?o ocup¨®, como era predecible, la banda izquierda, pero de aquella manera en la que le gusta a Luxemburgo. O sea, partiendo de alg¨²n lugar de la zona izquierda, pero movi¨¦ndose por el centro. Dispuso de una buena ocasi¨®n, pero dispar¨® al cuerpo del portero.

Lo m¨¢s destacado, al margen de los alardes tecnol¨®gicos de Luxemburgo y el debut de Woodgate, fue la eficacia de Ronaldo, los recursos de Ra¨²l -a pesar de tener el zumbido de su t¨¦cnico en la oreja- y la capacidad de hacer jugar de Guti, aunque el estadio no le recibiese con cari?o. Los muchos cambios que dispuso Luxemburgo en el segundo periodo, en el que tambi¨¦n debutaron los uruguayos Pablo Garc¨ªa y Diogo, no convirtieron al Madrid en un caos por la presencia y el criterio del canterano.