La hora del desenga?o
En la introducci¨®n a La sociedad sitiada Zygmunt Bauman escribe una frase que suena como una consigna: "El mundo est¨¢ agotado" (p¨¢gina 22). En consonancia, al comienzo de Vidas desperdiciadas afirma: "Nuestro planeta est¨¢ lleno" (p¨¢gina 15). Parecen diferentes en la forma pero vienen a decir lo mismo. El mundo est¨¢ agotado porque todo lo que cab¨ªa esperar de ¨¦l, todo aquello que pod¨ªa incorpor¨¢rsele a t¨ªtulo de mejora o de perfecci¨®n ha sido ya colmado. Su agotamiento es, parad¨®jicamente, su completitud: no hay nada que a?adir, nada que esperar, nada que reformar. Est¨¢ acabado. "Es lo que hay", como se dice en Catalu?a. Quiz¨¢ por ello la sociolog¨ªa de Bauman no sugiere ninguna salvaci¨®n, aunque se la suele presentar como punta de lanza del retorno del llamado "pensamiento cr¨ªtico". Estas consignas inaugurales y lo que viene despu¨¦s, parecen m¨¢s bien una toma de distancia respecto de cualquier forma de neoutopismo redentorista. De modo pues que si bien para Bauman ¨¦ste no es el mejor de los mundos posibles, sus reflexiones no est¨¢n animadas por una promesa incierta o una esperanza. Sus ideas no son como Le Monde Diplomatique y tampoco como las de Naomi Klein. El tono de esta sociolog¨ªa es cualquier cosa menos exultante.
En efecto, el talante que anima los libros de este jud¨ªo polaco desarraigado y octogenario, que lleva d¨¦cadas ense?ando en la perif¨¦rica y proletaria Leeds, es la desaz¨®n. Su retrato de la sociedad es como la versi¨®n pesimista del posmodernismo. Si el posmodernismo fue en alguna medida el resultado de un desenga?o, podr¨ªa decirse que Bauman es un posmoderno desenga?ado. Sus an¨¢lisis y el objeto al que se aplican son, sin embargo, los mismos: el panorama de la nada contempor¨¢nea, un vac¨ªo que transcurre veloz hacia ninguna parte y que se manifiesta como la sensaci¨®n de habitar en un presente eterno (una sociedad gobernada por las leyes del mercado y sus gerentes an¨®nimos, sin tradici¨®n y sin garant¨ªa de redenci¨®n futura como no sea la de un perfeccionamiento puramente t¨¦cnico o de procedimiento y siempre bajo la amenaza del colapso ecol¨®gico). Igual que en los libros de Lipovetsky, de Bauman obtenemos una l¨²cida y pormenorizada descripci¨®n de paisajes, protagonistas, costumbres, modelos, prejuicios, trivialidades, h¨¢bitos y angustias. El mundo del consumo, los tel¨¦fonos m¨®viles, el chat que sustituye y aleja la introspecci¨®n, las relaciones de quita-y-p¨®n, el trabajo precario, la filosof¨ªa pr¨ºt-¨¤-porter (como la llamaba Savater hace veinte a?os), los reality-show, la m¨²sica embrutecedora y las drogas. Pero a diferencia de Lipovetsky y sobre todo de los soci¨®logos norteamericanos en que ¨¦ste se inspira, las observaciones de Bauman carecen de toda referencia f¨¢ctica contrastable: no hay sondeos, ni estad¨ªsticas, ni cotejo de opiniones. Su discurso es deliberadamente personal y sesgado.
Los libros contienen referen
cias generales a los asuntos indicados por los t¨ªtulos pero como Bauman se repite, cualquiera vale por los dem¨¢s. Su prosa es atractiva de leer, rica, culta y contundente. Su punto de apoyo es la distinci¨®n entre la modernidad s¨®lida, basada en la territorialidad y la finalidad, cuya forma pol¨ªtica y social es la naci¨®n-Estado; y la modernidad l¨ªquida, que se caracteriza por la globalizaci¨®n, la fluidez y la biodiversidad. En sus ensayos disecciona la segunda, en la que estamos instalados, y da a la primera como acabada para siempre. Es el cronista del desplome, la descomposici¨®n de la naci¨®n-Estado y de las transformaciones sociales que la acompa?an a medida que la antigua communitas se va disolviendo en un desterritorializado "espacio de flujos" -noci¨®n que extrapola de Manuel Castells-, una sociedad oce¨¢nica sin leyes fijas ni pautas morales que no permite pensar ninguna alternativa.
En esta cr¨®nica, adem¨¢s de la referencia a Castells, muchas fuentes se repiten. Es especialmente l¨²cido cuando retrata la personalidad del individuo contempor¨¢neo como un remedo del Don Juan de Kierkegaard, incapaz de salir de la trampa de la seducci¨®n, y cuando afirma que la lucha "antiglobalizadora" es como plantear una rebeli¨®n contra los eclipses de sol, pero resulta algo anacr¨®nico en su defensa de la pareja monog¨¢mica frente al caos er¨®tico contempor¨¢neo o en la manera unilateral de pensar esa marginalidad como t¨ªpica de este tiempo, olvidando al olvidado Franz Fanon y al hecho incontrovertible de que Am¨¦rica se hizo cuando no exist¨ªa el consumo y no obstante con el sacrificio de la sangre india y africana, la misma sangre que corre por las venas de los individuos que se acumulan como basura en los vertederos de los suburbios y en los guetos de nuestras ciudades.
Zygmunt Bauman. Identidad. Traducci¨®n de Daniel Sarasola, con una introducci¨®n de Benedetto Vecchi. Losada. Madrid, 2005. 214 p¨¢ginas. 17 euros. La sociedad sitiada. Traducci¨®n de Mirta Rosenberg y Ezequiel Zaidenwerg. Fondo de Cultura Econ¨®mica. Buenos Aires, 2005. 298 p¨¢ginas. 17 euros. Vidas desperdiciadas: La modernidad y sus parias. Traducci¨®n de Pablo Hermida Lazcano. Paid¨®s. Barcelona, 2005. 172 p¨¢ginas. 12 euros. Amor l¨ªquido: Acerca de la fragilidad de los v¨ªnculos humanos. Traducci¨®n de Mirta Rosemberg y Jaime Arrambide. Fondo de Cultura Econ¨®mica. Madrid, 2005. 202 p¨¢ginas. 12 euros.
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