El tit¨¢n cansado
Si quieren saber c¨®mo era Londres en 1905, vean c¨®mo est¨¢ Washington en 2005. Gravitas imperial y tremendamente convencido de su importancia. Esa sensaci¨®n de ser el centro del mundo y necesitar saber lo que ocurre en todos los rincones porque es posible que le pidan -o, al menos, que se sienta llamado- a intervenir. La hiperpotencia. El perro m¨¢s fiero. Y, sin embargo, royendo bajo la superficie, el miedo persistente a que la supremac¨ªa mundial que posee no est¨¦, ni mucho menos, tan segura como le gustar¨ªa. Como dijo en 1902 el ministro brit¨¢nico de las Colonias, Joseph Chamberlain: "El tit¨¢n cansado se tambalea bajo la esfera desmesurada de su destino".
Ahora, Estados Unidos es ese tit¨¢n cansado. En el caso brit¨¢nico, la angustia naci¨® de un conflicto inesperadamente prolongado, sangriento y costoso, la guerra de los b¨®ers -en la que un peque?o grupo de rebeldes extranjeros desafi¨® al ej¨¦rcito m¨¢s poderoso que hab¨ªa visto el mundo-, la preocupaci¨®n por el creciente poder econ¨®mico de Alemania y Estados Unidos y una combinaci¨®n de agotamiento imperial y problemas socioecon¨®micos en casa. En el caso de EE UU, la angustia es resultado de un conflicto inesperadamente prolongado, sangriento y costoso: la guerra de Irak, en la que un peque?o grupo de rebeldes extranjeros desaf¨ªa al ej¨¦rcito m¨¢s poderoso que ha visto el mundo; la preocupaci¨®n por el creciente poder econ¨®mico de China e India, y una combinaci¨®n de agotamiento imperial y problemas socioecon¨®micos en casa.
"En un reciente sondeo de CNN / Gallup, el 54% de los entrevistados pensaba que fue un error enviar tropas estadounidenses a Irak"
"Ir¨¢n est¨¢ adquiriendo discretamente cada vez m¨¢s poder en la zona chi¨ª del sur de Irak. En Washington se cuenta un chiste: se acab¨® la guerra, y ganaron los iran¨ªes"
"Seg¨²n algunos economistas, el ¨ªndice de ahorro neto real -teniendo en cuenta toda la deuda y el gasto p¨²blico- de Estados Unidos es cero. Nada"
Irak es la guerra de los b¨®ers de Estados Unidos. Recordemos que, cuando Gran Breta?a declar¨® el fin de las grandes operaciones de combate, en el verano de 1900, los b¨®ers emprendieron una campa?a guerrillera que mantuvo en vilo a los soldados brit¨¢nicos durante dos a?os m¨¢s. Si ¨¦stos consiguieron vencer fue s¨®lo gracias a una actitud despiadada que -me alegra decir- un pa¨ªs democr¨¢tico, escrupuloso y esencialmente anticolonialista como Estados Unidos parece incapaz de tener. Al final, Londres contaba con 450.000 soldados brit¨¢nicos y coloniales en la zona (frente a los 150.000 soldados estadounidenses en Irak) que encerraron aproximadamente a la cuarta parte de la poblaci¨®n b¨®er en campos de concentraci¨®n, donde muchos murieron.
En un reciente sondeo de CNN/Gallup, el 54% de los entrevistados pensaba que fue un error enviar tropas estadounidenses a Irak, y el 57% dec¨ªa que la guerra de Irak ha hecho que Estados Unidos est¨¦ menos a salvo del terrorismo. El campamento de los que protestan ante el rancho del presidente Bush en Crawford, surgido alrededor de la madre de un soldado muerto en Irak, es un s¨ªmbolo del sufrimiento. El domingo pasado, la CNN emiti¨® un documental, realizado a partir de fuentes de primera categor¨ªa, que explicaba con detalle que las informaciones sobre las armas de destrucci¨®n masiva de Sadam se tergiversaron, manipularon y adornaron, y que estaban, como dec¨ªa el t¨ªtulo del programa, Completamente equivocadas. Para los lectores brit¨¢nicos o europeos no es ninguna novedad, pero en Estados Unidos no se han difundido tanto esos datos. En otro sondeo, el n¨²mero de los que consideraban sincero al presidente era, por primera vez, inferior al 50%. Esta semana ha vuelto a tratar de obtener m¨¢s apoyo para su Administraci¨®n y para la guerra, pero no parece que lo est¨¦ logrando.
El coste de la guerra
Un art¨ªculo reciente de The New York Times calculaba un coste posible y veros¨ªmil de la guerra de Irak a largo plazo: m¨¢s de un bill¨®n de d¨®lares. Aunque los pol¨ªticos iraqu¨ªes hayan llegado a un consenso sobre el proyecto de Constituci¨®n para su pa¨ªs, hay que ser verdaderamente optimistas para pensar que vaya a servir para que Irak se convierta en una rep¨²blica federal democr¨¢tica, pac¨ªfica y estable. La Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n est¨¢ adquiriendo discretamente cada vez m¨¢s poder en la zona chi¨ª del sur de Irak. En Washington se cuenta un chiste: se acab¨® la guerra, y ganaron los iran¨ªes.
Mientras tanto, los precios del petr¨®leo, m¨¢s de 60 d¨®lares el barril, hacen que, en los surtidores estadounidenses, la gasolina normal sin plomo cueste casi tres d¨®lares el gal¨®n
[aproximadamente, 67 c¨¦ntimos de euro el litro]. Para un europeo, sigue siendo un precio incre¨ªblemente barato, pero tendr¨ªan que o¨ªr los gritos de angustia en Estados Unidos. "Los precios de la gasolina me han cambiado la vida", se quejaba un californiano afligido. Si se mantienen los altos precios de la energ¨ªa, pondr¨¢n en peligro no s¨®lo una econom¨ªa todav¨ªa llena de fuerza, sino todo un estilo de vida, simbolizado por el Hummer en sus versiones civil y militar. Adem¨¢s de la inestabilidad en Oriente Pr¨®ximo, la causa principal de que suban los precios del petr¨®leo es la constante demanda de energ¨ªa de los nuevos gigantes econ¨®micos de Asia. Los chinos van por el mundo firmando calladamente grandes contratos de suministro de petr¨®leo con cualquier pa¨ªs productor que encuentran, sin tener en cuenta si son pol¨ªticamente rechazables, como en el caso de Sud¨¢n e Ir¨¢n. Una empresa china intent¨® comprar una gran compa?¨ªa energ¨¦tica de California, pero eso fue demasiado. Los pol¨ªticos estadounidenses pusieron el grito en el cielo y lograron impedir el trato.
China e India son para Estados Unidos lo que Alemania y Estados Unidos eran para Gran Breta?a hace 100 a?os. China es en estos momentos la segunda econom¨ªa consumidora de energ¨ªa del mundo, despu¨¦s de Estados Unidos. Adem¨¢s posee la segunda reserva de divisas extranjeras, despu¨¦s de Jap¨®n y por delante de Taiwan, Corea del Sur e India. En esta lista, Estados Unidos est¨¢ en noveno lugar, detr¨¢s de Singapur y justo delante de Malaisia. Seg¨²n algunos economistas, el ¨ªndice de ahorro neto real -teniendo en cuenta toda la deuda y el gasto p¨²blico- de Estados Unidos es cero. Nada. Es un pa¨ªs que no ahorra; es un pa¨ªs que gasta. Las cadenas de televisi¨®n est¨¢n ocupadas por una avalancha enloquecedora de anuncios sin fin que invitan a gastar, gastar y gastar, y luego a consolidar la deuda acumulada en un sencillo paquete.
Todo esto no quiere decir que Estados Unidos vaya a derrumbarse ma?ana. Ni mucho menos. Al fin y al cabo, el imperio brit¨¢nico dur¨® 40 a?os m¨¢s despu¨¦s de 1905. Es m¨¢s, alcanz¨® su m¨¢xima dimensi¨®n despu¨¦s de 1918, antes de que firmara su sentencia de muerte al invertir su sangre y su dinero en derrotar a Adolf Hitler (hay otras maneras peores de morir). Ahora es de imaginar que el imperio informal de Estados Unidos, su red de bases militares y semiprotectorados, va a seguir creciendo. Estados Unidos, como la Gran Breta?a eduardiana, posee todav¨ªa tremendos recursos econ¨®micos, tecnol¨®gicos y militares, atractivo cultural y, cosa importante, el deseo de seguir en la cima. Como proclamaba una cancioncilla en una revista musical inglesa de la ¨¦poca:
Tenemos intenci¨®n de seguir siendo el perro m¨¢s fiero.
Guau, guau.
S¨ª, se?or, tenemos intenci¨®n de seguir siendo el perro m¨¢s fiero.
Hoy no hace falta buscar mucho para o¨ªr ese estribillo en Washington. La estrategia de seguridad nacional del Gobierno de Bush no oculta su objetivo de conservar la supremac¨ªa militar. Ahora bien, no se sabe si el siglo americano, que comenz¨® en 1945, durar¨¢ hasta 2045, 2035 o s¨®lo 2025; pero su final se vislumbra ya en el horizonte.
Si resulta que ustedes son de los que, de forma instintiva, consideran que eso es motivo para alegrarse, p¨¢rense un momento a pensar y tengan en cuenta dos cosas: la primera, que las oscilaciones de poder entre las grandes potencias en ascenso y en decadencia han ido tradicionalmente acompa?adas de guerras terribles, y, segunda, que el pr¨®ximo perro m¨¢s fiero puede ser mucho peor.
As¨ª pues, no es momento para alegrarse del mal ajeno. Es hora de una solidaridad fundamental. Algunas personas con visi¨®n de futuro en Washington est¨¢n empezando a formular una estrategia a largo plazo para tratar de crear un orden internacional que proteja los intereses de las democracias liberales incluso despu¨¦s de que entre en declive la hiperpotencia estadounidense, y para intentar que las nuevas potencias, como China e India, se comprometan a mantener dicho orden. Eso es lo que tiene que hacer el tit¨¢n cansado de hoy, y todos debemos ayudarle.
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