Marilyn, la nostalgia inagotable
Nuevas fotos in¨¦ditas de Arnold Newman se exhiben en Barcelona mientras en EE UU se estudia la imagen global del icono y se airean sus supuestos secretos de div¨¢n
"S¨¦ que s¨®lo he pertenecido al p¨²blico y al mundo; pero no por mi talento o mi belleza, sino porque nunca he pertenecido a nada ni a nadie m¨¢s".
Esta frase de Marilyn Monroe, quiz¨¢ una prueba m¨¢s de ese sentido desvalido de la vida y de esa aguda capacidad de an¨¢lisis que apenas supo esconder bajo su espectacular fachada de monumento, sigue plenamente vigente a los 43 a?os de su muerte.
La pasi¨®n por Norma Jean es de todos los colores, y entre el rosa y el amarillo se sit¨²a la publicaci¨®n en Los Angeles Times de las supuestas transcripciones de unas supuestas cintas supuestamente grabadas durante sus reales sesiones de terapia con su psiquiatra y confidente, el ya difunto Ralph Greenson, al que algunos bi¨®grafos han acusado de recetar a la actriz el letal c¨®ctel de f¨¢rmacos que acab¨® con su vida el 5 de agosto de 1962.
Las notas, facilitadas al diario por John Miner, un ex fiscal de 86 a?os que investig¨® la muerte de Marilyn, airean diversos secretos m¨¢s o menos ¨ªntimos: un insatisfactorio encuentro l¨¦sbico con Joan Crawford; su aprendizaje del orgasmo gracias a la ayuda (te¨®rica, se supone) del terapeuta; su "regular" relaci¨®n sexual con Arthur Miller, y la aceptaci¨®n impl¨ªcita de un acabado romance con Robert Kennedy, hermano del entonces presidente de EE UU, John F. Kennedy, sobre el que, al parecer, Marilyn no solt¨® prenda en el div¨¢n.
Menos escandalosa y m¨¢s s¨®lida es la exposici¨®n de fotos en blanco y negro que se inaugura el 15 de septiembre en la Galer¨ªa Hartmann de Barcelona (www.galeriahartmann.com, calle de Santa Teresa, 8): son 29 fotograf¨ªas firmadas por Arnold Newman, el carrete completo que el hoy octogenario Newman tir¨® una noche de enero de 1962 durante una peque?a fiesta celebrada en la casa del productor Henry Weinstein en Beverly Hills.
Una quincena de esas im¨¢genes se hab¨ªa exhibido ya en Santander durante el verano de 2003, pero ahora el comisario, Adolfo Fern¨¢ndez-Punsola, ha podido reunir la serie completa: junto a la sonriente, bailona y achispada Marilyn, vestida con un traje del c¨¦lebre modista y marqu¨¦s florentino Emilio Pucci, se ve tambi¨¦n al legendario poeta Carl Sandburg, al rollizo anfitri¨®n Henry Weinstein, a dos se?oras de mediana edad sin identificar y a un hombre m¨¢s joven, tambi¨¦n ignoto, que jalea los bailes como un palmero.
Fern¨¢ndez-Punsola destaca el valor documental de la serie, que se expone hasta el 24 de octubre: "Es quiz¨¢ la ¨²ltima sesi¨®n de fotos que se hizo de Marilyn al natural, sin maquillar y en un espacio privado; estaba rodando con George Cukor la pel¨ªcula inacabada Something's got to give, que produjo Weinstein, y fue la ¨²ltima que hizo, y hay una sensaci¨®n en el ambiente que anuncia que algo malo iba a pasarle".
Pas¨®, y ah¨ª naci¨® el mito y la nostalgia. Casi enfermiza en algunos casos, como el de la fot¨®grafa Mary Ann Lynch, que lleva 14 a?os viajando por el mundo buscando la huella gr¨¢fica actual de Marilyn, "un icono omnipresente y global". Lynch ha expuesto 60 de esas fotos en Nueva York, y ahora prepara el material para un libro que se publicar¨¢ en 2006.
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