"Es m¨¢s duro ser una Carmen hoy que en el siglo XIX"
Un camerino amplio en el Palacio de Festivales de Santander en la pausa de un ensayo de su Karmen. Goran Bregovic ha impartido ¨®rdenes con maneras de mariscal a su Orquesta de Bodas y Funerales a golpe de tambor. Ahora se sienta y se relaja para charlar y cambia el registro de su voz al tono de artista sensible.
Pregunta. ?Podr¨ªa darnos su nacionalidad o todav¨ªa la est¨¢ buscando?
Respuesta. Es dif¨ªcil ver desaparecer tu propio pa¨ªs. Te ves obligado a definirlo de nuevo, a buscar tu propio territorio. Tengo una patria emocional y trabajo para conservarla.
P. Pero en su pasaporte, ?qu¨¦ pone?
R. Tengo tres. Adem¨¢s, cuento con casas en Belgrado, Za-greb y Sarajevo. Son tres ciudades en las que me niego a ir a un hotel, aunque s¨¦ que este hecho dar¨ªa mucho trabajo a un buen psiquiatra.
P. Con ascendencia serbia por un lado y croata por otro, y adem¨¢s casado con una bosnia, el conflicto balc¨¢nico bulle en su cabeza, ?c¨®mo se sinti¨® en los tiempos de la guerra?
R. Cuando estalla una guerra y t¨² est¨¢s implicado con todas las partes en conflicto no tienes tiempo de hacer interpretaciones ni teor¨ªas. Dedicas todo el d¨ªa a resolver problemas pr¨¢cticos.
P. ?Cu¨¢les?
R. Por ejemplo, c¨®mo sacar a mi mujer de Sarajevo, algo en lo que tardamos nueve meses. Movilizas a tus amigos serbios en una zona, a los croatas en otra y a los musulmanes donde puedan hacer algo.
P. Usted empez¨® como rockero en un pa¨ªs donde saltaban chispas.
R. Fui estrella del rock, y es curioso, despu¨¦s de 15 a?os hemos vuelto ahora a tocar en Sarajevo y para nosotros ha sido como certificar que la guerra ha terminado. Hemos pasado ya de un ciclo de desesperaci¨®n a otro de optimismo.
P. Pero con criminales de guerra sueltos. ?Se cerrar¨¢n las heridas antes de que estos personajes sean juzgados?
R. Desde luego deben ser juzgados, pero una guerra abre heridas m¨¢s profundas que el mero hecho de la violencia. Destroza la infraestructura de un pa¨ªs, arrasa la cultura. Todav¨ªa, todos estos pueblos tratan de reconstruir esas cosas desde la democracia, que es muy joven en esos pa¨ªses.
P. ?Es f¨¢cil enamorarse del mito de Carmen tanto como para rehacerla con un final feliz?
R. Es muy f¨¢cil. Es la ¨®pera m¨¢s popular que existe, para m¨ª, en todo el repertorio. Hubo un tiempo en el que se hizo met¨¢fora de ella como una mujer que no se compromete, radicalmente libre, pero mi versi¨®n profundiza en otras cosas.
P. Como...
R. Mi historia parte de la idea de Bizet, conserva el car¨¢cter libre y el modo de ser gitano, pero ahonda en las dificultades que tienen ciertas personas por adaptarse a la sociedad.
P. Es una Carmen muy contempor¨¢nea la suya, muy reconocible en cualquier esquina.
R. Es m¨¢s duro ser Carmen hoy que en el siglo XIX. Todo funciona por arquetipos y el de Bizet ya no resiste. Parte de una realidad, pero despu¨¦s se transforma en una historia rom¨¢ntica.
P. Pero es usted quien le ha dado un final feliz a una ¨®pera que termina en tragedia.
R. S¨ª, porque creo que mis personajes lo merecen, deseo la felicidad para ellos y al final intervengo para que todo termine en una boda.
P. ?D¨®nde est¨¢ la crudeza, entonces?
R. En que refleja la realidad de esas mujeres que salen de sus pa¨ªses con unas promesas y acaban tiradas en la calle.
P. La lengua que utiliza no es f¨¢cilmente reconocible.
R. Es la de los gitanos de los Balcanes, que cuenta con cosas comunes a la que hablan serbios, croatas y musulmanes. No ser¨ªa lo mismo si lo hubiera hecho en cualquiera de las otras tres. Adem¨¢s, quer¨ªa dejar una ¨®pera escrita para su cultura, algo que puedan unir a su tradici¨®n.
P. Eso, adem¨¢s, que no necesite mucha parafernalia.
R. Que se pueda hacer en la calle, o en una boda. Me gusta pensar que es una ¨®pera para pobres, adaptable a cualquier cosa, incluso al cine. Me gustar¨ªa hacer una pel¨ªcula con ella.
P. ?Qui¨¦n la dirigir¨ªa? ?Kusturica?
R. No; yo.
P. Despu¨¦s de haber conocido el glamour de las estrellas del rock, ?c¨®mo se dej¨® seducir por el barullo de los gitanos con sus trompetas?
R. Porque es una m¨²sica que jam¨¢s desaparecer¨¢: no puede tocarse en restaurantes.
P. ?C¨®mo dice?
R. La m¨²sica que se hace para entretener a la gente que est¨¢ en los restaurantes o los locales de fiesta acaba por morir. Se lo digo yo, que he tocado en locales de strip-tease. La gente no le presta ninguna atenci¨®n. Pero este tipo de m¨²sica es imposible que se haga all¨ª porque al usar instrumentos de viento tienen que escupir cada 15 minutos, como m¨ªnimo, y no les dejan entrar a ning¨²n sitio de ¨¦sos porque nadie quiere comer al lado de un t¨ªo que no hace m¨¢s que echar escupitajos al suelo. Tienen suerte, aunque no lo crean. Tienen mucha suerte.
De profesor de marxismo a rockero gitano
Fue profesor de marxismo en la antigua Yugoslavia pero lo dej¨® por un trabajo de m¨¢s porvenir: rockero de los que provocan desmayos. Ahora sigue de m¨²sico, pero se ha metido a revisar mitos de la ¨®pera como Carmen, a la que ha hecho viajar de Andaluc¨ªa a los Balcanes conservando las ra¨ªces gitanas. Goran Bregovic (Sarajevo, 1955) dice que no sabe a qu¨¦ patria pertenece, aunque ¨¦l conserva casa en Serbia, Croacia y Bosnia para no perder la sensaci¨®n de tener los pies en alg¨²n sitio. Se hizo famoso en todo el mundo gracias a las pel¨ªculas de Emir Kusturica poniendo m¨²sica a El tiempo de los gitanos, El sue?o de Arizona o la maravillosa Underground. Ha estrenado este verano en Espa?a su Karmen con final feliz en Santander y Peralada con divisi¨®n de opiniones y en octubre volver¨¢ al Festival de Oto?o de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.