25 a?os de Solidaridad
Polonia rinde homenaje a la fundaci¨®n hace 25 a?os del primer sindicato independiente, Solidarnosc, en un pa¨ªs de la Europa del Este, entonces comunista, bajo la tutela de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Hoy el comunismo es un despojo; la URSS ha vuelto a llamarse Rusia, aligerada de las conquistas del ¨²ltimo siglo de los zares, y Polonia es una democracia. Pero muchos polacos, aunque agradecidos a la revuelta que oblig¨® al r¨¦gimen a firmar los acuerdos de Gdansk el 31 de agosto de 1980, con los que nac¨ªa el sindicato, sienten la amargura de las expectativas incumplidas y de un futuro que no ha sido exactamente como lo hab¨ªan so?ado.
El recrudecimiento de la lucha obrera en agosto de 1981 condujo a la imposici¨®n del estado de excepci¨®n el 13 de diciembre, con la detenci¨®n de numerosos militantes de Solidaridad, en unos movimientos t¨¢cticos del l¨ªder comunista, el general Jaruzelski. Pero una penosa traves¨ªa del desierto fue precisa antes de que el poder pretendiera, en junio de 1989, soltar lastre. Unas elecciones, por primera vez libres, a un tercio de la C¨¢mara y todo el Senado deb¨ªan llevar, seg¨²n el general, a la formaci¨®n de un Gobierno de coalici¨®n entre los comunistas y Solidaridad. Pero el pueblo ten¨ªa otras intenciones. El Partido Obrero Unificado Polaco (POUP) fue barrido en las urnas (un esca?o sobre 250) y el cat¨®lico Tadeusz Mazowiecki pas¨® a encabezar el Ejecutivo. En noviembre ca¨ªa el Muro de Berl¨ªn. Polonia se le hab¨ªa adelantado, pero otros le pasaron por delante.
El l¨ªder de Solidaridad, el electricista Lech Walesa -tan cat¨®lico como su compatriota Juan Pablo II, elevado al solio pontificio en 1978-, fue elegido presidente en 1990 y comenz¨® la ardua tarea de gobernar el pa¨ªs. Corrupci¨®n, desigualdades e incompetencia se dieron cita en un proceso que llev¨® a los polacos a elegir en 1995 a un comunista reconvertido, Aleksander Kwasniewski, que sigue en el poder. La trayectoria de Solidaridad, reciclada en partido, parece confirmar la teor¨ªa de que espl¨¦ndidos agitadores hacen p¨¦simos gobernantes. Pero no por ello dejaremos todos de recordar con gratitud y admiraci¨®n el d¨ªa en que Walesa, Jacek Kuron y Adam Michnik comenzaron a liberar Europa del Este.
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