Polic¨ªas y vecinos contra saqueadores
Propietarios armados se enfrentan a los ladrones que arrastran carros cargados de objetos robados en mercadillos y centros comerciales
En una ciudad cerrada a cal y canto, la farmacia Rite Aid de la esquina de Oak y South Calrrollton estaba abierta de par en par. Alguien rob¨® un cami¨®n, recorri¨® con ¨¦l cuatro manzanas e irrumpi¨® por la puerta principal tras romper la verja de seguridad. J¨®venes y mayores entraron con las manos vac¨ªas y salieron cargados de golosinas, gafas de sol, cuadernos, refrescos y cualquier cosa que necesitaban o que encontraban. Nadie intent¨® detenerlos.
Por todo Nueva Orleans, la ley y el orden hab¨ªa sucumbido a los devastadores efectos del hurac¨¢n Katrina. Los desesperados y los oportunistas se aprovechaban de la sobrecarga de trabajo de la polic¨ªa y cog¨ªan todo lo que pod¨ªan llevarse en las manos, con carritos o flotando: alimentos, agua, zapatos, televisores, art¨ªculos deportivos y armas de fuego.
"S¨¦ que lo que hago est¨¢ mal, pero aqu¨ª de lo que se trata es de sobrevivir", dice una saqueadora
Comercios de todo tipo y tama?o se han convertido en bazares de mercanc¨ªa gratuita
Los propietarios y comerciantes han sacado sus armas. Los que no tienen nada han sacado los carritos de la compra. Ambos grupos se han cruzado miradas de recelo varias veces en la calle durante los ¨²ltimos tres d¨ªas, y el peligro ha impedido incluso llevar a cabo labores de rescate.
Con la polic¨ªa de Nueva Orleans ocupada en tareas de auxilio, agentes de otras partes de Luisiana han comenzado a patrullar la ciudad, algunos de ellos mostrando ostensiblemente sus rifles desde veh¨ªculos blindados. Pero el mi¨¦rcoles por la noche, el alcalde de Nueva Orleans, C. Ray Nagin, orden¨® a 1.500 agentes de la polic¨ªa local, casi todos los efectivos de que dispone, regresar a sus labores habituales. Los saqueadores "est¨¢n empezando a aparecer en las zonas m¨¢s pobladas: hoteles, hospitales... Vamos a ir a por ellos", declar¨® el alcalde a la agencia Associated Press.
La gobernadora de Luisiana, Kathleen Babineaux Blanco, dijo estar "furiosa" por los saqueos. "Lo que m¨¢s me irrita es que los desastres hacen aflorar lo mejor de cada persona, y eso es lo que todos esper¨¢bamos, se?al¨® Blanco en una conferencia de prensa. "Por el contrario, esta vez est¨¢ aflorando lo peor".
Comercios de todo tipo y tama?o, desde Wal-Mart a Rite Aid, pasando por el mercadillo ben¨¦fico de San Vicente de Paul, se han convertido en bazares de mercanc¨ªa gratuita.
Algunos habitantes de la ciudad han decidido hacerse cargo de su propia seguridad. Justo antes de medianoche, John Carolan estaba sentado en el porche de su casa entre la densa y h¨²meda oscuridad cuando tres o cuatro j¨®venes, uno de ellos con un cuchillo y otro con un machete, se detuvieron frente a la verja y se?alaron hacia el generador instalado en el jard¨ªn. Uno de ellos dijo: "Queremos ese generador", recuerda Carolan. "Dispar¨¦ un par de r¨¢fagas al aire con una 375. Magnum", recuerda. "Desaparecieron". Sonriendo, a?adi¨® "?Ha o¨ªdo usted hablar de la justicia al oeste del Pecos? Esta es la ley al oeste de Canal Street".
Aunque nadie trataba de justificar a quienes robaban, muchos responsables municipales ped¨ªan que no se trate a todos los saqueadores como ladrones. "Si Nueva York se hubiera quedado aislada el 11-S, ?Qu¨¦ hubiera sucedido?", se preguntaba Cynthia Hedge-Morrell, vicealcalde de la ciudad. "Cuando falta comida, agua, asistencia sanitaria... ?Qu¨¦ har¨ªan ustedes? La gente est¨¢ intentando proteger a sus hijos. No justifico el incumplimiento de las normas, pero todo esto es representativo de la gente generosa de Nueva Orleans".
Una mujer en la calle Tchoupituoulas cargaba alimentos, bebidas, agua, pan, mantequilla de cacahuete y latas de comida en el maletero de un Oldsmobile gris. "De alguna manera, s¨¦ que lo que estoy haciendo est¨¢ mal, pero aqu¨ª de lo que se trata es de sobrevivir", dijo la mujer, que no quiso dar su nombre. "Tengo seis nietos. No ten¨ªamos ni idea de que iba a ocurrir esto. No tenemos agua corriente e intentamos conseguir todos los suministros que necesitamos".
Jimmy Field, uno de los responsables de los servicios p¨²blicos del condado, explic¨® que mucha gente para en la calle a los camiones de reparto para conseguir agua y comida. Algunos camioneros se niegan a salir a la calle sin protecci¨®n policial. "Esperamos que llegue ayuda federal para mantener bajo control la situaci¨®n", dijo Field.
Un agente de polic¨ªa recibi¨® un disparo cuando intentaba evitar un saqueo. Result¨® herido grave, pero sobrevivir¨¢. El pasado martes, la polic¨ªa del Estado de Luisiana envi¨® 200 agentes antidisturbios a Nueva Orleans. Su portavoz, el teniente Lawrence J. McLeary, declar¨® que el ambiente de tensi¨®n le recordada a la Convenci¨®n Nacional Dem¨®crata de Chicago, en 1968, que fue escenario de grandes disturbios. "Jam¨¢s he visto nada igual en Luisiana", dijo.
Sin agentes a la vista, la gente entraba con bolsas vac¨ªas, carritos de la compra y mochilas en el Rite Aid y sal¨ªan con ellas llenas. El cami¨®n segu¨ªa en la puerta. Mientras entraban y sal¨ªan, los saqueadores se dirig¨ªan mutuamente miradas de complicidad.
Paul Cosma, de 47 a?os, propietario de un taller de autom¨®viles, se pas¨® la ma?ana ense?ando el barrio a dos periodistas. Llevaba pistolas en las dos caderas. De repente, se encar¨® con un tr¨ªo de j¨®venes y les arrebat¨® dos destornilladores oxidados a uno de ellos. El joven dio un paso atr¨¢s, mirando a su oponente con odio. Cosma, que en ning¨²n momento dijo representar a autoridad alguna, tir¨® las herramientas al suelo, diciendo: "Esto no os hace falta para nada". Los j¨®venes se alejaron sin dejar de mirarlo. Minutos despu¨¦s regresaron y comenzaron a insultar a Cosma y su amigo Art DePodesta, un veterano del Ej¨¦rcito que iba armado con una pistola y una escopeta. Cosma les devolvi¨® la mirada sin decir nada.
Entre las dos partes, los saqueadores entraban y sal¨ªan de una tienda sin hacerles caso.
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