Amadeus, entre luces y sombras
Salzburgo prepara para 2006 el 250? aniversario del nacimiento de Mozart
La m¨²sica y Mozart son las ense?as de Salzburgo. Su c¨¦lebre Festival de verano se remonta a los a?os veinte y el Mozarteum es una de las m¨¢s prestigiosas academias de m¨²sica del mundo. Desde el 25 de julio hasta el 31 de agosto la m¨²sica se ha adue?ado por completo de la deliciosa ciudad austriaca.
Y para el verano de 2006 se prepara un programa especial en honor del 250? aniversario del nacimiento de Mozart. Aunque el Festival no desde?a otros gustos, pues este a?o ley¨® sus textos Ant¨®nio Lobo Antunes y estuvo invitado John Coetzee. Porque Salzburgo es tambi¨¦n una ciudad literaria.
Uno de sus hijos ilustres, Thomas Bernhardt, supo hermanar los dos talentos, el literario y el musical. Jam¨¢s una ciudad ha estado tan presente de una manera negativa, para vilipendiarla en frases envolventes que suenan al o¨ªdo al modo de variaciones sobre un grupo de notas l¨²gubres e ir¨®nicas, como en los libros de Thomas Bernhardt. Si quien planea el viaje a Salzburgo no ha tenido a¨²n la fortuna de leer los cinco peque?os tomos de su autobiograf¨ªa novelada, desde El origen a Un ni?o, debe hacerlo sin p¨¦rdida de tiempo. Ah¨ª aparece una ciudad h¨²meda y siniestra, generadora de tuberculosos y genios. Una ciudad que fascina por su car¨¢cter inhumano en un entorno tan humano, tan alegre y teatral, tan lleno de un encanto que es dif¨ªcil encontrar uno parejo en toda Europa Central, una feliz simbiosis entre el car¨¢cter italiano y el germ¨¢nico.
Salzburgo es tambi¨¦n la ciudad natal del poeta Georg Trakl, que prefigura la mirada torva de Bernhardt. Trakl describe un mundo decadente, el Salzburgo en el que brilla el esplendor nost¨¢lgico de la antigua corte arzobispal. Sin embargo, la ciudad no resulta melanc¨®lica ni austera al reci¨¦n llegado; al contrario, fue creciendo sin complejos siguiendo la armon¨ªa de las formas barrocas del estilo austriaco, ligero y exuberante al mismo tiempo. Si contrastamos el libreto italiano de Don Giovanni con la m¨²sica de Mozart podemos entender por qu¨¦ Salzburgo cautiva con su elegancia siempre nueva, por qu¨¦ nos sentimos bien aqu¨ª, alejados de cualquier tentaci¨®n melanc¨®lica. Algunos rincones tienen la morbidez de Venecia, si bien nunca su aire grave, de algo hace tiempo muerto. Toda la ciudad es una fiesta para los ojos, una maravilla de la sensibilidad art¨ªstica y el buen gusto de la religi¨®n de otro tiempo.
Estrechas calles y pasadizos encalados desembocan en amplias plazas flanqueadas por las moles de palacios y las iglesias que van revistiendo, a medida que uno deambula y vuelve varias veces sobre sus pasos, pues el centro de Salzburgo es bastante peque?o, una unidad perfecta. Tal vez el hecho de no poder crecer, de estar constre?ido por dos fronteras naturales, por un lado el r¨ªo Salzach y por otro la colina del M?nchsberg, junto a las alturas de Hohensalzburg y Nonberg, ha hecho que el margen izquierdo de Salzburgo tenga ese aspecto de peque?a pieza de relojer¨ªa arquitect¨®nica y paisaj¨ªstica. S¨®lo el castillo Mirabell y el Theater ofrecen un di¨¢logo desde el otro lado del r¨ªo, un di¨¢logo de perspectivas y puentes de enorme atractivo.
Un buen rito tur¨ªstico
Lo m¨¢s precioso de la ciudad se encuentra en el lado izquierdo. Aqu¨ª los poderosos arzobispos renacentistas, que reun¨ªan la autoridad espiritual y la temporal, fueron erigiendo pieza a pieza un museo en los siglos XVI y XVII. Hay mucho para curiosear, y las colas son frecuentes en tiempo de festivales. Aunque no soy partidario de ritos tur¨ªsticos, hay uno en Salzburgo que merece la pena. Y es alquilar un carruaje para ver pasar la ciudad desde la altura de un caballo. El mejor momento para ello es entre las diez y las once de la ma?ana. A esa hora la luz atraviesa el halo del r¨ªo y crea en las calles una bruma tenue. El cochero ir¨¢ se?alando a derecha e izquierda, arriba o abajo, mientras suelta nombres de iglesias, y descubre la vieja panader¨ªa, la casa de Mozart, los santuarios de la m¨²sica. Pero uno s¨®lo quiere dejarse mecer en el carruaje, encontrar el ritmo musical a los cascos del caballo, elevar los ojos al cielo azul intenso, respirar el aroma nutricio de la villa, una mezcla de bollos de mantequilla y salchichas escaldadas. Quiere bajarse al terminar el paseo y entrar en el viejo caf¨¦ Tomaselli, en un ¨¢ngulo de la Churf¨¹rst Strasse.
Sentados en el Tomaselli una voz nos cuchichea al o¨ªdo. Es Bernhardt advirti¨¦ndonos: "Salzburgo es una fachada p¨¦rfida, en la que el mundo pinta ininterrumpidamente su falsedad". Y cuando uno camina por sus calles, contin¨²a diciendo la voz, "no camina ya rodeado de m¨²sica sino que se siente nada m¨¢s que repelido por el lodazal moral de sus habitantes". ?Podemos creer que esa "enfermedad mortal", ese "museo de la muerte", ese "cementerio de fantas¨ªas y deseos" que "aniquila a las personas creadoras" sea en verdad el lugar por el que hemos estado paseando? El escritor austriaco nos cuenta en El s¨®tano que de joven decidi¨® ir "en la direcci¨®n opuesta" a Scherzhauserfeld, entonces el barrio de los desheredados, para dar sentido a su existencia. Sin ese descenso al infierno quiz¨¢ Bernhard no hubiera podido comprender la "abyecci¨®n" de la villa arzobispal, una abyecci¨®n que a nosotros nos resulta ahora incomprensible fuera de sus p¨¢ginas, y tampoco hubiera podido encontrar el arte subiendo al M?nschberg, desde donde en su infancia se arrojaban los suicidas.
En el fondo, toda ciudad que se precie debe mantener un continuo pulso entre la luz y la sombra. La luz, en este caso, es Mozart, aunque tambi¨¦n ¨¦l estaba hecho de sombras. Visitando su casa natal nos hacemos una idea de c¨®mo era la vida en Salzburgo cuando el ni?o genial alborotaba los salones. Y en la casa donde vivi¨® despu¨¦s, en la otra ribera del Salzch, empezamos a comprender la peculiar manera, c¨®mo la universalidad de su m¨²sica asienta sus ra¨ªces en el mundo salzburgu¨¦s. Al atardecer, la m¨²sica, de Mozart y de tutti quanti, contin¨²a sonando en los rincones de la ciudad como una suerte de viento juguet¨®n que toma impulso al chocar con la venerable roca de la monta?a. Entonces empezamos a sentir que Salzburgo m¨¢s que una ciudad es un espect¨¢culo que se representa sin fin desde hace cinco siglos, y que su bestia negra, Bernhard, que r¨ªe a carcajada limpia como Amadeus cuando suelta pestes sobre el lugar donde le toc¨® arregl¨¢rselas a pesar de todas las dificultades, forma tambi¨¦n parte de ¨¦l.
Jos¨¦ Luis de Juan es autor de Campos de Flandes (Alba, 2004)
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos- Prefijo telef¨®nico: 00 43 662.- Poblaci¨®n: Salzburgo tiene 149.000 habitantes; Austria, 7,8 millones.C¨®mo ir- Austrian (www.aua.com; 902 25 70 00) vuela a Salzburgo. Desde Madrid, con escala en Viena, ida y vuelta, comprando con 21 d¨ªas de antelaci¨®n, desde 444, tasas y gastos incluidos.- Swiss (www.swiss.com; 901 11 67 12) ofrece en su web vuelos de ida y vuelta desde Madrid a Salzburgo, con escala en Z¨²rich, desde 235 euros m¨¢s tasas y gastos (precio final, unos 338).Mozart- Mozarteum (www.mozarteum.at; 88 94 00). Informaci¨®n de eventos y museos relacionados con el m¨²sico, como por ejemplo la Casa Natal de Mozart (84 43 13; Getreidegasse, 9. 6 euros) y laCasa Museo de Mozart (87 42 27 40; Makartplatz, 8; entrada, 6 euros).- 250? aniversario de Mozart, que se celebra en 2006: (www.mozart2006.net).Informaci¨®n- Oficina de turismo de Salzburgo (www.salzburg.info; 88 98 70). Ofrece en su web, adem¨¢s de informaci¨®n tur¨ªstica, ofertas y listado de hoteles.- Informaci¨®n tur¨ªstica de la regi¨®n de Salzburgo: www.salzburgerland.com.- Sitio 'Web' de turismo de Austria: www.austria.info. - Festival de Salzburgo: www.salzburgfestival.at.
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