Triplete de Petacchi
El italiano logra en Lloret, donde hoy se corre la primera contrarreloj larga, otro triunfo al 'sprint'
Ning¨²n ciclista se sinti¨® impresionado con la visita de Dana Garc¨ªa.
Fue una reacci¨®n l¨®gica. ?A qui¨¦n, siendo ciclista, viviendo lo que viven los corredores, conociendo lo que conocen, le pueden conmover los tragic¨®micos avatares de Norma Elizondo, la mala-buena de Pasi¨®n de gavilanes, celebrado culebr¨®n? De eso, de tragedia, de comedia, de alambicadas relaciones personales, hay en la Vuelta todos los d¨ªas. De bolero triste.
Hay un ciclista en la Vuelta con un hondo penar en el alma. No quiere que se diga su nombre, que todas las noches llora; que todas las ma?anas, hojeando el libro de ruta, se pregunta si podr¨¢ con el primer repecho marcado en el mapa; que todos los d¨ªas se dice que uno m¨¢s y nada m¨¢s. Un corredor que odia a su director y no sabe por qu¨¦ est¨¢ en la Vuelta, al que odia su director y al que le gustar¨ªa dormir en su casa todas las noches, con su chica, con su familia, y no en an¨®nimos hoteles. Pero esto es un bolero. Y en un bolero si algo puede salvar del precipicio a un personaje atormentado es la dignidad, la suya. La misma dignidad que a este corredor le impide abandonar todas las ma?anas, el orgullo de quien tiene el cuerpo herido, el alma tocada, y se niega a perderlo todo.
Lejos de ¨¦l, en las ant¨ªpodas an¨ªmicas, brilla el jersey dorado de Roberto Heras, su p¨¢rvulo cuerpo, feliz y callado, presto a agigantarse hoy, en la misma medida en que el de sus rivales se achique en los terribles repechos de la selva gerundense, 48 kil¨®metros, en la contrarreloj de Lloret de Mar. Heras, el protagonista, es el que no se hace ya m¨¢s preguntas porque ha encontrado en su tierra todas las respuestas. Y todas le han satisfecho.
Entre medias de ambos pedalea, muy deprisa, el corredor que no se hace preguntas porque no necesita respuestas, porque las conoce todas. Erik Zabel ama el ciclismo, lo ama con amor puro, con el amor de quien no pide nada a cambio, y lo demuestra todos los d¨ªas; el corredor que sabe no s¨®lo que seguir¨¢ un d¨ªa m¨¢s, una carrera m¨¢s, sino un a?o m¨¢s, y otro. No se sabe lo que piensa, lo que oculta detr¨¢s de sus gafas de sol, porque no habla; acelera en la salida, acelera en la llegada. Zabel ha ganado seis veces el maillot verde del Tour; Zabel, sprinter alem¨¢n de 35 a?os, ha ganado cuatro veces la Mil¨¢n-San Remo, ha mantenido en los ¨²ltimos a?os una media de de m¨¢s de diez victorias anuales, pero hace dos que no gana una etapa de la Vuelta. En 2004 qued¨® segundo en las dos carreras que m¨¢s ama, la Mil¨¢n-San Remo y el Mundial. En ambas ocasiones, tras ?scar Freire. Y este 2005, al lado de m¨¢s de una docena de segundos puestos, dos de ellos en esta Vuelta, s¨®lo luce una victoria.
"El segundo puesto es el m¨¢s odiado por un sprinter", dice Giovanni Lombardi, algunos a?os compa?ero de equipo de Zabel; "y los a?os que yo trabajaba para ¨¦l se enfadaba much¨ªsimo cuando quedaba segundo. Ahora ha cambiado. Es un bicho raro dentro del mundo del sprint porque, si acaba segundo, s¨®lo piensa en quedar primero al d¨ªa siguiente. Y. si queda octavo, en quedar s¨¦ptimo".
Y Giovanni Fidanza, otro italiano que fue su rival cuando corr¨ªa y ahora es su director en el T-Mobile, explica que, con los a?os, Zabel ha perdido velocidad, pero ha ganado resistencia y es capaz de pasar la media monta?a.
Cuando esa transformaci¨®n, inevitable en todo cuerpo veloz, le llega a la mayor¨ªa de los sprinters, ¨¦stos intentan dar un nuevo sentido a su carrera. Lombardi, por ejemplo, ejerce de capit¨¢n de ruta, de hombre de confianza del l¨ªder de su equipo, de Basso en el Tour, de Sastre en la Vuelta. Pero Zabel sigue insistiendo en que su ¨²nico oficio es el de sprinter. A malas con su equipo, que no le llev¨® al Tour, ha fichado para 2006 por el Domina Vacanze, en el que tambi¨¦n correr¨¢ Alessandro Petacchi, el hombre del momento. "Pero no ir¨¢ como lanzador de Petacchi, sino con un objetivo magn¨ªfico, el de ganar su s¨¦ptimo maillot verde del Tour", dice Lombardi.
Seguramente, por dif¨ªcil que parezca, lograr esa haza?a a los 36 a?os le resultar¨¢ m¨¢s f¨¢cil que ganar una etapa en esta Vuelta. Al menos, mientras siga Petacchi, quien ayer consigui¨® su tercera victoria en los cinco sprints masivos habidos. En los otros no particip¨®.
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