El momento en que la mano se abre
La mano derecha comienza a tensar lentamente la cuerda, mientras la izquierda sujeta firmemente el arco. El esfuerzo es enorme pero no puedo temblar, he de mantener los ojos bien abiertos, los pies deben asentarse firmemente en tierra. Entro en una especie de trance: soy, a la vez, el arco, la flecha y el objetivo que est¨¢ enfrente de m¨ª. Y en el momento que siento que ha llegado el momento, la mano se abre y la flecha sale en direcci¨®n al objetivo. A partir de ese momento, lo ¨²nico que puede hacer el arquero es contemplar su vuelo, sabiendo que ha dado lo mejor de s¨ª mismo, que ha mantenido el control, que ha sentido alegr¨ªa durante todo el proceso del tiro.
La paradoja es evidente: he realizado todo este esfuerzo para acercarme al pecho, a la cara, algo que deber¨¦ soltar en un momento y no tengo ninguna posibilidad de modificar su curso.Los antiguos arqueros zen dec¨ªan que cada flecha es una vida, y el hombre debe respetar esto. Cada libro es una flecha, una parte de mi vida que primero se me revela a m¨ª, y despu¨¦s a mis lectores.
He borrado libros enteros del ordenador, porque no me expresaba con claridad. Pero no he dejado de lanzar mis flechas, mis textos, por miedo a equivocarme. Si he hecho los movimientos correctos, abro la mano y suelto la cuerda. Si estoy presente en todas las palabras que he escrito, ya no son m¨ªas, el objetivo se convierte en un espejo y me veo reflejado en los ojos de mis lectores.
La flecha debe salir en el momento preciso en que el arco, el arquero y el objetivo se encuentren en el mismo punto del universo: esto se llama Inspiraci¨®n. En El Zahir insisto en esta palabra porque el protagonista es escritor.
En El Zahir, el personaje principal hace exactamente esta misma reflexi¨®n: para m¨ª, escribir es descubrir la historia que no me han contado, hacer un viaje a una isla desconocida y probar de compartirlo con los dem¨¢s. Y para mi constante sorpresa, otras personas iban en busca de aquella isla, y la encuentran en el libro. A partir de ah¨ª, ya no soy un hombre perdido en la tempestad: me encuentro conmigo mismo a trav¨¦s de mis lectores, entiendo lo que he escrito cuando otros tambi¨¦n lo entienden, nunca antes.
Extracto del texto escrito por Paulo Coelho para la publicaci¨®n brasile?a Isto?.
Babelia
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