?ltimas tardes de agosto
Lo peor de agosto no es que preceda a septiembre, sino que ¨¦ste da paso a octubre, el mes m¨¢s cruel del a?o porque fija prop¨®sitos, posiciones y estrategias destinadas a durar al menos hasta el inicio de las vacaciones navide?as
En la penumbra
Es una pesadilla, sin duda. En una de las apacibles tardes de Alcossebre, pasa las p¨¢ginas de algunos c¨®mics para alcanzar el sue?o. Ya adormilado, comienza lo que parece una discusi¨®n entre los vecinos de la casa de al lado. Son vascos y se pelean en su idioma, as¨ª que no entiende ni el origen ni la finalidad de esa disputa. Pero algo le llama la atenci¨®n. Un crescendo como de vasos comunicantes, donde el hombre ha llevado la voz cantante desde el inicio para ir bajando en volumen e intensidad a medida que su mujer ha ido elevando el tono y la velocidad de dicci¨®n en el curso de ese crispado intercambio de opiniones. Todo es interrumpido por la llantina de un ni?o, quiz¨¢s una ni?a, que gime como un lobo en miniatura. Va a la ducha antes de salir hacia la playa, y justo cuando salen cargados de artima?as para defenderse del lugar al que se dirigen se topan con la pareja y su ni?a, que tambi¨¦n marchan hacia el mar. Aunque mucho m¨¢s serios que nosotros. La tarde nublada sugiere una amenaza nocturna.
La fijeza
Otro esfuerzo en vano del verano ha sido el intento de reconciliaci¨®n con el c¨®mic, con los c¨®mics. Entretienen m¨¢s las disquisiciones de Umberto Eco sobre el g¨¦nero que su frecuentaci¨®n. El hieratismo entre ¨¦pico y nost¨¢lgico de las vi?etas de Corto Malt¨¦s resulta algo tedioso, sobre todo cuando hay que recurrir una y otra vez a la lectura entrecortada de los bocadillos para enterarse de qu¨¦ diablos va el asunto. La ventaja del cine no consiste s¨®lo en que el movimiento es acci¨®n, ya que en la pantalla tambi¨¦n la palabra lo es, y los personajes, por fortuna, son todo lo que se quiera excepto est¨¢ticos. In¨²til tratar de fijar en una vi?eta la enorme energ¨ªa vital de un James Cagney, por ejemplo, quien, por cierto, habr¨ªa sido poca cosa de no acertar a masticar las palabras con tanta energ¨ªa como el compulsivo repertorio de sus gestos. S¨ª as¨ª vienen a ser los c¨®mics de culto, ya me dir¨¢n en qu¨¦ vienen a quedar los incultos.
Carro?eros
Pocas veces se ha visto a un pol¨ªtico tan entregado a la desenvoltura como Eduardo Zaplana. Que un helic¨®ptero tiene la desgracia de estrellarse en una colina de Afganist¨¢n y en el accidente mueren 17 militares espa?oles, es raz¨®n bastante para que ese caballero asegure que su partido no va a hacer sangre sobre el asunto, lo que parece razonable, para a?adir un algo m¨¢s que desafortunado "y no como otros", lo que se aproxima m¨¢s a las actitudes miserables. Esos "otros" no hicieron m¨¢s que poner orden en la macabra chapuza de la identificaci¨®n de los 62 cad¨¢veres del Yak-42, como era su obligaci¨®n, y -ahora s¨ª- no como otros. La pregunta es qu¨¦ deudas tiene el PP con un tipo como Zaplana para mantenerlo en su puesto, como no se trate de desplazar hacia ese sujeto las tareas de la insidia.
Vaya con la tele
Se hab¨ªa jurado que su hija no ver¨ªa la tele m¨¢s all¨¢ de lo imprescindible, en los momentos muertos entre el ba?o y la cena o entre el desayuno y la hora de salir hacia el cole. Empez¨® a mediod¨ªa, con Los Simpson, lo que al cabo no le parec¨ªa tan mala elecci¨®n, pero todo cambi¨® este verano, cuando le dio por Amarte as¨ª, Frijolito, en dura competencia con una amiguita invitada que prefer¨ªa Pasi¨®n de gavilanes. Es un misterio en ni?as de seis a?os su propensi¨®n al melodrama. Pero -m¨¢s divertido que horrorizado- termin¨® por contemporizar con esos gustos un tanto ex¨®ticos, sobre todo porque las ni?as resumen el argumento de los episodios vistos con una precisi¨®n en los detalles que para s¨ª quisieran los m¨¢s atentos de los cr¨ªticos. Y de paso aprenden un mont¨®n de cosas sobre arduas pasiones y curiosas relaciones de parentesco que a los padres les costar¨ªa mucho explicar.
Lo que nos espera
Ser¨¢ el tedio oto?al, sin duda. Estaci¨®n anta?o de tanto prestigio para los anatomistas de la melancol¨ªa y que ahora viene a durar, como dir¨ªa Mallarm¨¦, el tiempo de un seno desnudo entre dos camisas. La sequ¨ªa apenas ser¨¢ paliada por inundaciones m¨¢s feroces que feraces, y hasta es posible que el Ebro baje m¨¢s seco que Yerma, de manera que Francisco Camps tendr¨¢ que pactar con lo que quede de los catalanes para llevar hasta Albatera el agua del R¨®dano, si para entonces todav¨ªa es caudaloso ese r¨ªo m¨ªtico. La unidad de Espa?a seguir¨¢ siendo la mordida irredenta de la COPE, y lo que queda de Jim¨¦nez Losantos, cada vez m¨¢s redondito, se postular¨¢ como candidato a la presidencia del Gobierno a trav¨¦s de la media docena de canales televisivos que se ha zampado. No se prev¨¦ que ocurra nada m¨¢s estimulante, pese a la continuidad de Zaplana como portavoz de su partido.
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