Go, Lance; go!
Por un lado, unos frasquitos de pip¨ª dudosos, viejos como Matusal¨¦n, y, por otro, la palabra de Lance Armstrong: "No he tomado productos que aumenten el rendimiento". Yo -a¨²n a riesgo de que sufra mi modestia- soy como Eddy Merckx: "Conf¨ªo en Lance".
Una observaci¨®n. Al parecer, nunca hubo contraan¨¢lisis. Por lo tanto, Armstrong es acusado y, al mismo tiempo, colocado en la imposibilidad de defenderse. En definitiva, el terreno en el que se dirime esta extra?a partida es cualquier cosa salvo el de la justicia.
Lance Armstrong, que ayer se destacaba con facilidad del pelot¨®n, se presenta hoy ante el pelot¨®n de ejecuci¨®n. Hab¨ªa que linchar a quien, durante siete a?os, convirti¨® el Tour en una pel¨ªcula del Oeste, recorri¨® nuestras llanuras al galope, llevando tras su estela a los carromatos del US Postal. Armstrong nunca ha carecido de valor, ni en su cama de hospital ni sobre una bicicleta. ?Puede decirse lo mismo de quienes abren fuego justo en el momento en que se baja del sill¨ªn? Hab¨ªa que linchar a este campe¨®n del mundo que nunca ha sido uno de esos tipos bonachones a los que se les puede dar una palmadita en la espalda. Hab¨ªa que lincharle, a este estadounidense que en julio monta en una bicicleta de carreras en los Pirineos y en agosto en una bicicleta de monta?a en Texas en compa?¨ªa -?horror, pavor!- de George W. Bush.
Quienes han permanecido durante meses en las cuevas del laboratorio de Ch?tenay-Malabry registrando los archivos y sacudiendo los frascos nunca, hay que recordarlo, han querido a Lance Armstrong. Al d¨ªa siguiente de su s¨¦ptima y ¨²ltima victoria en los Campos El¨ªseos titulaban: "Seguir¨¢ estando aparte". De este modo, se afanaban en excluirlo de un pelot¨®n sobre el cual hab¨ªa reinado. Se negaban a concederle el lugar que le corresponde entre los gigantes del Tour. Se hab¨ªan regocijado con la publicaci¨®n de un libro, L. A. confidentiel, escrito a cuatro manos -dos para las consonantes y dos para las vocales-, un libro repleto de ninguna revelaci¨®n, de ning¨²n secreto sobre el supuesto lado oculto de un campe¨®n que dijo esta frase fant¨¢stica: "No corro por dinero, corro por el dolor". Ellos, que nunca creyeron en su autenticidad, hab¨ªan repetido, columna tras columna, para descalificarlo, que Lance, al contrario que sus gloriosos antecesores, s¨®lo corr¨ªa el Tour. Es cierto, Lance, a quien la enfermedad sin duda ense?¨® a escoger, prefiri¨® el Tourmalet a las Dolomitas, Saint-?tienne al Poggio. ?Se lo podemos reprochar sin ser ingratos? Armstrong sigue siendo este ni?o del Nuevo Mundo que, en el pa¨ªs del b¨¦isbol y de la NBA, so?aba ¨²nicamente con el Tour. Sue?o que engrandece al Tour.
Christian Laborde es escritor franc¨¦s y ultima un libro sobre Armstrong.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.