Fallece el presidente del Supremo de EE UU tras 19 a?os en el cargo
La muerte del juez Rehnquist redobla la batalla pol¨ªtica por el tribunal
La muerte del presidente del Tribunal Supremo de EE UU, William Rehnquist, tras 19 a?os en el cargo, crea una segunda vacante en el tribunal, tras la renuncia en junio de Sandra O'Connor. La sustituci¨®n del conservador Rehnquist es m¨¢s complicada y ser¨¢ escenario de una batalla m¨¢s intensa que la que est¨¢ a punto de librarse en el Senado en torno a John Roberts, el juez que George W. Bush propuso para sustituir a O'Connor.
Rehnquist, de 80 a?os y nieto de inmigrantes suecos, muri¨® el s¨¢bado por la noche de c¨¢ncer de tiroides. La enfermedad fue diagnosticada hace 11 meses, pero el magistrado sigui¨® al frente del tribunal "hasta que sufri¨®, hace un par de d¨ªas, un serio deterioro de su salud", seg¨²n Kathy Arberg, una portavoz del Supremo. El propio Rehnquist cort¨® en junio las especulaciones sobre su retirada diciendo que seguir¨ªa cumpliendo sus obligaciones "hasta que mi salud me lo permita".
A lo largo de sus 33 a?os en el Supremo -19 de los cuales como presidente-, Rehnquist fue una figura clave en el desplazamiento del tribunal, en el que hab¨ªa una mayor¨ªa progresista, hacia posiciones conservadoras. Propuesto en 1972 por Nixon y nombrado presidente en 1986 por Reagan, Rehnquist pertenec¨ªa a la corriente de la contenci¨®n jur¨ªdica, que hace una interpretaci¨®n estricta de la Constituci¨®n al considerar que los ¨²nicos derechos protegidos en la Carta Magna son los que se nombran espec¨ªficamente. Eso es lo que le llev¨®, en 1973, a ser uno de los dos votos contrarios a la legalizaci¨®n del aborto en Roe versus Wade.
Derechos de las minor¨ªas
Rehnquist favoreci¨® el aumento del poder de los Estados frente a Washington y simpatiz¨® con la presencia de la religi¨®n en los escenarios p¨²blicos. En ocasiones qued¨® en minor¨ªa, notablemente en casos relacionados con la protecci¨®n de los derechos de los gays y a favor de la discriminaci¨®n positiva de las minor¨ªas.
A pesar de sus posiciones, supo dirigir con acierto el trabajo y la relaci¨®n entre los jueces y cultivar un ambiente de cooperaci¨®n entre los tres magistrados m¨¢s conservadores, los cuatro m¨¢s progresistas y los dos moderados -aunque tambi¨¦n conservadores- que con frecuencia decid¨ªan las votaciones.
Rehnquist presidi¨® en 1999 el proceso de destituci¨®n que absolvi¨® a Bill Clinton, y vot¨® con la mayor¨ªa (5-4) del Supremo que en el a?o 2000 orden¨® la paralizaci¨®n del recuento de Florida y dio as¨ª la victoria electoral a Bush, quien ayer dijo: "Fue un hombre de car¨¢cter y entrega. Su marcha representa una gran p¨¦rdida para el tribunal y para el pa¨ªs". El presidente a?adi¨® que elegir¨¢ "con celeridad" un candidato para cubrir su puesto en el Supremo.
Los elogios fueron desbordantes en el campo republicano: "Un gran norteamericano que dej¨® a lo largo de m¨¢s de tres d¨¦cadas una profunda huella en la ley de EE UU", seg¨²n Arlen Specter, presidente del Comit¨¦ Judicial del Senado. "Una inspiraci¨®n personal sobre nuestras obligaciones y tareas a la hora de mantener la fuerza de esta gran naci¨®n", dijo Bill Frist, jefe de la mayor¨ªa en el Senado. Tampoco su rival dem¨®crata, Harry Reid, escatim¨® los elogios: "Condujo con gran dignidad y claridad el poder judicial y despleg¨® honor y convicciones y amor por la ley y por su pa¨ªs".
Incluso un adversario declarado como Edward Kennedy dijo que Rehnquist hab¨ªa llevado a cabo su tarea "con la mayor de las distinciones". El senador dem¨®crata record¨® a Bush que tiene por delante la hist¨®rica tarea de cubrir dos vacantes -una situaci¨®n similar no se daba en el Supremo desde 1971- y pidi¨® "un cuidadoso y adecuado procedimiento".
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