Prendas de la China
M¨¢s de 75 millones de prendas de vestir procedentes de China siguen retenidas en los puertos europeos, pendientes de que en el seno de la UE se alcance una posici¨®n com¨²n en las negociaciones con el pa¨ªs asi¨¢tico que se reanudan hoy. Esa situaci¨®n refleja una doble incapacidad de Europa: la de asumir las consecuencias del libre comercio y la de las instituciones comunitarias para facilitar la soluci¨®n de contenciosos como el abierto.
La Uni¨®n Europea est¨¢ dividida entre los pa¨ªses que configuran el bloque proteccionista, con Italia, Francia y Espa?a a la cabeza, y aquellos otros que no disponen de una industria de la confecci¨®n tan amenazada y pueden permitirse defender el derecho de los consumidores a beneficiarse del efecto favorable que sobre los precios tiene la competencia internacional. Alemania y Reino Unido destacan en este segundo grupo. La mayor parte de esas prendas retenidas forman parte de pedidos ordenados antes de que entrara en vigor el nuevo sistema de cuotas en ese sector con China, el pasado 10 de junio. ?sta fue una revisi¨®n de un acuerdo mucho m¨¢s amplio, en el seno de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC), que obligaba a los pa¨ªses a eliminar el sistema de cuotas en el textil a partir del pasado 1 de enero.
Lo que no hab¨ªan previsto los principales pa¨ªses productores era que la capacidad competitiva china fuera tan abrumadora como para inundar todos los mercados con sus productos. La reacci¨®n de la UE y de EE UU fue revisar lo pactado, con el fin de proteger a sus industrias dom¨¦sticas: intentar prolongar la respiraci¨®n de un sector ciertamente amenazado si la defensa competitiva no se fundamenta en una diferenciaci¨®n y calidad suficientes.
El sector de la confecci¨®n es de los m¨¢s expuestos a la emergencia de competidores con costes de producci¨®n m¨¢s baratos. Los pa¨ªses con m¨¢s bajos salarios o jornadas m¨¢s dilatadas no s¨®lo est¨¢n dominando el mercado, sino provocando deslocalizaciones de empresas hasta ahora radicadas en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados. Sin embargo, la defensa a ultranza de sectores maduros, o de empresas incapaces de sobrevivir en un contexto m¨¢s competitivo no es una buena pol¨ªtica. En primer lugar, porque impide que las propias empresas adopten decisiones de modernizaci¨®n y diferenciaci¨®n; en realidad, hay empresas espa?olas en ese sector exitosas internacionalmente, pero son excepciones. En segundo, porque el que acaba pagando es el consumidor. Finalmente, porque actitudes proteccionistas extremas imposibilitan que los pa¨ªses menos desarrollados gocen de la necesaria igualdad de oportunidades, en este caso comerciales, que se supone potencia el proceso de globalizaci¨®n en ciernes.
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