Lecciones de infierno
La experiencia de la epidemia de Marburg en Angola obliga a la ayuda de emergencia a revisar sus m¨¦todos
La ciudad de Uige (180.000 habitantes, norte de Angola) hab¨ªa aprendido desde 1975 a convivir con el miedo, la asfixia, la mugre de la guerra civil. Pero no estaba preparada para lo que se abati¨® sobre ella en octubre: una epidemia de Marburg, enfermedad que no tiene cura, que se incuba en una semana y en tres d¨ªas m¨¢s mata atrozmente, entre hemorragias, diarreas y v¨®mitos; se contagia con apenas el tacto o el sudor. Murieron 350 personas, un 44% ni?os. El esfuerzo de M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF), de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) y del personal sanitario local logr¨® salvar a 12 infectados, en tres meses y medio de lucha. Ese infierno proporcion¨® algunas lecciones. A partir de Uige, MSF ha elaborado una gu¨ªa de actuaci¨®n, que se publicar¨¢ en septiembre. Su autora, Raquel Ayora, fue la coordinadora sobre el terreno en Uige.
La gente gritaba: "?Llegan los demonios!", y apedreaba las furgonetas m¨¦dicas
"Cuando llegamos a ¨²ltimos de marzo la ciudad era p¨¢nico puro, la gente no sal¨ªa de casa", recuerda Ayora. "?C¨®mo no, si lo que hab¨ªa colapsado era precisamente el hospital? Casi una veintena de miembros del personal sanitario se hab¨ªan contagiado, y se tem¨ªa que todos los ni?os a los que hab¨ªan tocado en el ¨¢rea de pediatr¨ªa pod¨ªan ya haber contra¨ªdo el Marburg. Todo el mundo hab¨ªa huido del hospital. Estaban mezclados enfermos y cad¨¢veres. Si no hay hospital, es una bomba de terror, y nadie sabe ya c¨®mo y d¨®nde curarse de nada".
La primera medida de MSF fue crear una unidad de aislamiento, donde m¨¦dicos y enfermeras s¨®lo pod¨ªan entrar con trajes especiales. Era peligroso hasta hacer an¨¢lisis de sangre, porque al pinchar se puede sufrir una herida e infectarse; hubo que recurrir a los an¨¢lisis de saliva. Y, si no hay cura, ?qu¨¦ hacer con los enfermos confirmados? S¨®lo cabe tratar oralmente los s¨ªntomas: intentar que baje la fiebre, reducir las diarreas, rehidratar un m¨ªnimo.
Pero la cat¨¢strofe se esparc¨ªa por la ciudad fantasma. La epidemia de Marburg se combinaba con la del miedo. Las familias se atrincheraban en su hogar con muertos y enfermos. Las autoridades suger¨ªan sitiar los barrios o las casas sospechosas y aplicar la cuarentena a punta de fusil. Y, mientras crec¨ªan las v¨ªctimas, hab¨ªa la premura de enterrar los cad¨¢veres.
La ayuda de emergencia cometi¨® errores. Iban por las casas, cog¨ªan los cuerpos, se los llevaban, los enterraban; se llevaban a los enfermos y los enfermos no volv¨ªan, s¨®lo la noticia de su muerte. Aquellos intrusos iban vestidos de marcianos, con trajes aislantes, m¨¢scaras. Uige sigue siendo una ciudad estremecida por la guerra reciente, y es f¨¢cil propagar rumores. "?Llegan los demonios!". Se expandi¨® la teor¨ªa de que los demonios de extra?as ropas se apoderaban de los muertos para hacer brujer¨ªa, de los vivos para torturarlos y matarlos. La gente apedre¨® las furgonetas de los demonios. Muchos trabajadores locales que colaboraban con los m¨¦dicos blancos desertaron, no quer¨ªan ser reconocidos, se?alados con el dedo como c¨®mplices de los demonios. Los enfermos hu¨ªan y buscaban a los quimbandeiros (hechiceros) que les pon¨ªan cualquier inyecci¨®n y con cualquier jeringuilla; y las autoridades, sin decirlo, tem¨ªan a los quimbandeiros porque su feiti?o (magia) es poderoso.
"Vimos que necesit¨¢bamos un enfoque m¨¢s humano y menos t¨¦cnico", dice Ayora. "Comprendimos que los entierros eran la puerta a la comunidad. Las familias sent¨ªan como una afrenta no poder lavar a sus muertos y darles un funeral de tres o cuatro horas. Decidimos pedir permiso a los sobas , a los familiares, a todo el mundo. Cambiamos nuestra actuaci¨®n. Lleg¨¢bamos vestidos de civil, nos pon¨ªamos el traje aislante y la m¨¢scara ante los familiares, hac¨ªamos que alguno de ellos viera c¨®mo recog¨ªamos al muerto, c¨®mo lo lav¨¢bamos, c¨®mo lo met¨ªamos en un saco o en un ata¨²d. Nos tomamos el tiempo aunque no lo tuvi¨¦ramos. Aprendimos a respetar".
En un reciente brote de ?bola (enfermedad hemorr¨¢gica similar al Marburg e igualmente letal) en Gab¨®n la ayuda de emergencia tuvo que huir, porque la comunidad, presa de histeria, amenazaba con empapar las manos en la sangre y fluidos de los muertos y luego tocar a los m¨¦dicos. "En Uige aprendimos a negociar, a adaptarnos", se?ala Ayora. "Aquello no era un problema antropol¨®gico, sino de psicolog¨ªa social. ?Por qu¨¦ tratar a esas gentes de forma distinta a como tratar¨ªamos a las v¨ªctimas de una epidemia en el mundo rico? Si aqu¨ª o all¨ª llegas con el mensaje de que esta enfermedad no tiene cura, la gente huir¨¢ de la ayuda m¨¦dica. As¨ª que les dimos alternativas: podemos aliviar los s¨ªntomas; si ustedes no quieren hospitalizaci¨®n haremos lo posible, pero internados les cuidar¨ªamos mejor".
Las lecciones de Uige son agridulces, pero est¨¢n ah¨ª. El Marburg sigue sin cura (hay al parecer experimentos militares estadounidenses de una vacuna contra el ?bola, y quiz¨¢ el Marburg, ya que podr¨ªan utilizarse en una hipot¨¦tica guerra bacteriol¨®gica), y ni siquiera se conoce su origen (se especula con que en Uige pudieron transmitirla murci¨¦lagos de una mina abandonada). Pero quiz¨¢ ahora est¨¢ m¨¢s claro que la soluci¨®n ante la epidemia combinada de Marburg y p¨¢nico no puede ser nunca la cuarentena impuesta a la poblaci¨®n. Lo crucial es proteger a las familias, tanto en lo puramente m¨¦dico como del miedo y de la estigmatizaci¨®n.
"En un principio los moribundos yac¨ªan en el hospital, en la noche negra, terriblemente solos", recuerda Ayora. "Pero dejamos pasar a los familiares. ?C¨®mo iba a morir la gente sin los suyos alrededor? Y, si no hab¨ªa familia, quiz¨¢ pod¨ªan tener la radio puesta, o una linterna encendida para borrar el horror de la oscuridad. Son esas peque?as cosas las que hay que no descuidar, nunca, nunca, pase lo que pase".
![Personal de M¨¦dicos Sin Fronteras entra, en abril, en la casa de un sospechoso de padecer Marburg, en Uige (Angola).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ELUGZNSAFXAXTVGFECIU4H4IHA.jpg?auth=8069428761ebdf2e3b07856a7be8b698fbe2dd040e0a323df9a90564b0946856&width=414)
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