El temor de los p¨¢jaros
Se cumplen cien a?os del nacimiento de Vladimir Holan, uno de los mayores poetas que dio la Europa del siglo XX. Nacido en Praga el 16 de septiembre de 1905, form¨® parte de una generaci¨®n innovadora y brillante, comparable a la espa?ola del 27. A ella perteneci¨® tambi¨¦n Jaroslav Seifert, el cual, al recibir el Premio Nobel (1984), consider¨® que se le otorgaba en representaci¨®n, pues, dijo, "otros lo merecieron". Pensaba sobre todo en Holan, presente de este modo en sus propios versos: "En esta maldita c¨¢rcel que es Bohemia / tiraba con desprecio su poemas / como trozos de carne ensangrentada. / Pero los p¨¢jaros ten¨ªan miedo".
Ten¨ªan miedo los alados cantores, pues la voz de este poeta, que naci¨® en una Bohemia incluida en la monarqu¨ªa austro-h¨²ngara, la vio constituirse en el Estado Independiente de Checoslovaquia (en 1918), veinte a?os despu¨¦s sufrir la invasi¨®n nazi (1939) y, tras la Segunda Guerra Mundial, debatirse con los episodios que se sucedieron durante el Gobierno comunista, fue reflejando las crueles etapas: "He sido tan fiel que me he convertido en testigo", escribi¨®. Como consecuencia, los versos que entonaba pasaron de ofrecerse en una compleja forma sonora a irse despojando de visos para quedar en carne y huesos hirientes al servicio del hombre, pues "el poeta y el artista digno de este nombre, cambia el mundo y lo crea de nuevo, sea con la fuerza de la humildad, sea con la fuerza de la rebeli¨®n, pero siempre encaminando su esfuerzo hacia un fin: liberar".
El hombre y su realidad en el mundo -en la historia-, su vida que concluir¨¢ necesariamente en la muerte -ese gran enigma y todos los dem¨¢s, desde el amor y la alegr¨ªa al sufrimiento y la soledad, desde el conocimiento a la perplejidad y la renovada incertidumbre- ser¨¢ lo que surja a trav¨¦s de los versos de Holan "a los que un d¨ªa acudir¨¢n los que quieran tomar el pulso del cruel y gran siglo que cierra el segundo milenio" (Vladimir Justl).
Aunque nace en Praga, el poeta cuenta seis a?os cuando se traslada con su familia a una aldea situada al pie del monte Bezdez. Vivir junto a la estaci¨®n del ferrocarril y o¨ªr el silbido de los trenes, recorrer cada d¨ªa a pie los cuatro kil¨®metros que le llevan al pueblo donde estudia lat¨ªn en el convento de los agustinos, flanqueado por inmensos ¨¢rboles, acechado por el enigma de la naturaleza que se entremezcla en la andadura con el de las palabras, detectando las luces y las sombras entre la hojarasca, la presencia de alg¨²n ciervo o acaso un lobo, pero viendo tambi¨¦n la calma del lago y el reconfortante perfil del castillo en la monta?a, son experiencias que se traslucen en su escritura en forma de contrastes, de ¨¢ngulos inquietantes: lo visto, lo adivinado, la aparici¨®n, la duda, la certeza en la incertidumbre, que hacen de su creaci¨®n algo tan singular.
A los quince a?os regresa a Praga donde concluye los estudios secundarios y trabaja en una compa?¨ªa de seguros y despu¨¦s, en dos revistas. Mientras tanto viaja a Italia (1929) y publica sus primeros libros, desde Abanico en delirio (1926) y El triunfo de la muerte (1930) al diario po¨¦tico Lemuria (escrito entre 1934 y 1938), fruto, en parte, de la admiraci¨®n, compartida con otros escritores centroeuropeos, por Mallarm¨¦, que le hace sucumbir al hechizo formal de la palabra y trabajarla como "un alquimista" (Josef Hora). Pero ya en esta primera etapa en la que investiga en la polivalencia sonora y metaf¨®rica de las palabras, lo importante es aquello que nos comunican, que gira en torno a la tr¨ªada vivir-morir-ser.
Con todo, son momentos en que la historia exige la claridad para hacer frente a los episodios: el Tratado de M¨²nich, la invasi¨®n...; y las palabras de Holan se vuelven sencillas, para acompa?ar al pueblo en momentos de lucha: Terezka Planetov¨¢ (1943), El camino de la nube (1944) y Soldados del Ej¨¦rcito Rojo (1947). A pesar de ello en su poes¨ªa se da una bipolaridad, pues escribe tambi¨¦n Sin t¨ªtulo (1939-1942) y empieza Avanzando (1843-1948), libros en verso libre que indican el camino que seguir¨¢ en el futuro.
Pero la historia sigue imponi¨¦n-
dose y el haberse convertido en poeta del pueblo y para el pueblo no impide que en 1948, con la llegada del Gobierno comunista al poder, remitiendo a sus or¨ªgenes, se le acuse de "formalismo decadente" y se proh¨ªba la edici¨®n de sus obras. "Muro por muro", dice entonces. Y acabar¨¢ por encerrarse en su casa de la isla de Kampa, en el coraz¨®n de Praga, para no volver a salir. Se entrega ahora a una vida nocturna y aislada que pronto hace de ¨¦l un mito vivo. Es esa noche la que se revela definitivo crisol de sus versos: en su enigma se materializan los espectros, siempre hay una huella delante del propio pie, se enciende sola la luz en una habitaci¨®n vac¨ªa desde hace a?os, se ven dos lunas en el cielo y parece que ha llegado el juicio final, llueve y "el rojo se desti?e de las dalias... /el asesino se lava las manos en el pozo", o sencillamente se entiende que el cubo est¨¢ "lleno de la memoria de la esfera"... Sucede que "existe tanta realidad desesperadiza / que el fantasma se ha convertido en esperanza". De ah¨ª que, a pesar de todo, cruce siempre la oscuridad un destello: un encuentro fugaz en un ascensor, las amorosas manos de la madre o la vida cotidiana, tan amada que imaginamos que no puede ser otra cosa la Resurrecci¨®n. En este periodo concluye Avanzando y escribe Dolor (1949-1954), Una noche con Hamlet (1949-1956, 1962), Historias (1948-1955) y Toscana (1958-1963). Ninguno de estos libros ver¨¢ la luz hasta 1963, a?o en que empieza cierta indulgencia.
"As¨®mbrate, poeta checo, de no mendigar", dice. Y, en efecto, logra vivir de breves trabajos que firman otros y de algunas traducciones. Ya a?os atr¨¢s, en 1939, junto al hispanista V¨¢clav Cerny, ha vertido al checo la F¨¢bula de Polifemo y Galatea, de G¨®ngora, entreg¨¢ndose a recrear el barroquismo de la forma, ese barroquismo que subyace todav¨ªa en sus propios poemas, que se vuelven cada vez m¨¢s enigm¨¢ticos, como "apuntes tranquilamente sibilinos" (Giovanni Raboni). Ese muro, que contrapuso al impuesto, ha ido condensando sus versos, pero aunque la indulgencia ha permitido que se inicie el reconocimiento -Premio de la Uni¨®n de Escritores (1964), Gran Premio del Estado Checoslovaco (1965)-, nada interrumpe su aislamiento y su di¨¢logo con la oscuridad. Y van naciendo: En el ¨²ltimo trance (1961-1965), Un gallo para Esculapio (1966-1967) y m¨¢s de cuatrocientos poemas que constituir¨¢n Abismo de abismo, publicado dos a?os despu¨¦s de su muerte que aconteci¨® el 31 de marzo de 1980.
Todas las artes aspiran a abolir la separaci¨®n entre materia y forma y a esto aspira tambi¨¦n Holan en su escritura que busca "el sentido original de las palabras, descubrir su sem¨¢ntica interna", el ritmo de las im¨¢genes y sus "conexiones casuales y mutuas" para desembocar en lo que llama "armon¨ªa atonal". Para ello recurre a forzar la lengua e incluso a frases en idiomas incomprensibles. Es el punto extremo de la contradicci¨®n, algo necesario, porque dice: "Poeta, ?est¨¢s sin contradicciones?, est¨¢s sin posibilidades".
Se trata, en ¨²ltimo t¨¦rmino, de plasmar una realidad a la medida humana, completa y fragmentaria a un tiempo, ya sea un amplio panorama, y entonces nos presenta un todo abigarrado, o un breve espacio en absoluta desnudez. Esto da lugar a dos clases de poemas, uno largo y turbulento que todo lo arrastra y otro breve de m¨¢xima s¨ªntesis, siempre inquietantes. Lo que el poeta detecta con su sensibilidad debe entregarlo en forma de palabras, y eso le genera un desasosiego y un moverse incesante en distintos planos. ?ste es el don del intelecto, "el m¨¢s veloz de los p¨¢jaros" (Rig Veda). Holan, consciente de que el hombre -y el poema- se hallan sacudidos por lo inesperado, la mezcla de lo trascendente y lo cotidiano; consciente de que "ya todo lo invisible / se encuentra tambi¨¦n aqu¨ª en lo visible", entregado hasta el fin a su misi¨®n de testigo, cruza raudo una y otra vez estas fronteras. Acaso era, pues, su velocidad intelecto-sensitiva lo que daba miedo a los p¨¢jaros.
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