La ¨²ltima batalla de Joschka Fischer
Pese a su carisma, el l¨ªder de Los Verdes se prepara para su retirada de la vida pol¨ªtica
El ministro alem¨¢n de Asuntos Exteriores y l¨ªder de Los Verdes, Joschka Fischer, congrega m¨¢s p¨²blico en los actos electorales que la probable ganadora de las elecciones del 18 de septiembre, la presidenta de la Uni¨®n Dem¨®crata Cristiana (CDU), Angela Merkel.
"Es muy importante lo que han hecho en el Gobierno, y eso se va a detener si gana Angela Merkel", dice Renate, madre y maestra de 31 a?os, en un mitin de Fischer en Hannover. Para Martin, el ¨²nico con edad de votar de un grupo de punks con crestas de colores que beben sangr¨ªa en tetrabrik, "hay que darles la oportunidad de terminar las reformas que han iniciado". "Es la primera vez que puedo votar en Alemania, y se lo debo a ¨¦l", dice Serhan, ingeniero de 29 a?os de origen turco.
Con la guerra de Irak, Schr?der tom¨® las riendas de la pol¨ªtica exterior
El ambiente es de entrega total. La voz ya cascada de Fischer arranca continuos aplausos. "Nunca lo he visto tan beligerante", apunta Marlene, de 79 a?os. En un autob¨²s verde, Fischer, de 57 a?os, recorre Alemania en un maratoniano Joschka-Tour con sabor a despedida. Las encuestas otorgan a Los Verdes un 7%, m¨¢s de un punto y medio por debajo del resultado logrado en el a?o 2002.
En Hannover, ciudad de medio mill¨®n de habitantes, el l¨ªder de Los Verdes tuvo esta semana un p¨²blico de 2.500 personas, m¨¢s del doble que la democristiana Angela Merkel dos d¨ªas despu¨¦s en Berl¨ªn, con una poblaci¨®n siete veces mayor.
Fischer es, al contrario que Merkel, divertido e ingenioso. Su atractivo como orador es mucho mayor que el de la candidata. Sin embargo, la popularidad de Joschka Fischer ha visto tiempos mejores. Atr¨¢s qued¨® aquel discurso sobre el futuro de la Uni¨®n Europea en la Universidad Humboldt de Berl¨ªn, en el a?o 2000. El ministro encarnaba entonces la nueva y prometedora figura de la izquierda europea. Su papel en Oriente Pr¨®ximo y la actuaci¨®n que tuvo en la guerra de la ex Yugoslavia le perfilaron como personalidad destacada en el plano internacional.
"La visi¨®n de pol¨ªtica exterior de Fischer consisti¨® en hacer de Alemania una potencia global media. Una potencia media se caracteriza tambi¨¦n por imponer sus intereses estrat¨¦gicos por medios militares, y eso lo hizo el Gobierno del canciller Gerhard Schr?der dos veces, una en Kosovo y otra en Afganist¨¢n", explica el periodista Stephan Lamby, autor de un documental de m¨¢s de hora y media sobre Fischer que estrenar¨¢ la televisi¨®n p¨²blica alemana Phoenix el martes.
Las visiones del pol¨ªtico Fischer se vieron truncadas con la guerra de Irak y la oposici¨®n del canciller alem¨¢n, Gerhard Schr?der, a participar en ella. El deterioro de las relaciones de Alemania con Estados Unidos oblig¨® a Fischer a tratar de reparar los platos rotos por su socio de coalici¨®n, que a su vez tom¨® las riendas de la pol¨ªtica exterior.
Ex taxista con pasado revolucionario que roz¨® la militancia violenta en los a?os setenta, Fischer tuvo que someterse a las l¨ªneas marcadas por Schr?der y tragar sapos. Nunca fue entusiasta de la amistad que une a Schr?der con el presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, escenificada hasta el kitsch por el jefe de Gobierno. Amargo fue tambi¨¦n el trago de aceptar la voluntad del l¨ªder socialdem¨®crata de levantar el embargo de armas a China. Schr?der se impuso a sectores de su partido y al socio de coalici¨®n, que ve¨ªa un riesgo excesivo en la escasa observancia de los derechos humanos por parte del r¨¦gimen chino.
En El regreso de la historia, el libro que present¨® hace tres meses, el verde Fischer defiende estrategias de pol¨ªtica exterior que no se corresponden con la l¨ªnea que ha seguido su Gobierno. "Creo que compensa la p¨¦rdida de influencia como ministro de Exteriores dedic¨¢ndose a la teor¨ªa", explica Lamby. Es notable que, con la apretada agenda que tiene un ministro, a Fischer no s¨®lo le haya dado tiempo en estos ¨²ltimos a?os a cambiar de pareja -se divorci¨® de su cuarta mujer y conoci¨® a su actual novia-, sino tambi¨¦n a escribir un libro.
En Europa nadie se acuerda ya de su discurso en la Humboldt, y en casa su fulgurante popularidad cay¨® del primer puesto de las encuestas por su responsabilidad en la entrada irregular a Europa de miles de ilegales a trav¨¦s de embajadas alemanas.
Por momentos no fue capaz ni de mantener el orden en su propio ministerio, en el que se le rebelaba la vieja guardia m¨¢s conservadora. Esfumados esos temas de la actualidad, el ministro nunca ha recuperado el liderazgo en la clasificaci¨®n de popularidad de los pol¨ªticos.
Desde que el pasado 22 de mayo Schr?der decidi¨® sin consultarle convocar elecciones anticipadas, los antiguos aliados hacen campa?a electoral por separado. Fischer se deja las cuerdas vocales en una campa?a que sabe perdida. Y posiblemente sea la ¨²ltima vez que lo haga. Despu¨¦s de la legislatura que probablemente le espera en la oposici¨®n, pocos creen que Fischer quiera, a los 61 a?os, seguir en la actividad pol¨ªtica.
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