Ald¨¢n, una r¨ªa en miniatura
Un secreto en la costa pontevedresa
Vigo, Pontevedra, Arosa y Muros. L¨¦ase con sonsonete escolar, porque no hay que ser un ni?o de la posguerra para haberse aprendido en clase, de carrerilla, la cantinela de los afluentes del Duero o las R¨ªas Bajas de Galicia. Pero la geograf¨ªa infantil -siempre algo injusta- se dejaba una en el tintero: la diminuta y casi secreta r¨ªa de Ald¨¢n. Algunos mapas llaman "Ensenada" a este mordisco que pega el Atl¨¢ntico a la pen¨ªnsula de Morrazo, que separa las r¨ªas de Vigo y Pontevedra. Pero de ensenada, nada: aunque se quede encogida junto a esos dos pesos pesados, la de Ald¨¢n es una r¨ªa con todas las de la ley. Una versi¨®n en miniatura, s¨ª, pero con todo lo necesario.
En el siglo XIX, alg¨²n jardinero ocurrente tuvo la idea de armar, en pleno parque del Retiro de Madrid, una Isla China: rode¨® con un canal un pedacito de tierra, lo uni¨® al continente con un par de puentes orientales, lo sembr¨® de bamb¨²es, ciruelos japoneses y palmitos (las ideas sobre China eran tan confusas entonces como ahora)... et voil¨¤: cualquier madrile?o tuvo a su alcance la posibilidad de recorrer la China entera en dos zancadas. Ald¨¢n es, para entendernos, un poco como la Isla China de las R¨ªas Bajas: un compendio abreviado de la vegetaci¨®n, la geograf¨ªa, la arquitectura y las costumbres de ese micromundo fascinante que es esta parte de la costa gallega. Y conservado casi intacto, como por milagro: pasear por la r¨ªa de Ald¨¢n ayuda mucho a hacerse una idea del aspecto que debieron de tener los puertos, las aldeas y las playas de toda la regi¨®n en la ¨¦poca en que Valle-Incl¨¢n la usaba como escenario, antes del boom inmobiliario e industrial que la moderniz¨® a costa de sembrar plantas papeleras, bloques de apartamentos y asfalto a pie de agua por todo el litoral.
Seis aldeas
En honor a la verdad, Ald¨¢n, que est¨¢ al fondo de la r¨ªa y le presta el nombre, no es un pueblo. Es una parroquia que suma seis aldeas o barrios unidos. El ojo forastero no distingue los l¨ªmites respectivos, pero son claros y evidentes para sus habitantes: uno no es de Ald¨¢n -vaguedad escandalosa-, uno es, en todo caso, de San Cibr¨¢n o de A Espi?eira, Herbello, O Pi?eiro, Gand¨®n o Mendui?a.
En San Cibr¨¢n est¨¢ la iglesia parroquial, que habla claro de un p¨¢rroco tan probo y cumplidor como sus feligreses. Basta entrar y verla tan reluciente, tan llena de l¨¢mparas, velas, sagrados corazones y altares floridos como un templo ortodoxo. Para ver una muestra imponente de barroco gallego merece la pena acercarse a Coiro, a siete kil¨®metros: su iglesia tiene una espl¨¦ndida torre bulbosa de piedra labrada con tanto esmero que casi vibra.
Justo tras la parroquia arrancan los muros alt¨ªsimos de la huerta del hermoso pazo de Vista Alegre, que perteneci¨® a los condes de Ald¨¢n y que se ve a lo lejos, en un alto, rodeado de casta?os. Luce unos veluxes chirriantes en el tejado, pero tambi¨¦n buenos sillares en la fachada y un bonito balc¨®n de esquina. Resume muy bien las formas de la arquitectura nobiliaria de toda la zona, y los Montenegro de las Comedias b¨¢rbaras podr¨ªan haber asomado perfectamente el trabuco por el balconcito.
Cerca, la Casa de San Cibr¨¢n tiene menos empaque, pero el mismo sabor, con su h¨®rreo y su palomar, su huerto, sus limoneros y sus emparrados descendiendo hasta el muelle. Como el interior de la iglesia, como las calles llenas de tiestos con flores y muretes de lajas de granito cuidadosamente armados, como las barcas del puertecito de Espi?eira, las hileras de bateas en el agua mansa de la r¨ªa y las alfombras de p¨¦talos que se preparan el d¨ªa del Corpus, habla de la laboriosidad y los mil trabajos menudos y constantes que hacen de las R¨ªas Bajas una especie de Mediterr¨¢neo del Atl¨¢ntico.
De todas formas, a efectos playeros, el barrio que m¨¢s interesa es el de Mendui?a, una aldea marinera que tiene en su t¨¦rmino el arenal del mismo nombre. Amplia y c¨®moda, con su flamante bandera azul, es la m¨¢s conocida de las playas de la zona. A ?lvaro Cunqueiro le gustaba mucho su fuente; seg¨²n ¨¦l, en ella beb¨ªa todas las noches una nutria con la que acab¨® haciendo amistad. Hay cerca, sin embargo, calas m¨¢s recogidas como las de Areacova o Lagoelas, o m¨¢s salvajes, como la playa de Areabrava, justo enfrente, en la otra orilla de la r¨ªa. Sus dunas protegen del aire de mar -?por cu¨¢nto tiempo?- los sembrados y huertos que quedan a sus espaldas. La hierba del vecino es siempre m¨¢s verde, y en las r¨ªas, las playas del otro lado siempre parecen m¨¢s apetecibles.
'Cruceiro' y vistas
Pero antes de plantarse en Areabrava conviene parar en el pueblecito de H¨ªo: la iglesia rom¨¢nica de San Andr¨¦s es famosa en toda Galicia por tener en su atrio, adem¨¢s de unas estupendas vistas, uno de los mejores cruceiros gallegos. Toda una catequesis al aire libre en forma de Descendimiento de la Cruz, lleno de escaleras, alicates, clavos, querubines, operarios sin identificar y personajes m¨¢s o menos congruentes: de Jos¨¦ de Arimatea y las Tres Mar¨ªas a Ad¨¢n, Eva y la serpiente. La mentalidad es medieval; la factura, no tanto: lo esculpi¨® en 1871 el maestro Jos¨¦ Cervi?o, que gracias a ello ha pasado a la historia. Merece la pena asomarse tambi¨¦n al bonito patio de la casa rectoral, justo enfrente, con su reloj de sol, su lavadero y el agua de sus ca?os corriendo por los canalillos labrados en el enlosado del suelo.
No todo en la r¨ªa est¨¢ domesticado, sin embargo. En su extremo norte, el cabo Udra esconde un faro agreste al que se puede ir paseando entre pinares y farallones de granito que se despe?an hasta la orilla. Y m¨¢s all¨¢ de H¨ªo, la punta Couso y el cabo Home se asoman al mar abierto, que bate con todas sus fuerzas contra la silueta erizada de las C¨ªes. Pero ¨¦sa ya es otra clase de geograf¨ªa.
GU?A PR?CTICA
-
A Casa de Ald¨¢n
(986 32 87 32). Jos¨¦ Gra?a, 20. Lugar de A Espi?eira. San Cibr¨¢n de Ald¨¢n. Hosteler¨ªa ubicada en una antigua f¨¢brica de salaz¨®n. Habitaci¨®n doble, 95 euros.-
Casa do Ouro
(986 32 84 51; www.casadoouro.com.galice.net). Herbello. Entre 46 y 61 euros.-
Cova da Balea
(986 32 92 76). Carretera del Muelle, 8. San Cibr¨¢n. Casa rural con jard¨ªn a 100 metros de la playa. Habitaciones dobles, desde 50 euros.-
Casa La Garita
(986 30 02 57; www.casalagarita.com). Playa de Roderia, 25. Cangas. Habitaciones dobles, entre 35 y 55 euros.-
Don Hotel
(986 30 44 00). San Roque, 12. Cangas. Edificio de nueva planta en la pen¨ªnsula de Morrazo. 34 euros.Comer-
Marisquer¨ªa Con de Ald¨¢n
(986 32 92 29). Jos¨¦ Gra?a, 14 (muelle de Ald¨¢n). En una casa de pescadores en pleno muelle de Ald¨¢n. Vivero propio de marisco y terraza al pie del agua.-
Restaurante Peralta
tambi¨¦n con terraza sobre el puerto de Ald¨¢n. Para tapear.-
Casa Sim¨®n
(986 30 00 16). Balea, 2. Cangas. Guisos marineros y mariscos. Unos 30 euros.-
Barbeiro
(986 32 99 76). O Pi?eiro.-
Cami?eira
(986 32 95 29). Baixada Praia Mendui?a, Ald¨¢n.Informaci¨®n-
Oficina de turismo de Cangas
(986 390 20 23; www.cangas.org).- www.turgalicia.org.- www.riasbaixas.org.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.