Bajo el hechizo de 'Lolita'
El jueves se cumplen 50 a?os de la primera edici¨®n de la novela de Nabokov, una de las obras esenciales del siglo XX
Resucit¨® del fuego. Porque la literatura y la mitolog¨ªa moderna esperaban a Lolita. A pesar de que antes de su publicaci¨®n en 1955 ya ten¨ªa el aura de novela maldita.
Perseguida, prohibida, indecente, decadente; inmoral, desde?ada y se?alada, pero siempre mirada de reojo. Demasiadas palabras oscuras para referirse a la novela de Vlad¨ªmir Nabokov (1899-1977), "una de las m¨¢s perfectas del siglo XX", asegura Antonio Mu?oz Molina. Y "entre las m¨¢s sutiles y complejas creaciones literarias de nuestro tiempo", escribi¨® Mario Vargas Llosa en 1987, en un art¨ªculo recogido en La verdad de las mentiras.
Cuando Lolita apareci¨® el 15 de septiembre de 1955 en Par¨ªs, tras haber sido rechazada por cuatro editoriales estadounidenses, lo hizo en dos tomos en la editorial Olympia Press. Aparec¨ªa as¨ª una novela cuyo borrador, titulado El hechicero, Nabokov quiso quemar, pero fue rescatado de las llamas por su esposa Vera. Es la prehistoria de una obra cuyo argumento esquel¨¦tico es la obsesi¨®n y pedofilia de un hombre cuarent¨®n por una ni?a de 12 a?os y la persecuci¨®n posterior a quien se la arrebata. Una historia de perversi¨®n, crueldad, locura, dolor, amor malsano. Muerte. Y de belleza.
Aparicio: "Conquista el protagonismo del lenguaje por encima de la trama en s¨ª"
Mu?oz Molina: "Lolita' es una de las novelas m¨¢s perfectas del siglo XX"
Un libro que para David Lodge, seg¨²n escribe en El arte de la ficci¨®n, "sigue resultando perturbador, porque otorga una seductora elocuencia a un corruptor de menores y asesino". Pero Lolita, a?ade, es m¨¢s que eso. Como ¨¦l, muchos intelectuales hallaron en ella gran belleza literaria, estructura inteligente, cr¨ªticas sociales, s¨¢tira y humor. Desde Graham Greene, al darle el primer impulso al se?alarla como uno de los libros del a?o a O W. H. Auden, para quien no era pornogr¨¢fica y s¨ª "un divertid¨ªsimo libro de anagramas". Hasta los Amis opinaron, Kingsley, el padre, y despu¨¦s Martin, el hijo. Mientras para John Updike la fuerza creadora del autor de origen ruso "tiene algo de la delicadeza de Austen, del br¨ªo de Dickens y del delicioso sabor a vino de Stevenson, incorporado al inimitable brebaje del propio Nabokov".
M¨¢s all¨¢ de la pol¨¦mica y de la simplificaci¨®n de lo anecd¨®tico de su argumento, para Javier Aparicio Maydeu "Lolita es sobre todo el triunfo por fin de la novela que no persigue ya la militancia moral que sostuvo la novela naturalista del XIX (de la que parece burlarse). Lolita parece extirparle la ¨¦tica a la novela y, sin lugar a dudas, conquista para la novela moderna la ambig¨¹edad (del narrador) y el protagonismo del lenguaje por encima de la trama en s¨ª: Nabokov aprovech¨® las vanguardias para tejer un estilo endiabladamente l¨²dico y t¨¦cnicamente sofisticado, trufado de gui?os, pastiches, trampantojos, juegos de palabras y devaneos literarios de cualquier cala?a". Para Mu?oz Molina, "gran parte de su maestr¨ªa es la prodigiosa voz narrativa. El idioma es insuperable: un ingl¨¦s limpio y preciso, y a la vez te?ido por el punto de rareza de quien lo usa, Humbert Humbert, es un extranjero en la lengua". Por eso para Aparicio, Martin Amis tiene raz¨®n cuando dice que con materiales y tonos p¨ªcaros y humor¨ªsticos, Nabokov escribe una gran tragedia.
La de una n¨ªnfula llamada Dolores Haze que vol¨® de la ficci¨®n para adentrarse en la vida. Nabokov "consigue, como Kafka o Cervantes, influir incluso a quienes no leer¨¢n nunca su obra", dice Mu?oz Molina. ?O qui¨¦n no ha se?alado alguna vez una Lolita? Porque ¨¦l acu?¨® y universaliz¨® ese nombre para referirse a un tipo de preadolescente tan seductora como inocente de su propio milagro en algunos. Tambi¨¦n inaugur¨® los best sellers de calidad y ventas tras su edici¨®n en Estados Unidos en 1958. Eso s¨ª, en deuda con Stanley Kubrick, que la llev¨® al cine en 1962 (con Sue Lyon como protagonista), y Adrian Lyne en 1996 (con Dominique Swain).
Poca gracia le hizo a su creador esa popularidad de su n¨ªnfula m¨ªtica. Dec¨ªa que hab¨ªa sido degradada por el p¨²blico y los medios de comunicaci¨®n. "En realidad", record¨® en una entrevista con Bernard Pivot, "Lolita es una ni?a de 12 a?os, mientras que Humbert es un hombre maduro, y el abismo entre su edad y la edad de la ni?a produce el vac¨ªo entre ellos; atracci¨®n de un peligro mortal. (...) Fuera de la mirada maniaca del se?or Humbert no hay n¨ªnfula. Lolita, la n¨ªnfula, s¨®lo existe a trav¨¦s de la obsesi¨®n que destruye a Humbert. ?ste es un aspecto esencial de un libro singular que ha sido falseado por una popularidad artificiosa".
Muchos son los caminos desde los cuales se puede sentir el palpitar de esta novela. Vargas Llosa, en su art¨ªculo se?ala la mirada sobre la pedofilia y supuesta pornograf¨ªa e inmoralidad; la conciencia transgresora del protagonista "que confiera a su aventura su ¨ªndole malsana y moralmente inaceptable, m¨¢s que la edad de la v¨ªctima"; el rebajamiento a fantoches risibles de la humanidad; la burla sobre instituciones, profesiones y quehaceres; la cr¨ªtica a Estados Unidos y su clase media; el tratamiendo del doble. Y ¨¦l, como otros, aplaude a quien lee Lolita como "un pozo sin fondo de referencias literarias y malabarismos ling¨¹¨ªsticos que constituyen un denso entramado y, acaso, la verdadera historia que Nabokov quiso contar".
Lo dijo el propio autor: "Simplemente me gusta componer acertijos con soluciones elegantes". Y repeti¨® que en sus libros no hab¨ªa mensaje moral o prop¨®sito social. Una obra de ficci¨®n, dec¨ªa "s¨®lo existe en la medida en que me proporciona lo que llamar¨¦, lisa y llanamente, placer est¨¦tico, es decir, la sensaci¨®n de que es algo, en alg¨²n lugar, relacionado con otros estados de ¨¢nimo en que el arte (curiosidad, ternura, bondad, ¨¦xtasis) es la norma. Todo lo dem¨¢s es hojarasca tem¨¢tica, o lo que algunos llaman literatura de ideas".
De ah¨ª el placer que producen sus libros m¨¢s all¨¢ del tema. El virtuosismo con el lenguaje, la manera como cuenta la historia aliado con las precisas palabras y sus combinaciones para sacar de ellas su donaire, su alma. Es que "todo el arte verbal de Nabokov est¨¢ al servicio de la percepci¨®n, de la creaci¨®n de la imagen", escribi¨® Andr¨¦s Ib¨¢?ez en 1999, en el centenario del nacimiento del escritor. Nabokov lo hab¨ªa dejado claro a la pregunta de en qu¨¦ idioma pensaba cuando escrib¨ªa. "En ninguno. Pienso en im¨¢genes".
He ah¨ª un resquicio para ver el secreto. El de una sutil fuerza arquitect¨®nica que suele eclipsar la historia; aunque Lolita, afirma Vargas Llosa, "resiste el asalto de la forma, pues lo que cuenta tiene ra¨ªces profundas en lo m¨¢s vivo de lo humano: el deseo, la fantas¨ªa al servicio del instinto". Un juego. Un puzzle art¨ªstico, pero predestinado a perder parte del brillo de su hechizo al ser traducido. Un ejemplo es ese primer p¨¢rrafo hipn¨®tico que en espa?ol, aunque es cautivador, no es el mismo: "Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entra?as. Pecado m¨ªo, alma m¨ªa. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta". Mientras que en el ingl¨¦s original las frases m¨¢gicas nabokovianas que abren la historia suenan as¨ª: "Lolita, ligth of my life, fire of my loins. My sin, my soul. Lo-lee-ta: the tip of de tongue taking a trip of three steps down the palate to tap, at three, on the teeth. Lo.Lee.Ta".
Babelia
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