Ang Lee se lleva el Le¨®n de Oro en Venecia
La original 'Brokeback mountain' vence a George Clooney, el otro favorito
El Le¨®n de Oro ten¨ªa que ser para George Clooney o para Ang Lee. Cualquier otra decisi¨®n habr¨ªa parecido una burla. Finalmente fue para Lee y su Brokeback mountain, una hermosa historia de amor homosexual filmada bajo las reglas estrictas del western cl¨¢sico. Buenas noches y buena suerte se llev¨® los premios al mejor gui¨®n, firmado por el propio Clooney, y al mejor actor, por el espl¨¦ndido trabajo de David Straithairn. George Clooney, el m¨¢s votado por los cr¨ªticos y el p¨²blico de la Mostra, se fue de Venecia como vencedor moral.
Abel Ferrara, premio del Jurado, y David Straithairn, Copa Volpi al mejor actor
El resto del palmar¨¦s result¨® un poco m¨¢s discutible: Le¨®n de Plata a la direcci¨®n para Philippe Garrel (Los amantes regulares), premio del Jurado para Abel Ferrara (Mary), Copa Volpi a la mejor actriz para Giovanna Mezzogiorno (La bestia en el coraz¨®n) y Le¨®n especial para Isabelle Huppert por Gabrielle y el conjunto de su carrera.
Algunos temas implican un gran riesgo. El cowboy es uno de los elementos cl¨¢sicos en la iconograf¨ªa er¨®tica homosexual y para contar una historia de amor entre dos vaqueros hay que esquivar muchas amenazas: el topicazo, la sensibler¨ªa, la groser¨ªa, la inverosimilitud. Ang Lee sali¨® con bien de ese periplo proceloso. Brokeback mountain luce las hechuras del mejor western, gracias a la c¨¢mara del propio Lee, llena de aire, abierta al horizonte y al cielo en unos paisajes formidables, y a la fotograf¨ªa que ha firmado el operador mexicano Rodrigo Prieto. El relato fluye con naturalidad dentro de ese escenario, sin forzaturas, ni exageraciones, ni gui?os de complicidad.
Los dos protagonistas de Brokeback, Heath Ledger y Jake Gyllenhaal, merec¨ªan la Copa Volpi al mejor actor. Sobre todo Ledger, soberbio, contenido, sin un pesta?eo de m¨¢s o de menos. El reglamento de la Mostra Cinematogr¨¢fica de Venecia impide, sin embargo, que Le¨®n de Oro y Copa Volpi recaigan en el mismo filme. Ning¨²n problema, porque la interpretaci¨®n de David Straithairn en Buenas noches y buena suerte era tan buena como la de Ledger, si no mejor. Despu¨¦s de ver la obra de Clooney, el concepto "libertad de informaci¨®n" adquiere el rostro hier¨¢tico y la mirada, al tiempo severa y melanc¨®lica, del int¨¦rprete David Straithairn. Su encarnaci¨®n de Edward Murrow, un gigante del periodismo televisivo que en 1953 os¨® enfrentarse al senador Joe McCarthy, es de las que se recuerdan mucho tiempo. Al recoger el premio al mejor gui¨®n, Clooney evoc¨® a Murrow e hizo una defensa encendida del periodismo honesto.
La Copa Volpi a la mejor actriz se presentaba m¨¢s peliaguda. Hab¨ªa muchas candidatas razonables -desde Charlotte Rampling, Gwyneth Paltrow o Isabelle Huppert a Susan Sarandon- y al menos una que, ajena a los alardes y a las tablas de las otras, cumpl¨ªa una misi¨®n dificultosa: ejercer con eficacia de bisagra entre dos historias absolutamente distintas dentro una misma pel¨ªcula.
?sa era Giovanna Mezzogiorno por su interpretaci¨®n en La bestia en el coraz¨®n. Por un lado, su personaje soportaba la pesadilla de haber sufrido abusos sexuales de su propio padre. Por otro, se relacionaba con una actriz de doblaje c¨ªnica y abandonada por el marido -un personaje de mucha risa, aunque parezca mentira- con una ciega lesbiana y con un disparatado director de cine, tambi¨¦n de mucha risa. Quiz¨¢ otra actriz no habr¨ªa soportado la esquizofrenia entre el lado tr¨¢gico y el lado c¨®mico del gui¨®n. Mezzogiorno sali¨® airosa de la aventura.
El Le¨®n de Plata a la mejor direcci¨®n correspondi¨® a Philippe Garrel. Un galard¨®n que merece un aplauso, siempre que suponga el ¨²ltimo y definitivo reconocimiento a la nouvelle vague y al sesentayochismo. Aquel impulso renovador del cine franc¨¦s fue necesario y f¨¦rtil en un determinado momento hist¨®rico, en el que Truffaut, Godard y dem¨¢s realizaron varias obras maestras con las que el tiempo, en general, no ha sido piadoso; adem¨¢s, la revuelta parisiense de Mayo de 1968 tambi¨¦n tuvo, sin duda, su m¨¦rito y su utilidad.
Pero la vigencia actual de la nouvelle vague y del sesentayochismo es comparable a la del rigod¨®n o la carabela. Los amantes regulares es una pel¨ªcula que puede gustar a cr¨ªticos franc¨®filos, mayores de 50 a?os y sobrados de tiempo, o a j¨®venes aficionados a la est¨¦tica vogue y a los di¨¢logos existencialistas con canuto de por medio. El talento de Garrel no se discute. Su maestr¨ªa con la c¨¢mara, tampoco. Lo que extra?a es que se mantenga tan devoto de su propio pasado.
El Premio del Jurado fue para el neoyorquino Abel Ferrara. Podr¨ªan hab¨¦rselo dado por sobrevivir a todo tipo de excesos: Ferrara es la autodestrucci¨®n personificada. Pero se lo han dado por Mary, y la decisi¨®n del jurado resulta defendible. Su trabajo no tiene nada de perfecto. Ni siquiera es una buena pel¨ªcula. Es, sin embargo, una obra interesante, llena de dudas y zonas grises, que la hacen atractiva.
A la fe marm¨®rea y tremebunda de Mel Gibson en La Pasi¨®n, Ferrara opone una divagaci¨®n laber¨ªntica, perpleja, en torno a la figura de Mar¨ªa Magdalena y a los misterios del cristianismo. Si el Premio del Jurado existe para reconocer la valent¨ªa y el empe?o experimental de un artista, Ferrara lo merece. Lo habr¨ªa merecido tambi¨¦n John Turturro si Romance y cigarrillos no le hubiera salido tan mal.
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