En busca de una nueva vida
Cientos de miles de familias evacuadas y repartidas por EE UU se enfrentan ahora al desaf¨ªo de volver a empezar
Muchos de los afectados se quejan de haber sido trasladados al otro lado del pa¨ªs sin que nadie les preguntara ad¨®nde quer¨ªan ir. En ciudades como Baltimore, al norte de Washington, las organizaciones de acogida tienen camas y refugios preparados para dar cobijo y ayuda a cientos de personas, pero no llega nadie. Cada vez que les comunican un traslado inminente de evacuados, esperan la llegada del avi¨®n para comprobar al final que el vuelo se ha vuelto a cancelar. Toda esta falta de organizaci¨®n forma parte de la incapacidad de coordinaci¨®n de la Agencia Federal de Gesti¨®n de Emergencias (FEMA). Los errores complican el presente y el futuro inmediato de cientos de miles de familias obligadas a rehacer sus vidas sin nada m¨¢s que lo puesto.
Se calcula que 250.000 desplazados de Nueva Orleans nunca regresar¨¢n a su ciudad
Seg¨²n los datos que facilita Russ Knocke, uno de los portavoces del Departamento de Seguridad Interior, el n¨²mero de desplazados por la cat¨¢strofe del Katrina casi supera el mill¨®n. Aunque la v¨ªa de salida fue generalmente hacia el Oeste, hacia Tejas, las organizaciones que tratan de controlar esa di¨¢spora reparten a los afectados por todo el pa¨ªs. Knocke tiene constancia de que hay familias afectadas repartidas por al menos 23 Estados, donde tratan de darles "cuidado y ayuda", asegura.
Tal y como recordaba el viernes el ex secretario de Estado Colin Powell, en la zona m¨¢s afectada por la devastaci¨®n del hurac¨¢n s¨®lo una de cada 10 familias ten¨ªa coche. Las carencias de esa clase desfavorecida, incapaz incluso de evacuar la ciudad sin una ayuda que nunca recibieron, se multiplican ahora con desplazamientos a zonas del pa¨ªs en las que se ven condenados a sobrevivir.
Son, en muchos casos, familias que no gozan de los privilegios m¨¢s b¨¢sicos de la clase media. No tienen ahorros, cuentas corrientes, tarjetas de cr¨¦dito o tel¨¦fonos m¨®viles. No ten¨ªan siquiera una maleta para llevarse lo que pudieran amontonar en medio de la precipitaci¨®n. S¨®lo ten¨ªan sus casas, mejores o peores, y sus empleos precarios a cinco d¨®lares (poco m¨¢s de cuatro euros) la hora.
Cuando la FEMA anunci¨® que entregar¨ªa tarjetas de cr¨¦dito con 2.000 d¨®lares (unos 1.600 euros) de fondos a cada familia desplazada, las colas en los lugares de acogida se formaron en cuesti¨®n de minutos. En ciudades de Tejas como Houston y San Antonio, con cientos de miles de desplazados, el precio del alquiler mensual de un apartamento peque?o supera esos 2.000 d¨®lares, que constituyen, en muchos casos, el patrimonio total de muchas familias castigadas a construir una nueva vida desde cero.
Es imposible desglosar el listado de afectados en funci¨®n de sus posibilidades inmediatas. Algunos se han mudado temporalmente a casas de familiares en otros Estados, y otros han tomado ya la decisi¨®n de olvidarse para siempre de Nueva Orleans y rehacer su vida en un territorio menos expuesto a amenazas naturales. La empresa Wal-Mart, due?a de 5.000 grandes almacenes repartidos por todo el pa¨ªs, da trabajo en cualquiera de ellos a quienes estaban empleados en las tiendas cerradas en Luisiana. En Tejas se han suspendido normas de convalidaci¨®n para que muchos profesionales, entre ellos los abogados, puedan ejercer en ese Estado.
La FEMA asegura que uno de los problemas adicionales a los que se enfrenta es el de la negativa de algunos afectados a dejar la zona; se niegan a cambiar el calor h¨²medo de ese terreno por la nieve de Maine o la sequedad de Arizona. Alguno de los evacuados, como O'Neal Broyard, que ha vivido toda su vida en la c¨¢lida Luisiana, fue trasladado por la FEMA a un refugio al borde del r¨ªo junto al que ha vivo toda su vida, el r¨ªo Misisipi. Pens¨® que el refugio estar¨ªa en Baton Rouge, pero acab¨® en un hostal de la ciudad de Alton, en Illinois. Est¨¢, efectivamente, junto al r¨ªo Misisipi, pero a 1.000 kil¨®metros de distancia de Nueva Orleans. "Nos metieron en un avi¨®n y no nos dijeron ni ad¨®nde ¨ªbamos", asegura.
A cambio, la FEMA parece haber coordinado con cierta celeridad la prestaci¨®n de servicios a los desplazados, que pueden recibir asistencia m¨¦dica en la sanidad p¨²blica o cobrar su desempleo en los Estados a los que han llegado.
Mientras cientos de miles de personas se dedican a buscar empleo, los organismos educativos de cada Estado y el Departamento de Educaci¨®n han dado un ejemplo a las agencias federales al escolarizar a los ni?os que se han quedado sin colegio. En lugares como Tejas, Arkansas y Arizona se han suspendido las normas que limitaban a 22 el n¨²mero m¨¢ximo de alumnos por clase en ense?anza primaria y permiten la entrada de alumnos sin la revisi¨®n m¨¦dica o los documentos administrativos que hasta hace unos d¨ªas eran obligatorios. El Katrina dej¨® sin colegio a m¨¢s de 200.000 ni?os en Luisiana, la mayor¨ªa de ellos en escuelas p¨²blicas. La situaci¨®n es peor para los estudiantes universitarios: s¨®lo unas pocas universidades p¨²blicas del pa¨ªs ofrecen admisi¨®n inmediata a los desplazados.
La poblaci¨®n penitenciaria ha tenido tambi¨¦n un traslado problem¨¢tico. Miles de presos evacuados de las c¨¢rceles de Luisiana acabaron repartidos por centros de todo el pa¨ªs, pero en muchos de ellos no saben qui¨¦n es qui¨¦n, qu¨¦ condena cumplen o qu¨¦ delito cometieron.
Seg¨²n los datos del ¨²ltimo censo, la ciudad de Nueva Orleans hab¨ªa visto decrecer su poblaci¨®n en los ¨²ltimos a?os por debajo de los 450.000 habitantes. Aunque los trabajos de reconstrucci¨®n pueden generar una bolsa de empleos para muchos de los que decidan volver, se calcula que 250.000 desplazados nunca regresar¨¢n a su ciudad, por el miedo al futuro o por los malos recuerdos del pasado.
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